Ayer guardé nuestra mentira bajo llave, en la caja transparente que tú me regalaste.
No tardó en salir a la luz: tenía las patas muy cortas y el cuerpo muy maleable.
Oigo un rumor de miradas que acompasan, un zumbido cruzado de murmullos que me inducen a aligerar el paso. No, si yo ya corro desnuda por las calles, pero la ciudad se me acaba sin encontrarte.