"El correo lo daban voceando el nombre desde la cancela de las galerías. El "agraciado" tomaba su carta y con fruición la leía. Algunos, se la leían a sus compañeros más intimos y celebraban la alegría. Él que no la recibía se quedaba "mustio" ¡ Pero que le iba a hacer !... Esperar al próximo correo a ver si tenía más suerte. La lectura del correo significaba la poca satisfacción que en los penales se daba."