Alicia S. Camacho, ex subsecretaria y actual Presidenta del PP catalán, fue citada por la ex novia del hijo que es del ex presidente de la Generalitat J. Pujol, a fin de contarle la delictuosas andanzas de este en su oficio sin profesión: comisiones millonarias, bolsos cargados de millones, fronteras burladas, cuentas cifradas, paraísos fiscales.
Eligieron para reunirse el restaurante La Camarga, sin intuir la amarga experiencia que les aguardaba y de la mano de quién menos la esperaban, el florero que adornaba la mesa espiaba para la detectivesca agencia Método 3.
Cuando se supo del latrocinio la Srª. Camacho y el partido convocaron atronadoras ruedas de prensa donde hablaron grandilocuentes sobre libertades, seguridades y derechos a proteger de la mano de la ley.
En esa esperanza y espera estábamos cuando se difundió, como un susurro, la noticia de que la lideresa había alcanzado un acuerdo con los espías. Por el que asumían el delito y cifraban en 80.000 euros la indemnización.
Dinero que antes pagaron a la agencia políticos corruptos para corromper y que ahora ella lava, dice que, a través de una ONG, obviando que en materia de justicia, honradez y transparencia somos tercer mundo.
Un intolerable apaño que empaña el escándalo, eso es. Y es que una cosa es la brega política y otra el real deseo de hacer justicia entre los de su grey. Para las penalidades de esa parca ceremonia está el florero que ni es cargo, ni lo fue.