"-- ¿Has renunciado al sexo?
-- ¡No! --dijo ella con una indignación que no explicó.
-- Yo, es como si hubiera renunciado --dijo él. [...] Casi un año, en realidad. Era cada vez más insatisfactorio, hasta que renuncié a intentarlo. No valía la pena. No merecía el esfuerzo. Y, sin embargo, yo..., recuerdo..., sé cómo tendría que ser.
-- Bueno, es lo mismo, --dijo Tetkver --. Me divertí mucho copulando, hasta los dieciocho o diecinueve. Me parecía interesante, y había placer. Pero después... no sé. Como tú dices, empezó a ser insatisfactorio. Yo no quería p!acer. No sólo placer, quiero decir.
[...]
-- ¿Qué tiene de malo el placer, Takver?
-- No tiene nada de malo. Y en realidad lo quiero. Sólo que no lo necesito."
LeGuin, Úrsula K.: Los desposeídos.
México, Minotauro, 2023, pp. 216-217.