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El arte de callar...
Muchas veces basta una mirada.
Una mirada sostenida. Tus ojos sobre los ojos del otro
Adivinar el significado de los brillos.
Leer el futuro inmediato más allá de la pupila.
Quieres decir muchas cosas, pero aguántate las ganas.
Aprieta los labios. Permite que las ideas circulen
sin que salgan al exterior.
Alarga el espacio entre las preguntas y las respuestas.
Deja que los músculos se dibujen en el rostro.
Espera una señal de alerta.Mantén la respiración.
Piensa que el otro también piensa. Analiza.
Espera La economía de las palabras:
Una virtud que no es exclusiva de las monjas de clausura.
Un juego que practican los que saben hacerse los locos.
Los que entienden que no todos los interrogantes
necesitan una respuesta.
Que la solución no siempre llega al abrir la boca.
¿Por qué decirlo todo?
¿Por qué no conservar en el interior
una dosis de lo que se piensa?
¿Por qué no entender, de una vez,
que la palabra jamás logrará ser
tan rápida como el cerebro?
¿Y que no todo lo que cruza por la mente
puede convertirse en palabras?
Entender que también se puede hablar con el gesto.
Que… el silencio a veces grita.
Se guarda silencio en los hospitales,
en las salas de velatorios, en los actos solemnes…
Se guarda silencio por pudor, por respeto, por dolor...
Se guarda silencio por el dolor
que es incapaz de convertirse en llanto.
Silencio cuando el llanto se agota,
y agota al que llora..
Habría que aprender a callar
sin otro motivo que la propia voluntad.
Callar para escuchar.
Callar para mirar
Callar para aprender.
Callar para callar.
Callar, para convertir el silencio en un cómplice.
Para saber si el eco existe.
Callar, porque no todo lo que nos conviene escuchar
nos lo dicen al oído,con la intimidad de una confesión
con el volumen de un grito,
con el acento de las grandes revelaciones.
Callar, para comprender que el silencio
es el antifaz de los sonidos más hermosos…
Manejar el silencio es más difícil que manejar la palabra.
Autor: desconocido