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Pues bien, en Canarias tenemos un magnífico ejemplo de Gran Ciencia con el Instituto de Astrofísica de Canarias y sus dos observatorios: el Observatorio del Teide (Tenerife) dedicado fundamentalmente a la investigación solar y el Observatorio del Roque de los Muchachos (La Palma) centrado sobre todo en la observación nocturna. Cuando el próximo 24 de julio se inaugure oficialmente el Gran Telescopio Canarias (GTC) con un espejo de 10’4 metros estas islas seguirán estando a la cabeza de la investigación astrofísica mundial.
Tuvimos la oportunidad, este fin de semana, de acudir a una de las periódicas jornadas de puertas abiertas del Observatorio del Teide. Afortunadamente, desde hace tiempo se ha asentado el criterio de que la inversión económica realizada debe revertir en la sociedad, no solo en forma de extensión del conocimiento disponible para la comunidad científica, sino, además, en forma de divulgación y educación social. Por esto mismo resulta significativo que no se congregue, ni mucho menos, más gente a las puertas del observatorio que los que celebran el ascenso del equipo de fútbol de sus amores (bueno, en realidad, no deja de ser una comodidad para los que sí acudimos a esta cita). Siempre es un placer disponer de una pequeña ventana al trabajo de estos científicos.
Sin embargo, la visita estaba estructurada de una manera, quizás, demasiado convencional. Un guía recogía a un grupo de unas 20 ó 30 personas y los iba dejando a cargo de los investigadores que esperaban en cada uno de los telescopios y laboratorios donde explicaba sus características y el trabajo que allí se realizaba. Faltaba alguna actividad o explicación introductoria del trabajo del IAC y quizás algo más de material gráfico durante el recorrido. En la ruta que nos tocó empezamos por el veterano Telescopio Carlos Sánchez (con un espejo primario de 1’52 metros), luego fue el turno del Laboratorio Solar especializado en la heliosismología (un referente mundial en este campo) y continuamos con el franco-italiano Themis dedicado sobre todo al magnetismo solar. En este último, después de subir siete plantas, dado que el ascensor se estropeó, pudimos asistir a la rotación de la cúpula desde el interior. El efecto fue muy curioso porque parecía que éramos nosotros los que dábamos vueltas. Aquí nos enteramos de que el 60% de la investigación mundial en Física Solar se hace en Canarias. Menos mal que destacamos en algo (permítasenos el plural por una vez). Esto fue complementado con prácticas de observación solar con telescopios de aficionados y un pequeño vídeo que trataba de explicar (de manera no muy afortunada) las distintas magnitudes del universo. Fue una pena que otros telescopios, como el VTT alemán o el OGS de la Agencia Espacial Europea estuvieran integradas en otras rutas. En cualquier caso, la visita duró unas tres horas, más o menos, lo que se puede aguantar a 2.400 metros de altitud con una enorme insolación y rachas de unos 60 km por hora de viento que hacía que estuviéramos corriendo una y otra vez detrás de las gorras.
Tuvimos la oportunidad, este fin de semana, de acudir a una de las periódicas jornadas de puertas abiertas del Observatorio del Teide. Afortunadamente, desde hace tiempo se ha asentado el criterio de que la inversión económica realizada debe revertir en la sociedad, no solo en forma de extensión del conocimiento disponible para la comunidad científica, sino, además, en forma de divulgación y educación social. Por esto mismo resulta significativo que no se congregue, ni mucho menos, más gente a las puertas del observatorio que los que celebran el ascenso del equipo de fútbol de sus amores (bueno, en realidad, no deja de ser una comodidad para los que sí acudimos a esta cita). Siempre es un placer disponer de una pequeña ventana al trabajo de estos científicos.
Sin embargo, la visita estaba estructurada de una manera, quizás, demasiado convencional. Un guía recogía a un grupo de unas 20 ó 30 personas y los iba dejando a cargo de los investigadores que esperaban en cada uno de los telescopios y laboratorios donde explicaba sus características y el trabajo que allí se realizaba. Faltaba alguna actividad o explicación introductoria del trabajo del IAC y quizás algo más de material gráfico durante el recorrido. En la ruta que nos tocó empezamos por el veterano Telescopio Carlos Sánchez (con un espejo primario de 1’52 metros), luego fue el turno del Laboratorio Solar especializado en la heliosismología (un referente mundial en este campo) y continuamos con el franco-italiano Themis dedicado sobre todo al magnetismo solar. En este último, después de subir siete plantas, dado que el ascensor se estropeó, pudimos asistir a la rotación de la cúpula desde el interior. El efecto fue muy curioso porque parecía que éramos nosotros los que dábamos vueltas. Aquí nos enteramos de que el 60% de la investigación mundial en Física Solar se hace en Canarias. Menos mal que destacamos en algo (permítasenos el plural por una vez). Esto fue complementado con prácticas de observación solar con telescopios de aficionados y un pequeño vídeo que trataba de explicar (de manera no muy afortunada) las distintas magnitudes del universo. Fue una pena que otros telescopios, como el VTT alemán o el OGS de la Agencia Espacial Europea estuvieran integradas en otras rutas. En cualquier caso, la visita duró unas tres horas, más o menos, lo que se puede aguantar a 2.400 metros de altitud con una enorme insolación y rachas de unos 60 km por hora de viento que hacía que estuviéramos corriendo una y otra vez detrás de las gorras.