jueves, 31 de mayo de 2012

Cormac McCarthy - "Meridiano de sangre"


Por momentos, gore, aunque teniendo en cuenta el lugar y la época en que se desarrolla la historia puede que una vez más, la realidad supere a la ficción. En otros podría ser perfectamente el libro del que Chris saca párrafos para reflexionar en su programa de la K-Bear. Descripciones cinematográficas, casi imposibles de puro detalladas. Suciedad, sangre, polvo, violencia, locura...

La verdad sobre el mundo es que todo es posible. Si no lo hubierais visto desde el momento de nacer y despojado por tanto de su extrañeza os habría parecido lo que es, un juego de manos barato, un sueño no febril, un éxtasis poblado de quimeras sin analogía precedente, una feria ambulante, un circo migratorio cuyo destino final después de muchos montajes en otros tanto campos enfangados es más calamitoso y abominable de lo que podamos imaginar.

La guerra es la forma más pura de adivinación. Es poner a prueba la voluntad de uno y la voluntad de otro dentro de esa voluntad más amplia que, por el hecho de vinvularlos a ambos, se ve obligada a elegir. La guerra es el juego definitivo porque a la postre la guerra es un forzar la unidad de la existencia. La guerra es Dios.

La ley moral es un invento del género humano para privar de sus derechos al poderoso en favor del débil. La ley de la historia la trastoca a cada paso.


El caballo miraba hacia lo lejos, más allá del saber del hombre, allí donde las estrellas se ahogan y las ballenas transportan su alma inmensa por el negro mar inconsútil.


Pdta: ¿Quién coño elegiría la imagen de la portada? ¿Leería el libro antes?

lunes, 28 de mayo de 2012

De cabreo por Gredos

Sí, sí... De cabreo porque los gemelos una vez más me han impedido participar en una prueba, en este caso el 1/2 IM de Aveiro y porque he andado rodeado de cabras todo el fín de semana. Así que para darles un escarmiento a los primeros me fuí a Gredos con la mochila grande bien cargada para ver si subiendo unos miles de metros se acababan de romper o se ponían como unos machotes. 

Al final, ni lo uno ni lo otro, porque los que pagaron "el pato" fueron los piés que se llenaron de ampollas y el que suscribe que vivió un domingo de tortura china durante los veinte kilómetros de la jornada.

El plan era estupendo. Después de buscar una ruta por Gredos que fuera inédita (para mí), que no quedase muy lejos de casa para no tener que andar todo el día en el coche, aprovechando la buena previsión meteorológica me decidí por la Garganta de Bohoyo volviendo por la de Navamedia. Recorrido circular con apenas un par de kilómetros por asfalto para unir el punto final de la ruta con el lugar donde se deja aparcado el coche a la ída. Unos 1600 metros de desnivel positivo y 34 km totales a patear.

Después de algunos imprevistos tempranos: Tener que arrancar el coche con ayuda de unas pinzas conectadas al de mi padre (dos meses en la cochera sin sacarlo), de una parada técnica en Béjar para comprar protector solar (y que a la salida el coche tampoco quisiera ponerse en marcha teniendo que pedir ayuda a una pareja de la Benemérita que por allí pasaba) llegué al aparcamiento y punto de inicio del recorrido. A todo ésto es la una del mediodía; una hora muy poco montañera.



Me calzo el macuto que pesa un huevo (lo malo de llevar mochila grande es que siempre acabas metiendo un montón de "por sis" que luego nunca llegas a utilizar), me ato las botacas que no me ponía desde el 31 de diciembre, y con malos presentimientos aunque a buen ritmo inicio la subida con la compañía en todo momento del río, primero por una pista en buen estado sombreada por robles y luego por un sendero precioso que me hizo acordarme de la bici de montaña.

Caminante no hay camino...

Si hubiese venido Xavi Fané ahora estaríais babeando con las fotazas, porque la primavera ha llenado la montaña de colores, pero habrá que conformarse con lo que el menda y su camarita hicimos.




A esta ruta se la conoce como la "antigua puerta de Gredos", pues era la ruta utilizada por pastores, cazadores y los primeros montañeros para llegar al corazón de la sierra antes de la construcción de la carretera de Hoyos del Espino a la Plataforma.





Lo bueno de este recorrido tan poco conocido, es que solo me crucé con seis personas durante los dos días, de ellas una pareja de domingueros que me encontré al principio y que ya se daban la vuelta a los cinco kilómetros del inicio. Está muy bien señalizado con placas y postes, así como con los típicos montones de piedras dejados por los montañeros, y hay cinco refugios perfectamente habilitados para resguardarse.

Tras algo más de dos horas el hambre apretaba y extendí el mantel junto a esta poza con sus dos pequeñas cataratas donde me puse las botas con una tortilla de patatas de la Mamma y pan de semillas untado con humus, mientras remojaba los piés en el agua fresquita. Rico, rico...

Comedor con vistas


La zona es frecuentada por vegetarianos varios como se ve...
Ya con el estómago lleno y tras superar una zona de peñascos y placas pulidas por el agua, llego al cuarto refugio, y desde allí, tras un gran pastizal bien empinado llegué al último, el de Belesar. Planté el campamento, tras catorce kilómetros y unas cuatro horas y media, porque justo al llegar noté cómo se rompía una ampolla en el pié izquierdo, seguida al poco por la del otro. Aunque el plan era llegar al ecuador del recorrido, la portilla de Bohoyo, cuyas vistas de los "grandes" de Gredos son magníficas, decidí parar y mimar los piés con todo lo que llevase en el botiquín para darlo todo al día siguiente.

Tras una cura cuidadosa con betadine y la aplicación de esas tiritas nuevas transpirables que simulan la piel natural y que tan buenos resultados me han dado en otras ocasiones, me dedico a disfrutar de las vistas, leer algunas páginas del divertidísimo libro que me he llevado ("Vacaciones con papá" de Dora Heldt), escuchar música... Espero con ansia a que anochezca para disfrutar del cielo nocturno de Gredos en un día claro, un espectáculo indescriptible para los urbanitas, pero me relajo en exceso y me quedo dormido. Cuando me despierto, hace fresco y no apetece salir del saco.


Sin caer en tentaciones...

Campamento base


Con energías renovadas y descansado (la colchoneta nueva que he comprado me ha reconciliado con las noches en tienda de campaña) desayuno unas barritas y bien temprano me lanzo a la conquista de la "cumbre" de la ruta, con unos 2400 metros de altura. Llego al collado del Belesar sin problemas, y tras cruzar una interminable pared de piedra (se asemeja a la Gran Muracha China) y superar un empinado prado aparecen poco a poco ante mis ojos las siluetas de el Gutre, el Venteadero y el Almanzor. Cuando llego por fín a la portilla de Bohoyo me paro un rato a disfrutar de la vista de estos gigantes, así como de las Cinco Lagunas, otro paraje de muy grato recuerdo por excursiones pasadas junto a viejos amigos.

La primera pared con los "gigantes" de Gredos al fondo.

Las Cinco Lagunas

La Gran Muralla China de Gredos. Sólo pensar en los pobrecitos que tuvieron que construírla en un lugar de tan difícil acceso para mayor gloria de los "Grandes" de España...


A pesar de las vistas, poco disfruté, pues el anticipo de lo que me esperaba el resto del día me hacía temer lo peor. Si alguien me hubiese visto, habría descrito la situación como una de esas secuencias en las que una mujer con taconazos camina por una zona empedrada. Tenía ya los piés en carne viva como se suele decir, y claro, la situación no era la más aconsejable para andar así teniendo en cuenta además que me restaban unos 18 km para llegar al coche. Hice de tripas corazón y me animé pensando que lo que me restaba no tenía mala pinta (sobre el papel, claro). Había que volver hasta la Hoya del Belesar (me abstuve de explorar más en dirección al Almanzor como me hubiese gustado), subir al collado del mismo nombre y seguir paralelo a otra pared de piedra que allí nace hasta darme de bruces con la cabecera de la garganta de Navamedia.


Este tramo no estuvo mal, lo confieso. El terreno predominantemente llano, con el aliciente de cruzar unos cuantos neveros, y el suelo bastante regular me dió un respiro. Tras llegar al refugio que hay en el extenso prado llamado de Regajo, comienza el descenso acompañando al agua hasta la cabecera de la garganta de Navamedia. Y aquí comienza el calvario: Prado irregular, blando y lleno de agujeros, con pronunciada pendiente.


 

 A continuación hay que superar un barranco pedregoso sin senda marcada, saltando de piedra en piedra y sin un metro cuadrado llano o despejado. Maldiciendo la elección del calzado (aunque llevar las zapas de trail como en otras ocasiones, probablemente habría acabo en esguince de tobillo) llegué por fín al "Chozo Quemaculos" (bonito nombre para un refugio) sobre las dos de la tarde, donde paro a comer y a compadecerme un poco de mí mismo.

Con el estómago lleno, pongo el piloto automático en modo "jumento" como en otras ocasiones parecidas y calculando que me restan unas dos horas para llegar abajo del todo, desconecto y me dedico a poner un pié delante del otro. Cuando ya me las prometía felices, porque según el gps me quedaba menos de un kilómetro para llegar al pueblo, me topo con una de esas anécdotas que parece que me persiguen en estas ocasiones. Una portera tapa el camino, la abro y al pasar al otro lado hay un cartel que indica que se mantenga cerrada. Extrañado, continúo y al doblar una curva me topo con una manada de vacas negras, grandes, con cuernos como coches (bueno, a lo mejor coches pequeños...) y mirándome pero que muy mal. Vale que soy algo miedoso con estos animales, pero es que no entiendo que siendo vegetariano como ellas, me pongan siempre en bretes semejantes. Hago el amago de pasar como si nada (estaban en mitad del camino) y un par de ellas se levantan y se me encaran... doy marcha atrás silbando como si nada, y tengo que trepar unos cincuenta metros campo arriba entre arbustos para rodearlas y llegar al otro extremo de la parcela, donde triunfal les dedico un corte de mangas.

Por fín llego a Navamedia, y tras la foto al cartelón, de rigor, enfilo el asfalto que me llevará al coche en una media hora.



De camino hacia el coche, mientras echaba un trago a la sombre, le estuve contando mis penas a este chaval tan guapetón y simpático.

Por fín me puedo quitar el mochilón de la espalda y tirar las botas al fondo del maletero.Pero... ¿Os acordais de los problemas de batería del coche? Efectivamente amigos, al girar la llave del contacto, el silencio fué lo único que obtuve como respuesta. Todavía me tocó empujar el coche por la pista hasta conseguir algo de velocidad para arrancarlo "a empujón". 

Aventuras y desventuras aparte, la ruta es muy bonita; quizá más la primera parte que la segunda, aunque mi opinión no sea muy objetiva porque el domingo no presté demasiada atención al paisaje. Me gustaría repetir la subida por Bohoyo para empalmar por el Almanzor con la ruta típica desde la plataforma.

Esta mañana, acompañando a mi padre al hospital, los quinientos metros que separaban el lugar donde aparcamos de la entrada, me han costado unos quince minutos de agonía, y las miradas de los que pasaban a mi lado que debían pensar que estaba imitidando a Chiquito de la Calzada. Jejejejeje...

Gracias a todos los que hayan llegado hasta el final del ladrillazo de esta aventurilla. Si alguno tiene interés sobre la ruta puede encontrar más información en el especial sobre Gredos de la revista Grandes Espacios en su número de octubre de 2011. En cuanto a esta ruta concreta, tanto los comentarios sobre el recorrido, como fotos y el track para el gps lo saqué del siguiente blog.

jueves, 24 de mayo de 2012

Expebición 2012: Primeras pruebas de campo - 2ª parte

Ya llegó la bolsa de sillín, y tras una salida de prueba con la tienda de campaña dentro (la que llevé enganchada en el manillar en la otra prueba: 2kg), no puedo estar más contento. La bici se nota algo más torpe al ponerte de pié, pero no se mueve apenas y tras buscarle las "vueltas" por bajadas complicadas y senderos, le doy el aprobado con nota alta.
Tiene una pinta estupenda: Diseño ingenioso y construcción llena de detalles muy logrados. Además es muy grande, por lo que en caso de necesidad se puede meter dentro mucho material.

Foto montada con la tienda de campaña en su interior.

Tiene cinchas de compresión para reducir o ampliar su tamaño según la carga y que así todo vaya perfectamente sujeto.

Cierre tipo bolsa estanca. Aquí totalmente abierta.


martes, 22 de mayo de 2012

Kona Unit: Detalles








Lo primero que hice fué bajar con ella a La Pesquera. ¡Rito iniciático! 

lunes, 21 de mayo de 2012

Willy Uribe - "Sé que mi padre decía"


Mi padre no gustaba a nadie, estaba solo aunque dijera, a quien quisiera escucharle, que el cabrón de su hijo algún día volvería para pedirle perdón, porque un hijo nunca deja a un padre. La indiferencia y el silencio son armas inmejorables, eso me lo enseñó mi padre.

Supongo que fué en su bar donde conocí al Athletic de Bilbao, porque entre toda la parafernalia rojiblanca que adornaba las paredes sólo faltaban las cabezas disecadas de algunos jugadores.

Descarnada, cotidiana, realista y negra, muy negra. Omnipresente durante todo el texto la crítica a la burguesía bilbaína y al nacionalismo excluyente.
Todo un descubrimiento.

domingo, 20 de mayo de 2012

Estreno de La Gitana a lo onvre.


Está claro que no era el recorrido ideal para una bici con una sola velocidad, ni para una rígida total, pero tenía ganas de probarla y probarme, y ayer fué uno de esos días en que tengo la necesidad imperiosa de pegarle patadas a los pedales para echar todo lo que llevo dentro. Así que...

Uno de mis desafíos personales en bici de montaña por la Sierra de Francia, con variantes más o menos largas, más o menos duras. En este caso, dejando el coche en La Cruz de la Rubia me planté al pié del Copero acoplándome a la Kona por las pistas cercanas a la fuente de Aguas Blancas. Con un 32x22 la velocidad de crucero es de unos 16 km/h; como más cómodo me siento en SS es con un 20 detrás, pero el 22 es el que venía montado y no quise cambiarlo de momento.

Inicio de la subida al Copero. Lo que queda!!!!
Sólo queda la mitad.
 La subida al Copero es larga y dura (ver la gráfica) y no tuve más remedio que echar pié a tierra en algunos tramos, aunque más por falta de forma que otra cosa, porque creo que se puede subir sin problemas. Una vez arriba, me comí un buen bocata disfrutando del paisaje: La Hastiala, el valle de Monsagro...

                                                              Cima
El descanso del guerrero.

De allí vengo.

Y allí voy.
Para bajar a Monsagro hay un sendero que hacía años que no pisaba. Muy disfrutón con la doble, pero difícil para una rígida, sobre todo en su primera parte que está bastante deteriorada y te obliga a pasar por numerosos tramos de pedriza con pedrolos como balones. Un par de sustos me hicieron tomarme las cosas con calma; no quise que ni la flecha ni el indio se hiciesen daño.

Este rebaño de cabras salvajes me acompañaron un rato en la bajada.

Llego a Monsagro con un dolor de manos de la leche, pero sonriendo porque el último trozo es muy divertido, lleno de curvas cerradas que te obligan a entrar derrapando para poder trazarlas, prados llenos de helechos y castaños, sol...

Toca subir un tramo de asfalto antes de pillar la desviación a "La Yunta" en el corazón del valle y cerca del nacimiento del río Agadón, al que luego acompañaré de vuelta siguiendo el GR-10. Empiezo a estar cansado y el tramo de subida me deja exhausto; menos mal que pasa rápido y tras una bajada por pista en buen estado llego a La Yunta. Es un lugar emblemático para mí. De pequeño íba mucho con mi padre y mi abuelo, que pescaban truchas a mano, o de merienda. Aguas cristalinas, helechos y bosque conforman un entorno mágico.

¿Y si me quedo a dormir?

Comienza lo más divertido del recorrido. El sendero que baja desde aquí hasta Monsagro, acompañando al Agadón por su márgen derecha es lo que todo buen aficionado al mtb anda siempre buscando. Estrecho, sinuoso... Es ciclable casi al cien por cien, y las ocasiones en que debes poner pié a tierra casi se agradecen, por disfrutar del paisaje que te rodéa. Lamentablemente la fatiga empieza a hacer acto de presencia. Es un sendero exigente, sin descansos, y el cansancio unido al no llevar suspensión ni posibilidades de regular el desarrollo me obligan a echar pié a tierra más de lo esperado. Aún así, llego a Monsagro, donde me detengo a echar una foto y recuperar el resuello. Allí me pilla un chaparrón de cinco minutos (había una nube negra que me íba persiguiendo como en los dibujos animados y no paró hasta descargar sobre mi cabeza).

Pasarelas de madera como los americanos.

Alguna parada para hacer turismo
Sendero va
Sendero viene
Por fín en Monsagro. Fué hacer la foto y ponerse a llover.
Llegados a este punto, decido acortar y volver al coche por asfalto. Error! Viento en contra y pocas fuerzas más desarrollo único, me hicieron sudar la camiseta para llegar.

Todo este rollo que os he metido para tan sólo 32 km y unas cuatro horas. La Gitana se ha portado como una campeona, aunque tengo que hacer algunos cambios y ajustes para dejarla a mi gusto. Me temo que voy a buscar una horquilla de suspensión para alternarla con la rígida (los años no perdonan). Igualmente montaré 1x10 para disfrutar de rutas más ambiciosas con la 29er y que es fácil de quitar cuando quiera optar por el SS.

¡Me estoy haciendo mayor!