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El pasado 25 de junio me
despedía de vosotros para dedicarme a otros placenteros menesteres. El tiempo
del ocio se ha acabado y de nuevo me incorporo a esta agradable tarea que me he
impuesto, de visitar esta ágora, donde tanto aprendo y donde se me permite dar
a conocer aquello que de vez en cuando se me ocurre.
Pero me temo que la promesa
que os hacía de buscar nuevas sensaciones y metáforas junto al mar, no voy a
poder cumplirla.
Cuando se disfruta de bellos
momentos, todo lo demás se olvida y lo primordial es vivirlos, aferrarse a
ellos como las lapas en las rocas de las escolleras y que sean más duraderos
que la espuma que muere en la arena.
Ya se encarga la vida de
recordarnos que no todo es felicidad y sosiego. Como ha ocurrido en mis
vacaciones. Durante diez días, hemos tenido que soportar el dolor de vivir el
ingreso hospitalario de mi madre (100 años), con un edema pulmonar, motivado
por una insuficiencia cardiaca. Afortunadamente, lo ha superado y ya se
encuentra perfectamente. No deja de maravillarme su fuerza y la consistencia de
esas raíces, que aunque ahora tienen aspecto de silla de ruedas, no dejan de
aferrarse a la tierra, tratando de sacarle todo el jugo a la vida.
Deliberadamente, durante
estos dos meses pasados, ni he tenido ordenador, ni he visto noticiarios en
T.V., aunque no me he resistido a leer algunas noticias en el I Pad de mi
nieta. Y la verdad es que a la vista de lo leído, lo mejor era disfrutar del
mar y de la arena, sin pensar en el movido otoño que nos espera.
Empieza un nuevo curso y me
temo lo peor en lo que respecta a mi producción poética. Ahora si es verdad eso
de que son malos tiempos para la lírica.
Mas que poemas, se me
ocurren preguntas a esa caterva de buitres carroñeros, capitaneados por
políticos ineptos que solo miran sus intereses y banqueros insaciables, que nos
gobiernan, (y no me refiero a Rajoy, ese ni es político, ni gobierna; es solo
inepto y un redomado mentiroso).
Cuando esto acabe, si acaba
alguna vez: ¿Seguirá habiendo hospital y medicinas para mi madre y para mí que
ya me acerco a los 80?¿Seguirán teniendo
puestos de trabajo mis hijas? ¿Podrán seguir sus estudios mis nietas?.Si los
logran acabar, a pesar del Sr. Wert ,¿en qué lejano país tendrán que
trabajar?¿Cuanto tenemos que seguir aportando para que los bancos estén
presentables y contentos? ¿Cuántos seres humanos, antes tan necesarios y ahora
tan repudiados, deben morir para cuadrar las cuentas de la Seguridad Social?
¿Debo hablarles a mis nietas
de la emoción que sentí al votar por vez primera, sin que se rían de mí? Si les
cuento que luché y me llevé algún palo y muchos disgustos por tratar de
conseguir un estado más justo, más igualitario y con mayor libertad, pensarán
que son batallitas del abuelo, porque, a la vista empieza a estar que esa
batalla resultó infructuosa. Y lo triste es que ya no me quedan fuerzas para otra
lucha.
Lo dicho: malos tiempos para
la lírica. Por todo esto y porque, seguro que por la edad, las musas cada vez
me son más esquivas, creo que mis entradas cada vez serán más limitadas. Le
tendré que dedicar mi tiempo al sol, al mar, a las canciones, a los libros, a
la música, a la amistad, a la familia. A todo aquello que puede redimirnos.
¡Por lo menos, hasta que
nuestros amos y señores, la Sra. Merkel y el Sr, Draghi ,no digan lo contrario
y también en eso tengamos que recortar!