De nuevo la cumbre de la Peñota, esta vez desde Cercedilla, en un día de nieve y de ventisca en las zonas más altas. El sol no aparece en toda la jornada. Un lujo, a pesar de las penalidades... pero esto es lo que tiene la montaña y lo que hay que aprender a disfrutar
Curavacas desde San Felices de Castillería, junto a la iglesia románica de San Pedro. Los cinco núcleos asentados en el valle de Castillería son Estalaya (donde “el Roblón”), Verdeña, San Felices, Herreruela de Castillería y Celada de Roblecedo. Desnudos bosques de roble tapizan las laderas, dominados por la montaña más característica del entorno. Un paraje de ensueño con la piedra dorada, los bosques y las montañas.
Menudo año, así da gusto. En este caso volvemos a Asturias, por la zona de El Pedroso y el monte Hibeo, con árboles despelujados y casitas de colores, el rosa palo, un tímido verde y un granate intenso, aparte del azul cobalto que destaca entre todas las demás. Entre la blancura inmaculada, los colores resaltan con especial intensidad…
El crujir de las pisadas sobre la nieve, el azul del cielo y la valla de piedra que separa dos universos totalmente diferentes, el libre y salvaje de las montañas por un lado, la llanura y la gran ciudad por el otro. Una frontera capaz de delimitar el ruido y el silencio, la inquietud y la calma. Las piedras, rombos, triángulos, esferas, mantienen un equilibrio estable, mientras las ramitas verdes de la retama asoman por donde pueden.
Siempre me ha llamado la atención el silo oxidado que en estos momentos contrasta con el paisaje blanco tras la copiosa nevada de hace algunos días. Cierto que no paran los trenes, y que los que pasan lo hacen bien deprisa. No es el tren bala pero se le aproxima bastante, a pesar de que apenas se aprecie la sensación de movimiento; las altas velocidades congelan todo lo que se pone por delante. A media mañana empieza a levantar la bruma descubriendo un hermoso e intenso cielo azul (el típico cielo castellano).
¡Happy Chinese New Year of the Earth Ox 2009! Fin de año en China. El año del Buey comienza hoy, 26 de enero, paciencia para soportar estos nuevos tiempos. En la estación nada destaca salvo la línea amarilla junto a la vía, cielo gris, suelo blanco, y las líneas eléctricas que mantienen el sistema (catenarias creo que se denominan las líneas que transmiten la potencia eléctrica a las locomotoras). Muy fotogénicas estas estaciones medio abandonadas, donde apenas paran los trenes…
Quintana nevada. Es verdad que cuando cae la nieve sobran las palabras, y se hace un silencio rotundo que todo lo invade. El caserón, a pesar de su aparente abandono, siempre me gustó. Conserva intacta su estructura y todo el tejado, pero los años pasan y se deja notar la falta de mantenimiento. En un tiempo fue restaurante e incluso hostal pero de eso hace ya muchos años y ahora lo colonizan las grajillas, palomas y murciélagos veraniegos. Destacan los colores de la madera de las ventanas, el zócalo y el ocre de los vecinos. ¿Pintura o fotografía? El banco de la puerta invita a la meditación…
Hikkimori montañero, los pinos, la luz, la nieve y las montañas… Luces y sombras sobre los azules del Guadarrama (el cielo es azul, la nieve es azul, los pinos son azules).
Luces y sombras, hielo, los árboles nevados y el cielo azul. Tranquilidad y silencio después de la tormenta. Algunos petirrojos juguetean en busca de alimento. Una postal de navidad (de las recientes vacaciones asturianas)…
Un hikkimori es un joven que huye de la sociedad, encerrándose en su habitación con la única compañía de Internet, la música y los videojuegos. Algunos estudios afirman que en Japón ya hay más de 1’2 millones de afectados. Yo, en cambio, prefiero perderme en la montaña, sólo muchas veces, rodeado de la naturaleza, escuchando los pájaros y viendo la evolución de las nubes.
No sé muy bien si es poesía ese mágico poder de fijar la luz en un instante, o si es el hecho de combinar la imagen y la palabra quien nos despierta las sensaciones que percibimos en la punta de los dedos (aunque en ese delicado juego jamás podremos olvidar a la música).
Un instante en Segovia, la iglesia de San Andrés y la fuente de la plaza de la Merced tomada por las palomas, revuelos y trompicones tras el susto que, sin querer, provoca mi presencia. En apenas un suspiro consigo detener el vuelo de las palomas, al mismo tiempo que se paraliza el agua del surtidor en contra de las fuerzas de la gravedad. Dos momentos alados, el mágico poder de fijar la luz en un instante, la posibilidad de proezas inimaginables…
Mini cascadas en el Manzanares, de la sesión de ayer en el pantano. El Manzanares es el principal aporte de este embalse, a mitad de camino entre su nacimiento en el Ventisquero de la Condesa y su tránsito por la capital. En este caso la imagen del río corresponde a su paso por la bonita localidad serrana de Manzanares el Real, al pie de la Pedriza, rodeado de pescadores de trucha y algunos mirones. El agua siempre ha sido una imagen absolutamente relajante…
Una mañana de paseo por el embalse de Santillana. Agua y piedras sobre la superficie helada, aparte de las numerosas aves entre las que destaca una juguetona lavandera y las nutridas colonias de patos y de cigüeñas. Son esas cigüeñas que permanecen con nosotros a lo largo de todo el año y que una vez que se hacen sedentarias ya no tienen ninguna necesidad de volver emigrar. El actual nivel de las aguas permite caminar por la antigua carretera que discurre por medio del embalse y que habitualmente permanece cubierta y oculta a los ojos humanos. Su trazado divide la superficie liquida en dos porciones asimétricas y pone en evidencia estructuras del pasado que ahora carecen de sentido. A mi todo esto me recuerda a las ruinas y a los cementerios pues no es posible imaginar la ciudad fantasma que nunca existió bajo estas aguas. Las piedras, el hielo y los reflejos sobre el agua daban mucho juego en una mañana agradable y soleada.
Desde el Hospital de la Fuenfría al pico de la Peñota, un precioso mirador a pesar de que apenas alcanza la cota de los dos mil metros.
Una pequeña carretera que se interna en lo más profundo del valle, un par de horas caminando, el abrazo a un roble centenario, San Felices (bonito nombre a fe mía), Herreruela y la iglesia de san Miguel con su espadaña de tres campanas, hojitas heladas cubiertas de escarcha, algunas hayas jóvenes, acebos y el toque de color de los frutos rojos del escaramujo, el rosal silvestre. Diferentes perspectivas, agua, montañas, vistas al pico Curavacas a través del bosque, un arrendajo que revolotea por los alrededores, caballos y vacas lamiendo la sal de la carretera, la sabiduría de la naturaleza.
Una imagen navideña pues la nieve siempre evoca la navidad, las luces de colores, el calor del hogar… El sol se va escondiendo. Atardece y los dorados del cielo aparecen reflejados en la carretera. Al fondo destacan las casitas de colores del pequeño pueblo asturiano, recostado contra las montañas nevadas. ¡Qué mejor forma de recibir la noche! Más que una foto, un cuento de navidad
Un ejemplar muy confiado, encontrado en Mestas de Con.
Nieve en el mirador Pedro Udaondo (en Asiego).
En la vertiente norte de Picos, entre Arenas y Carreña.
Frío intenso, el termómetro por debajo de cero prácticamente durante toda la jornada, a pesar de que algún rato aparece el sol y sus reflejos llenan de luz y de alegría los campos cubiertos de nieve. Los alrededores de la estación destacan entre el blanco inmaculado. Se acaban las vacaciones, volvemos a la realidad.
San Frutos Pajarero, patrón de Segovia, a las puertas de la catedral. En una mano su báculo y en la otra el libro cuyas hojas pasan, imperceptiblemente, cada 25 de octubre.
Últimas luces. Prácticamente se acabaron las fiestas y en unos días todo volverá a la normalidad, al trabajo y la rutina diaria… Esperemos que los nuevos proyectos y los buenos pensamientos para el nuevo año no queden olvidados en un cajón y que podamos, poco a poco, hacer nuestros sueños realidad.
