Jardín de las delicias, Jerónimo Bosco |
Ella era nativa del renuevo de las vides que los gusanos buscan con desenfreno y bacanal. Resultado de la crianza a base de pétalos que se mantienen unidos al ápice de su lengua materna, del símbolo del calor sofocante en verano. Desde bien pequeña sondeaba todo lo que le rodeaba: su ambiente, las circunstancias que condicionaban sus episodios, sus necesidades, mientras se agarraba fuertemente a la claridad que los adultos le ofrecían. Las dudas y el pánico se apresuraron en su biografía, la tarde que su hermano mayor huyó de su vida, abandonándola y dejándola sin valerse por sí misma. El mañana se quedó sin la oportunidad de contar sus intimidades ante la piedad del juez, con el pasmo en presencia de su insensibilidad. No logró alcanzar la línea de meta que le esperaba con su propia descendencia.