"Autumn Jewels"-Ford Smith fine art
No es decadencia el otoño. Aunque no explosionen en color las flores, aunque crujan las hojas secas bajo nuestros pies, aunque el cielo gotee camuflando las lágrimas de un triste recuerdo y el viento forme remolinos alrededor.
Es la antesala al descanso, el prólogo al sueño reparador para un futuro glorioso renacimiento. Una invitación a abrir puertas y ventanas al aire que se renueva, a los colores cálidos, al sol amable que abriga sin quemar. A la serenidad.
No, no es el otoño un empezar a morir.
Tan solo una llamada tímida a los paseos que estimulan los sentidos, a las manos frías unidas, a la lectura sosegada, al reposo de los latidos más galopantes. Un dulce silbido animándote a descubrir o redescubrir, respirar su aroma, saborear con deleite su belleza rubia, pelirroja y castaña; a paladearla como lo harías con un buen chocolate. Es un boleto premiado para una conversación cómplice frente al fuego como única luz.
Tiempo de galletas, de café caliente y pan, de castañas, nueces y avellanas... De granadas, membrillo, moras, higos y manzanas.
Joya entre las joyas, tiempo de riqueza. Tiempo de cosecha.
Ana Sefern