viernes, 22 de febrero de 2008
Álvaro de Montejo-- Rosa de dos aromas
Rosa de dos aromas
señora de las estrellas
que llegó de los australes
con las manos llenas de palabras,
dama de la madrugada
amiga de tangos y calles vacantes
cómplice del espacio y del reloj
de los signos y los recuerdos.
Rosa de dos aromas
eslabón de cinco continentes
alma central del espacio
donde habitan los poetas.
Nunca te vayas amiga
cuéntanos más aventuras
requerimos tus lectores
del mate cebado con buena letra
tus pócimas sorprendentes
la complicidad de Abel
los repasos
las memorias.
y de tu nostalgia
transformada en verso.
Rosa de dos aromas
Carballido y yo te sabemos
te presentimos
te vemos
fulminada por la letra.
con tu valija repleta de sueños.
Ricardo Serna G---Parece que fue mañana
Parece que fue mañana.
Parece haber perdido las horas.
Dejó las últimas voces,
las últimas palabras en el cielo
hasta exhibir el leve sueño
donde no encuentra
el hueco para llenarlo de tristeza suya.
Parece que están encendidas las hogueras
donde los quejidos avanzan a través
del silencio vestido de fantasma.
Dejó los últimos rostros,
los últimos reclamos en la tierra
hasta gemir el loco sonido
con sombrero corriendo
por los viejos sauces cansados
ante los ojos de relámpagos suicidas.
Parece que fue mañana.
Dejó el último pasado,
los últimos frutos
hasta sepultar el húmedo barro
debajo de los pies del lienzo
pobre de la vida,
con la última hambre,
con la última espera.
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Ricardo Serna G
Ricardo Serna G --Que la palabra no sea palabra
QUE LA PALABRA NO SEA PALABRA
Que el comienzo reconozca el regreso,
de sus secretos que respire,
que golpee el desnudo de la nostalgia,
y, luego, dé señal de su aroma
abandonada con sus medallas de tiempo;
que la palabra no sea palabra,
que sea poesía,
música con hilos de horas,
falso rugir de huecos,
grito al fondo de la desventura,
que la sangre no sea sangre
sólo el sonido de las huellas
en breve desvelo que respire,
que el rincón no abra sus heridas,
sea sello, energía, ventanas abiertas
como tristeza desteñida;
que la materia no sea materia,
que sea humo detenido,
llamado del silencio que espera
de su largo limbo,
que la voz no sea voz,
que sea llave para vencer la máscara
del laberinto de la vida que respire.
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Ricardo Serna G
lunes, 10 de diciembre de 2007
Ricardo Serna G-- Mi maestro: el amor
Mi maestro: el amor
Desde la avenida de la quietud
sobre el sueño sin color
se prende sus aguas dejando
la vida sin desabrochar
y el funeral débil telaraña. Sueño corre
de la losa de la noche en carretas
con traje de fiesta
dejando al descubierto el eco
que persiste labrando las palabras
del encuentro.
Transita quitándose la inocencia perpleja, mueren
los dominios que amarran los silencios,
los vestidos del olvido y
las tardes de tormenta.
De nuevo con manjares propicios
en la frontera del no retorno,
y con diligencia y sabio diálogo
dos lecciones con vientos de rosa y espina
se beben en la sombra
con hielo derretido
el licor de la vida. Sueño corre.
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Ricardo Serna G
Verónica Gutiérrez Sol negro
Profanan la castidad de la noche,
epidermis censuradas, altivas
entregadas al parpadeo estéril
de las estelas ya sin llama.
Se penetran ombligos con lenguas,
tiempo sobre tiempo procrean,
nacen flores, suspiros, esperas;
en la cuna de la pluma, los verbos.
La hoja en blanco mece las letras,
el cielo se torna ciego, sordo
y el sol ahora tan sólo es negro,
la luna se ha sumergido en un cometa.
Los pensamientos impuros anidan
en las líneas no escritas, no formadas,
y se cuelgan de los pechos del alma,
del sustantivo intento que se plasma.
El arrabal pasional es sobrante,
si en el cuerpo del girasol se baila
un tango de lujuria llamado verso,
vértebra fina de una espuma fusionada
Guadalupe Cisneros-Villa Por si arriendas la Luna;
Por si arriendas la Luna;
calzará el vate sus pies de lodo,
los fundirá en la boca de un cometa,
para que se conviertan en barro.
Cubrirá de tafetanes sus querellas,
de vestimentas litúrgicas sus temores.
Enrizará su pelo con huracanes
acomodándolos en céfiros solanos,
antes de salir por las calles.
Llevará en su bolsillo, sólo, cinco estrellas.
Si le permite el tiempo escribirá tres décimas,
sobre la escalera que asciende a la colina.
Tomará dos árboles cupresáceos de la necrópolis
para adornar sus ojeras.
Reposará su cabeza sobre las cenizas escorias
de pájaros rojos teñidos de blanco.
Entonces llegará el tártaro en un buitre, dejado,
seguramente para mamar su ombligo.
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