Hace un tiempo en una tienda de antigüedades compré una vieja cámara analógica, como recuerdo pues mi padre antes de su muerte me enseñó todos los secretos de la fotografía digital que curiosamente se aplican en las fotografías actuales, eso si con otros nombres, bokehs, contraluces, enfoques....
Dentro de la cámara encontré un carrete que rebobiné con cuidado por si todavía podía rescatar alguna fotografía mágica de algún desconocido. Siempre me ha gustado el material encontrado, ver rostros desconocidos en lugares ajenos.
Hoy cuatro meses más tarde he revelado ese carrete y he descubierto a un grupo de personas mayores en un pequeño viaje de jubilados o simplemente de unos amigos que llevan toda su vida ahorrando para cada verano llevar a cabo un viaje juntos.
Pero en esas imágenes, efectivamente encontré algo mágico, resucité a un grupo de íntimos amigos, quizá su último viaje juntos o quizá uno de muchos que hubo después.
Caminan por paisajes hermosos que no logro reconocer, caminan juntos y se hacen fotos los unos a los otros, siempre con una sonrisa, con el porte de quien es retratado para la posteridad.
Cada uno de ellos compone sus imágenes a su manera, desencuadrando hacia los lados, disparando al paisaje o tomando a sus amigos en parejas. Sus amigos quizá de toda la vida, con los que crecieron en su pequeño barrio.
Estas imágenes han sido reveladas por un proceso C41 estándar de revelado a color sobre una película caducada Kodak que debió pasar grandes cambios de temperatura en su largo viaje desde las cascadas hasta la tienda vieja de segunda mano unos cuantos o bastantes años después. Lo hermoso es que la fusión de estas características ha creado colores y manchas inquietantes, que dejan ver a duras penas las imágenes impresionadas en un inicio, como si de una temática experimental se tratase, como si aquellos amigos hubieran tomado esas fotografías pensando en que alguien las revelaría luego, usando efectos extraños con la luz que entra en la lente y pierde la nitidez adecuada.
He visto una y otra vez este carrete, pensando en esos amigos que viajaron durante años juntos, pensando que algún día se juntarían a cenar y ver las fotos que tomaron del verano, pero que nunca llegaron a ver, porque la cámara del dueño acabó en esta pequeña tienda sin que nadie reparase en que aún quedaba un carrete.
Ojala alguno de ellos piense todavía en sus queridos compañeros de viaje, vivos o muertos, se recuerden y sonrían como sonreían esas mujeres hermosas sentadas en un banco de un parque desconocido.
Cuando vi esa foto no pude pensar en las fotos que yo he tomado siempre a mis amigos, no pude evitar hacer una proyección futura de mis mejores amigos con los que llevo viajando desde que aprendí a viajar, imaginándome sus caras ya arrugadas, sonrientes, caminando juntos por alguna cascada exótica. Vi a esas desconocidas y rápidamente encontré esa réplica de mis amigas hermosas y felices. Quiero hacer esas fotos durante toda mi vida. Mis mujeres hermosas y felices sentadas en un banco.
El tiempo pasa para todos ....