Y las noches se hicieron largas. Tan largas como el camino que me lleva a ti. A tus pies. Noches de giros en la cama para no encontrarte nunca. Noches de sueños y pesadillas. Alejado de tu calidez, de tus abrazos, del sonido de tu respiración, del hilo de tus sueños.
Y el sueño, manto negro de vacío sin esperanza, ese sueño viene a por mí, pero no me dejo llevar sin antes haber oído tu voz. No sin tu voz acariciándome los oídos, no sin haberte dado las buenas noches, tristes buenas noches, aunque a la vez me pese oírte y no tocarte y saberte lejos.
Pero todo esto ya pasa... ya pasó, y agotado me dejo atrapar por el sueño, confiado en despertar con el roce de tu espalda, con la caricia de tu mano, con un buenos días que consiga que sonría.
Buenas noches, y que descanses.