martes, 29 de mayo de 2012

Alfonsina Storni, aniversario de su nacimiento

Nace el 29 de mayo de 1892 en Suiza… Ella… Alfonsina Storni, una mujer “dispuesta a todo” tal cual el significado de su nombre.
La poeta estudió la carrera de maestra rural en Coronda, y allí recibió su título profesional. Adquirió un lugar sobresaliente en la comunidad escolar, consiguió un puesto de maestra y se vinculó a dos revistas literarias, “Mundo Rosarino” y “Monos y Monadas”. Allí aparecieron sus poemas durante todo ese año, y si bien no hay testimonio de ellos, sí se sabe de otros publicados al año siguiente en “Mundo Argentino”, y que tienen resonancias hispánicas.
Poeta en Buenos Aires
Al terminar el año de 1911, decidió trasladarse a Buenos Aires. «En su maleta traía pobre y escasa ropa, unos libros de Darío y sus versos». Así, con nostalgia, evocó su hijo Alejandro la llegada. Pobre equipaje para enfrentarse con una ciudad que estaba abierta al mundo, con las expectativas puestas en esa inmigración que traería nuevas manos para producir y nuevas formas de convivencia. El nacimiento de su hijo Alejandro, el 21 de abril de 1912, definió en su vida una actitud de mujer que se enfrenta sola a sus decisiones. Trabajó como cajera en la tienda «A la ciudad de México», en Florida y Sarmiento. También en la revista Caras y Caretas.
Su primer libro, La inquietud del rosal, publicado con grandes dificultades económicas, apareció en 1916. En un homenaje al novelista Manuel Gálvez, por primera vez en Buenos Aires, en esta clase de reuniones, aparece Alfonsina recitando con aplomo sus propios versos. En junio de 1916, aparece en Mundo Argentino un poema titulado «Versos otoñales». Aunque los versos fueron apenas aceptables, sorprendió su capacidad de mirarse por dentro, que por entonces no era común en los poetas de su generación.
“Al mirar mis mejillas, que ayer estaban rojas
He sentido el otoño; sus achaques de viejo
Me han llenado de miedo; me ha contado el espejo
Que nieva en mis cabellos mientras caen las hojas”.
Hoy, en un nuevo aniversario por su nacimiento, comparto un poema de Alfonsina
La caricia perdida
Se me va de los dedos la caricia sin causa,
se me va de los dedos… En el viento, al rodar,
la caricia que vaga sin destino ni objeto,
la caricia perdida, ¿quién la recogerá?
Pude amar esta noche con piedad infinita,
pude amar al primero que acertara a llegar.
Nadie llega. Están solos los floridos senderos.
La caricia perdida, rodará… rodará…
Si en el viento te llaman esta noche, viajero,
si estremece las ramas un dulce suspirar,
si te oprime los dedos una mano pequeña
que te toma y te deja, que te logra y se va.
Si no ves esa mano, ni la boca que besa,
si es el aire quien teje la ilusión de llamar,
oh, viajero, que tienes como el cielo los ojos,
en el viento fundida, ¿me reconocerás?
romi
 


domingo, 20 de mayo de 2012

Detrás de Aquella Puerta


En algún lugar del gran muro inconcluso está la puerta,
aquella que no abriste
y que arroja su sombra de guardiana implacable en el revés de todo tu destino.
Es tan sólo una puerta clausurada en nombre del azar,
pero tiene el color de la inclemencia
y semeja una lápida donde se inscribe a cada paso lo imposible.
Acaso ahora cruja con una melodía incomparable contra el oído contra el oído de tu ayer,
acaso resplandezca como un ídolo de oro bruñido por las cenizas del adiós,
acaso cada noche esté a punto de abrirse en la pared final del mismo sueño
y midas su poder contra tus ligaduras como un desdichado Ulises.
Es tan sólo un engaño,
una fabulación del viento entre los intersticios de una historia baldía,
refracciones falaces que surgen del olvido cuando lo roza la nostalgia.
Esa puerta no se abre hacia ningún retorno;
no guarda ningún molde intacto bajo el pálido rayo de la ausencia.
No regreses entonces como quien al final de un viaje erróneo
—cada etapa un espejo equivocado que te sustrajo el mundo—
descubriera el lugar donde perdió la llave y trocó por un nombre confuso la consigna.
¿Acaso cada paso que diste no cambió, como en un ajedrez,
la relación secreta de las piezas que trazaron el mapa de toda la partida?
No te acerques entonces con tu ofrenda de tierras arrasadas,
con tu cofre de brasas convertidas en piedras de expiación;
no transformes tus otros precarios paraísos en páramos y exilios,
porque también, también serán un día el muro y la añoranza.
Esa puerta es sentencia de plomo; no es pregunta.
Si consigues pasar,
encontrarás detrás, una tras otra, las puertas que elegiste.
Olga Orozco
Breve comentário
Pienso que Olga Orozco ha descrito en este poema,todas las incógnitas, miedos, y deseos que escondemos, ante lo desconocido, la duda, la necesidad o el deseo de  abrir una puerta..
Tambien señala que detrás de la puerta hallaremos todas las puertas que elegimos en el pasado...Estámos paralizados, entre puertas, pues veremos las malas elecciones anteriores, y entonces la próxima se convierte en plomo, nos llena de miedo, de terror, revelará las mentiras que hemos dicho..

romi.

lunes, 14 de mayo de 2012

Odiseo

  
Odiseo (del griego Ὀδυσσεὺς), también conocido como Ulises (del latín Ulysses), es uno de los personajes más famosos de la historia de la literatura, protagonista del poema épico de Homero que toma su nombre, La Odisea, compuesto según se cree entre 760 y 740 a.C. (aunque otras fuentes lo sitúan en el siglo IX a.C.). En este post me centraré en su figura como personaje literario: el primer héroe “moderno” de la literatura clásica.

Odiseo aparece por primera vez en La Ilíada, el otro poema épico que Homero escribió (o compiló, que de esto mucho se discute todavía) durante la misma época y que suele nombrarse como primero puesto que cuenta sucesos anteriores a su obra hermana. En él, el rapsoda ciego nos narra la invasión y destrucción de Troya por parte de las fuerzas aqueas. En este primer poema épico Odiseo es uno de los reyes griegos más sobresalientes: él mismo comanda la flota de su reino, Ítaca, y, ya en territorio troyano, destaca en el campo de batalla, donde vence a todos sus contrincantes. Pero sobre todo, sobresale por su intelecto, por su incomparable habilidad para urdir argucias con las que salir de un embrollo o tomar ventaja de cualquier situación.
Él es quien convence a
Aquiles para que se una a las fuerzas aqueas y durante toda la invasión se mantiene como el general más taimado y clarividente. Finalmente, tras diez años de asedio y con las huestes griegas totalmente desmoralizadas, es Odiseo quien desarrolla el plan que les dará la victoria final: la estratagema del Caballo de Troya.
‘La Odisea’ es un poema que relata el nostos (regreso a casa) de Odiseo a Ítaca. En él Homero nos canta las peripecias sufridas por nuestro héroe durante los diez años que tarda en poder volver a casa. Durante la invasión de la ciudad también conocida como Ilión (de ahí el nombre del poema), Odiseo le falta al respeto a Poseidón, dios de los mares. Éste, como represalia provoca que los doce barcos de Odiseo pierdan el rumbo de vuelta a Ítaca, viaje que sólo debería llevarles unas pocas jornadas. Tras varias etapas y aventuras (saqueo a los cícones y deriva hasta el país de los lotófagos) acaban en la isla de los cíclopes. Allí, él y doce de sus hombre son recluídos por uno de esos gigantes de un solo ojo, Polifemo. Odiseo maquina otro astuto plan y logran dejar ciego al cíclope y escapar de su gruta. Al emprender la huida en barco, Odiseo ve a Polifemo en lo alto de un acantilado de la isla, lamentando su ceguera y bramando amenazas. El rey de Ítaca lo reta a que le lance rocas gigantes y se mofa agriamente de él. Ésta será su hamartía, su error trágico, pues el cíclope Polifemo resulta ser hijo de Poseidón y el dios del mar no perdonará tal ofensa.
Odiseo tardará diez años en llegar a casa. Primero sufriendo un sinfín de adversidades junto a sus compañeros de viaje y, tras la muerte de éstos, lidiándoselas él solo para mantenerse con vida. Aunque, a decir verdad, nunca estará solo del todo. En el Olimpo, Atenea siempre velará por él y el mismo Zeus resolverá mandar un par de veces a Hermes en su ayuda. En la tierra, su esposa Penélope y su hijo Telémaco conservarán vivo su recuerdo como escudo frente a las pretensiones de los príncipes que se quieren hacer con el derecho a desposar a la (supuestamente) reina viuda y, sobre todo, con el trono de la rica Ítaca.
En este poema Odiseo es el protagonista absoluto, el héroe que resiste todo infortunio, y que sufre indecibles dramas que, unidos, suponen la mayor tragedia que ha padecido hombre alguno. Y es que Odiseo es un héroe cuya naturaleza es nueva en el campo de los mitos griegos: es sólo un ser humano. Hasta entonces todos los protagonistas de los poemas épicos habían sido dioses o semidioses: Perseo era hijo de Dánae y Zeus; Heracles era bisnieto del primero por parte de su madre Alcmena e hijo del mismo Zeus; incluso su coetáneo Aquiles nació de la unión de Tetis, deidad del mar, y Peleo, rey de Tesalia.
Odiseo, sin embargo, es el primer héroe “simplemente” humano, hijo de los reyes de Ítaca, Laertes y Anticlea. Para salir victorioso de las múltiples pruebas a las que es sometido no puede echar mano de una fuerza sobrehumana ni posee ningún arma mágica, como sus antecesores. Es un guerrero hábil (como prueba en ‘La Ilíada’) pero en ‘La Odisea’ no le servirá de nada dicha facultad y sólo su extraordinaria astucia y su inquebrantable determinación de volver a casa harán posible que salga victorioso.
En muchas ocasiones se muestra como un líder especialmente prudente y sabio, aceptando los consejos y preveniéndose ante las advertencias. Cuando sus hombres comen la flor de loto y pierden la memoria, él no comete el mismo error, se resiste, y logra atar a todos y llevarlos de vuelta al barco; cuando recibe un saco con vientos del rey Eolo lo guarda con prudencia pero sus camaradas, pensando que el saco contiene un tesoro y movidos por la avaricia, lo abren, desatando una tempestad que los arrastrará hasta la isla de los lestrigones, donde morirán las tripulaciones de once de las doce naves; finalmente, es el único precavido que soporta el hambre y no come carne de las vacas sagradas de la isla de Helios, ofensa castigada por Zeus con la muerte de todos los guerreros itacenses excepto nuestro héroe.
Pero Odiseo, he aquí lo que lo convierte en un protagonista extraordinario, en el primer héroe “moderno”, es un personaje con defectos, con sombras; mucho más complejo que los fácilmente calificables Heracles o Aquiles.

romi