Es como un ave fugaz, como las ideas entre la furia y la ira, la bravura que se ha saludado desde el viento, lento, ágil, en la memoria quedada, dejando la habitación como parpados habitados, con el sonido de los sueños, el mar, la arena y el sol, como el color de las olas en invierno, la tristeza privilegiada en el valor de unos pocos con incorruptibles corazones, nutridos de fe, de verdades en el amor no tan gratas, admirados por su luz como cuerpos desnudos, observados paradisíacos e intocables en un mundo de soledades al otro lado de la puerta, ofrendas de suertes y caricias, escapando por los ojos sin capacidad de olvidar y encadenados a mil rosas salvajes sin explorar junto a su propia torre de babel, y en su cima, el secreto resguardado en un cofre decorado con miedos y temores horrorizantes, donde cada vez, tal vez le han hecho el amor, tal vez, nunca llego a su alma gemela y por eso, hoy duele la sangre, o se aviva gritando exigencias al amor .
Producir el nacimiento de las diferencias que simplemente pasan de tiempo, seria ideal, como saber que la vejez llega y la juventud es solo eso, donde quiera que este, que se presente o se halla ido, caminar por las tardes, tomarse de las manos, y ser, la fabula preferida que la avaricia imprudente no comprenderá jamás, que se toca porque se quiere, que se toca cuando se quiere, y no, cuando se puede, que porque si, es una razón porque se siente, y la locura, no es locura hasta el fin de la nada y en realidad, no tendrá siempre importancia.
Los gustosos recuerdos, cosas felices, felices momentos, risas, sonrisas, verdes prados, cabellos oscuros, cabellos rubios tal vez con olor a manzanas, dorados y brillos, algunos abrazos, algunos nombres, alguna cercanía a la boca, Poseidón y bondad robada, y un poco de orgullo lleno de abismos, de mentiras y verdades, y del día que comenzaron a quererse, aquellos cuyo reflejo no se hallaba en sus espejos y ya nada pudo con su compasión y su virtud, y se adornaron al fin en cubrecamas de pieles a las tres de la tarde como la concepción de un hijo.
Extrañar, siempre seguir extrañando lo necesario del llanto en su mayor ironía, de no lograr hacerlo por vivir, en lugar de sobrevivir en el intento, el deseo sin muerte ni penumbras de la nueva y dulce agonía en el placer, en lo que serían canciones en el vientre, la dulce voz, del sur, hacia el sur como canela y verano sobre un girasol, sobre un velero de luna nueva saber, tal vez… cierta incertidumbre.