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lunes, 30 de abril de 2018

Amanece Metrópolis

Embates de mar

Foto: Juan Morán
Aterrizas de golpe en esa playa, donde las dunas de cristal resultan temibles y ajenas, porque el océano de la vida ha decidido vararte en ella. Y te acurrucas en el hueco mortal de su arena para lamer la sal de tus heridas sin saber lo que te depara un futuro, de repente, tan corto y desteñido como el bostezo de un jilguero.
Te miran, te rodean, te consuelan, te apoyan, te compadecen. Te evitan.
Te culpan.
Te aconsejan.
Son sospechosas las babas del nautilus que te rozó en una ensenada, los nudos de la soga con la que saltabas, la miel tóxica de flores meditabundas, el color anaranjado de los caramelos, la costra mineral que formó el viento al agitar tu cabello. Lo son tus arrugas tostadas o esa espiral de dudosa espuma que hacía vibrar tu existencia. Lo es el licor que descorchaste a deshora.
Y te brindan pociones mágicas, amuletos hechiceros, colores y aromas que pulen el karma, tiritas para el dolor desconocido, antídotos para todos los venenos, frutas exóticas, esencias místicas, sinfonías extrañas que recomponen por dentro.
Y a tu confusión suman tantos caminos sin retorno, tantas promesas etéreas, tantas teorías gelatinosas, tanta estupidez, que te preguntas si los que tanto alzan la voz han estado alguna vez en esa playa,  si realmente se arriesgarían a dar la espalda a la certeza de la ciencia si lo estuvieran.
Abandonas sin remedio  lo equívoco, te sacudes las brumas a las que tentaba aferrarse y absorbes toda la luz que las rendijas de tu nueva cáscara permiten. Te entregas al destino de rodillas, cruzando el cielo con la tierra, plegando las alas. Y miras, con otros ojos, a los que, en silencio  y con respeto, te arropan apostando sinceramente por tu renacer.

http://amanecemetropolis.net/embates-de-mar/ 

viernes, 23 de marzo de 2018

Equilibrios


Y qué si, una vez al mes, cuando ya no se sentía con fuerzas para volar, pedía que le remendaran las alas. Y qué si por las noches gritaba  porque el fuego seguía devorando sus huesos descarnados. Y qué si inventaba escamas que revistieran las piernas que abandonó en Bosnia y suplicaba que extermináramos los ácaros que perforaban aquella frágil coraza.
Y qué.
Si las mañanas de sol resplandeciente nos regalaba su sonrisa, horneaba rosquillas, espantaba los fantasmas abriendo la ventana,  tarareaba melodías de ilusión y nos dibujaba a todos, uno por uno, el trazo trémulo del valor en los corazones.








Relato presentado a la tercera convocatoria de Esta Noche te Cuento 2018, inspirada en la foto de René Maltête (http://estanochetecuento.com/equilibrios/ )

viernes, 16 de marzo de 2018

El Capricho de Gaudí



"EL CAPRICHO"

Así la llamaban. Con comillas. Y ella anhelaba que se atrevieran a compartir su historia y la luz de todos los girasoles que atesoraba. Pero eran sus curvas lo que atraía a los visitantes. Y la sal de un millón de lágrimas irisaba las torres incomprendidas de su alma prisionera. Y eran tantos los colores que pintaban su rostro cuando alguien la llamaba amor, que las rosas disparaban sus espinas para protegerla. Era así como los que confundían con barra libre la hospitalidad de sus balconadas no sólo le cambiaban el nombre sino que, con el paso de los años, terminaron por retorcer cruelmente sus columnas y horadar sus nobles cimientos.







Relato ganador del concurso "El Capricho de Gaudí" 
http://estanochetecuento.com/resultados-del-concurso-el-capricho-de-gaudi/

Expressando

SIMBIOSIS
Nadie podía acercarse de día: el acantilado estrellaba cualquier helicóptero, hacía naufragar todo tipo de embarcación, perdía o arrojaba al mar a los que trataban de escalar sus rocas.
Y de noche escondía el faro para que nadie pudiera localizarlo y tomarlo a traición. Fue la única manera de que el último albatros dorado terminara sus días de extinción con dignidad.

CLARIVIDENCIA
Para que su cuerpo de ninfa se transformase, por fin, en la espléndida criatura que todos deseaban, solo hacía falta que el salitre barnizara su piel. Por eso, aterrorizada, jamás quiso acercarse a una playa.




Relatos ganadores del concurso Expressando en su tercera edición. Foto de Saray Malo 
 http://estanochetecuento.com/3-o-concurso-expressando/

miércoles, 24 de enero de 2018

Impasse (Finalista de REC)

  Ya recogerían la mesa mañana, cuando el hombre que dormía sobre ella hubiera terminado de soñar con aquellas libélulas amarillas empeñadas en llenar de luz los rincones vacíos de la casa ya desmantelada.









Relato ganador en la semana 15 de la XI edición del concurso Relatos en cadena (http://escueladeescritores.com/concurso-finalistas-rec-2017/) Minuto 45 podcast

Daniel

   Adora la lluvia. Esa lluvia dulce y regeneradora que limpia almas y estigmas, que resbala por los cuerpos orgullosos y sin incertidumbre. La que se lleva la sangre de las aceras y las lágrimas del rostro,  abraza desequilibrios en los tejados, retumba en los canalones desgarrando telarañas ancestrales. La que provoca arco iris. La que termina en las alcantarillas, esas  venas urbanas oscuras y misteriosas que siempre le inquietan, para arrastrar lejos, muy lejos, la suciedad de la gente.
 
  La que, aquel anhelado otoño de metamorfosis,  diluyó por fin y para siempre  la sombra de la infeliz Daniela.



Relato presentado a la segunda convocatoria de Esta Noche te Cuento 2018, inspirada en la foto de Tom Waterhouse (http://estanochetecuento.com/daniel/)

miércoles, 10 de enero de 2018

Resumen de aquel verano (Finalista de REC)

Bucear en el lago que había al lado de la casa para impresionar a María, rodar por el prado en cuesta partiéndonos de risa, subir juntos al tejado a contar estrellas, trepar al viejo roble con los prismáticos para espiarla, saltar por puro placer sobre el heno del pajar, encontrarla desnuda retozando con papá, desear matarlos, convertirme de golpe en un adolescente atormentado, rehuir la mirada de mamá, zambullirme en un silencio testarudo, rogar que las vacaciones terminaran de una maldita vez, llorar por la inocencia y la ilusión perdidas, no volver a confiar en nadie.




Relato finalista en la semana 13 de la XI edición del concurso Relatos en cadena (http://escueladeescritores.com/concurso-finalistas-rec-2017/) minuto 45 podcast

jueves, 4 de enero de 2018

Principios



  Era la quinta mañana que sucedía. El mundo se había vuelto loco. O eso, o Richard  había empezado a poner algo raro en las magdalenas. Algo que hacía que la gente se disfrazara de personas normales, grises y vulgares, para salir a la calle. Increíble.
  ¿Dónde estaban los duendes traviesos, las bailarinas de claqué, los piratas cojos, las reinas moras, los enanos saltarines o los niños gato? Por un momento estuve a punto de caer en la tentación de pedir algo para mojar en el café. Tenía hambre. Pero decidí que no me arriesgaría a hacer nada que me impidiera ser yo mismo.

Relato presentado a la primera convocatoria de Esta Noche te Cuento 2018, inspirada en la foto de Thomas Hoepker (http://estanochetecuento.com/principios/)

sábado, 30 de diciembre de 2017

Volver



  Cuando regresé a casa aquella Navidad encontré los cadáveres de muchas horas bajo los almohadones del sofá e, incrustado  en su llaga, turrón de chocolate helado, como una negra escarcha de lascas amargas. 

 Con pinzas y bisturí hurgué en la antigua herida hasta convertirla en un coulant de dulce hemorragia que sólo fue posible detener con el salitre nostálgico de mi océano de lágrimas.  

  Desde entonces cada día se transformó en una salsa de cristal oscuro y frágil que acompañaba las tajadas de la vida. Y me quedé para saborear todo hasta el final, atacando con un plumero de luz las telarañas que atrapaban el tiempo, decidido a defender la dulzura de todas las navidades que nos quedaran por celebrar juntos.

jueves, 2 de noviembre de 2017

La Catrina


  Trepaba por el amanecer persiguiendo la luz a través de neblinas oscuras, aferrando la incipiente mañana, tratando de adivinar dónde estaba y, sobre todo, quién era. Seres incorpóreos tironeaban desde sus pesadillas,  susurrándole imágenes perturbadoras que intentaban interrumpir su despertar. Rebautizarse cada día, para no caer en la espiral tentadora de irrealidad que amenazaba con succionarle, era un rito imprescindible para conjurar sus terrores. Cada noche, sin embargo, se entregaba agradecido a la inconsciencia que borraba el cúmulo de angustia vital. 

  Y así, su existencia flotaba en un caldo espeso que, sin ahogarle, le impedía avanzar. Hasta que una vez soñó con ella: desde entonces,  hallarla fue su esperanza.

  La encontró por fin una tarde a principios de noviembre, precedida por un gato negro que marcó su destino enredándose entre sus piernas. El golpe en la nuca contra el suelo de aquel callejón de Ciudad de México fue el beso que ella había escogido para concederle la ansiada libertad.