viernes, 25 de marzo de 2011

VEN...

Ven,
quiero que me acompañes
en este paseo imprescindible
con final cierto y desconocido.

Ven,
quiero contarte algunas cosas
que me hieren las entrañas
con el zarpazo inmisericorde de la pena.

Son viejos susurros
que me habitan la memoria.
Certezas amarillas por el tiempo,
como  un daguerrotipo de amargura.

Ven,
quiero hablarte de utopías,
de sueños que se despiertan
en auroras de fracasos.

Ven
y ábreme este corazón en ruinas.
Córtale las alas
a esa mariposa correveidile
de rosas que se acaban marchitando.
Ven,
acompáñame,
No me dejes solo
a esta orilla de las sombras.
Ven y escucha
que son muchas las cosas
que tengo que contarte.

Después…
No escribas epitafios.
Recoge alguno de mis sueños,
Quítale
el polvo de desolación que lo ennegrece,
Arrópalo
con el cobertor de la esperanza
y sálvalo
del inmisericorde castigo del silencio.

¡Entonces sabré
que esta vida ha merecido la pena!




martes, 22 de marzo de 2011

MUDANZA



Nunca podía imaginar que a mis 75 años y con los achaques que ya van apareciendo, me atreviese a meterme en el maremágnum de una mudanza.
Bien es verdad que vengo ligero de equipaje, (solo una maleta de deseos), y la casa es acogedora y bien dispuesta.
Tengo además la ventaja de que mi humilde aposento da al sur al acogedor resol de una buena amiga sevillana devenida en manchega y al oeste con una generosa bonanza de poesía, que en pleamar de nuevas y locas lunas, me refresca desde el otro lado del atlántico.
Espero, además, encontrar nuevos y generosos vecinos de escalera que sean comprensivos a la hora intempestiva de la engorrosa petición del ingrediente necesario para que el guiso sea apetitoso. Os puedo asegurar que no seré rácano y siempre devolveré el favor.
He dejado todos mis enseres y afectos en otra vivienda en la que he disfrutado durante 5 largos años. Pero a mi edad la soledad es una rémora y es mejor estar siempre rodeado de gente dispuesta y generosa.
Mi anterior edificio padecía aluminosis de ideas y desgraciadamente, son muchos los vecinos, que como yo, lo han abandonado. No cierro mi antigua casa, pero inauguro esta nueva, porque no quiero malvivir de nostalgias.
Es momento de presentaciones: soy un manchego al que la vida y otros menesteres, le ha traído hasta la orilla de este mar, sin el cual ya no se vivir.
El jubileo de la jubilación, le devolvió la pasión por la escritura y me gano mis horas, tratando de poner en orden las palabras, para que sigan siendo posible la utopía.
He cumplido los tres deseos: he tenido hijas, el plantado un árbol y he escrito un libro. Solo me queda no perder la esperanza. Y en eso estoy.
Espero conseguirlo con vuestra ayuda.