Partera Celedonia
teje ovillos de sombra mientras
mira
pasar la eternidad.
¿Qué trashumancia es esta
que cruza por mi alcoba y en la
noche
me desvela?
Son ciegas
manadas de carneros que entrechocan
sus cuernas e iluminan
con su chispa el espanto
de su estampida. Viejas
legiones de procónsules que vuelven
de la región del frío sin saber
que alguien teje la niebla,
esa celada cruel con que la Muerte
acecha el desatino
de las generaciones.
Celedonia no para de tejer,
asomada a la huesa del caliche,
cómplice de ese oscuro
afán de las arañas.
No hay noche que no escuche
un relincho en las sombras,
el balido terrible de un rebaño,
el grito de un soldado
que maldice en latín
mientras se precipita.
Como de oficio, cada
mañana, Celedonia
barre de los rincones alas rotas,
hebras de lana, élitros, despojos
de los desheredados
que regresan del sueño de Estambul
en la noche tan negra
de las locomotoras.
De Caliches. 2009
De Caliches. 2009