Dibujo de Leonardo da Vinci
Suele ocurrirme con cierta frecuencia, que cuando no tengo algo concreto para leer, acabo echando mano de uno de los ejemplares que, mustios y descoloridos, conservo de la colección Austral. Afortunadamente aun me quedan bastantes ejemplares, a pesar de que en la riada de Valdepeñas de 1.979, muchos mas desaparecieron, junto con otros ejemplares que, dispuestos en una gran caja, aguardaban en un almacén a ser trasladados al piso de Valencia donde residía.
Pero eso es otra historia.
Hace unos días, al acabar una de mis lecturas, el libro elegido fue uno de Miguel de Unamuno, 4ª edición publicada en 1.960.
El librito cuenta con 8 ensayos, al cual mas interesante. Uno de ellos se titula “Viejos y jóvenes” y es el que da titulo al libro.
Este ensayo fue publicado en 1.902 y al terminar de leerlo comprobé que a pesar de los años transcurridos mucho de lo que se dice podría estar de plena actualidad.
Para no extenderme mucho solo aprovecharé la parte final de su escrito, donde dice: “El problema mas grave de España es que hay que educar a los jóvenes a una vida nueva, y que no pueden educarles para ella los formados en la vida vieja”.
Me he puesto a pensar en estas palabras, trayéndolas a la actualidad y el paisaje que se ha puesto ante mis ojos es desolador.
La diaria vida actual de mayores, no es la más propicia para poder sacar enseñanzas de ella y con su ejemplo moldear jóvenes ejemplares para el futuro.
“Nemo dat quod non habet”, “nadie da lo que no tiene” y menos aun lo que no es capaz siquiera ni de aprender ni de demostrar.
Si los jóvenes miran las lecciones que día a día reciben de los próceres que deberían ser su espejo y su ejemplo, seguro que podrán aprenderlas, pero dudo mucho que sean las pertinentes.
¿Como pueden aprender de ese hombre que dice darse a la cosa publica por ayudar al pueblo que representa y día a día viene demostrando que sus coetáneos le importan un rábano y que lo en verdad persigue es su enriquecimiento?
¿Puede aprender justicia para su convivencia, si la que se escribe con mayúsculas, busca por los más recónditos vericuetos tramposos, amoldar esta justicia a los intereses de sus amigos?
¿Qué clase de enseñanza le da esta sociedad que premia a los corruptos con más votos y a los ladrones de guante blanco con más “stock options”?
¿Deben nuestros hombres del futuro aprender esa nueva entidad económica nacida de la fama y el renombre conseguidos por la vía rápida, sin importar de que manera se accede a esa condición de “vividor famosillo”?
Si los preclaros directivos, economistas y grandes gurús del capitalismo mundial que nos han llevado con sus estudiadas y sabias decisiones a esta situación de quiebra total de la economía mundial, no solo siguen imperturbables en sus enmoquetados despachos, sino que además tiene la cara dura de proponer las soluciones al enorme problema que ellos mismos han creado, ¿es de recibo que los futuros emprendedores aprendan de ellos?
¿Deben aprender de esos depredadores de la vida diaria y futura, de esos ladrones de paisajes que no dudan en ciscarse en lo que la naturaleza ha creado y necesita, con tal de aumentar su ego y su cuenta corriente?
¿Qué pensará la futura generación de los que se rasgan las vestiduras a favor de lo que solo es un proyecto de existencia, que ni siente ni consiente y sin embargo reprueban y estigmatizan a los que defienden los métodos que seguro salvan vidas?
¿Cómo podrán entender a esos llamados pastores que están en contra de un preservativo que salva vidas y al mismo tiempo dan cobijo espiritual a aquellos que defienden la pena de muerte? ¿Dónde encontrarán la humanidad y el amor al prójimo, si los que deben enseñar estos preceptos están en contra de adelantos científicos que están a favor de la vida y en contra del sufrimiento?
No sé si nos queda tiempo, pero todavía podemos enderezar el entuerto. ¿Como? Poniendo al descubierto la cara dura de los políticos que solo vinieron a medrar. Derribando los grises muros que la avaricia pone delante de la verde naturaleza. Desenmascarando a los ladrones, a todos los ladrones, a los que roban amparándose en decretos y a los que con su ansia desmedida son capaces de cambiar los latidos del universo, sin importarles el que para ocupar un sitio en el ranking del “Forbes”, una extensa zona del mapa pase mas hambre todavía.
Podemos empezar por enseñar a nuestros hijos que todo lo que se puede conseguir, ha de costar trabajo. Que es bastante mejor y se es más feliz, si somos capaces de compartir. Que todo aquello que pueda paliar el dolor y el hambre del prójimo ha de ser bienvenido, por mucho que digan los que se creen más cerca de Dios.
Y que se acostumbren a buscar a ese Dios lejos de la pomposidad de los templos. Que Dios, o lo que es lo mismo la Verdad no está allí, está en el niño que ríe, en la madre que acaricia, en el corazón del hombre que sabe compartir, en las mañanas con sonrisas, en el hombre justo, en las canciones que nacen de los poetas. Que Dios seguro estará en ellos, si son capaces de mirar al mañana con la mirada limpia y el corazón dispuesto.
A pesar de los malos ejemplos que, día a día los viejos les estamos dando, todavía podemos estar a tiempo, dejémosles para el futuro un álbum lleno de canciones y risas y los viejos zapatos que solo nos pusimos los días en que el sol amanecía radiante de felicidad.
Solo eso y nuestro ejemplo.