Una vez más, nuestros montes han
sido pastos de la fatalidad e incompetencia de los responsables de cuidarlos.
Seguimos sin una coordinación
responsable y eficaz para combatir estos estragos, muchas veces provocados por
nuestra falta de responsabilidad, de enseñanza y por ello también de cultura.
En una buena temporada, las
flores, tan comunes, desaparecerán en nuestros paisajes, junto a las veredas,
en esos terrenos sin cultivar, donde dormían todos los años esos bulbos y
semillas que explotaban a la llegada de suaves temperaturas y las primeras
lluvias de la primavera. Esperemos que algunas se hayan salvado de la quema.
Pero a modo de consuelo, de
momento, tendremos que conformarnos con poder disfrutar de esas flores que
están presentes en todas esas noches despejadas en estos cielos privilegiados
en nuestra Serranía.
Claro está, necesitaremos algo de
equipamiento, de tecnología para pillarlas, para descubrirlas y buen abrigo.
Dos son las nebulosas que podemos
encontrar en nuestro cielo, que podamos descubrirlas a simple vista: Andrómeda
y Orión.
Observadas sin telescopio su
apariencia es de dos zonas algo luminosas que confundiremos con cualquier
estrella, pero no son estrellas.
Su apariencia comienza a
trasformarse cuando utilizamos unos prismáticos, y si las observarlas con telescopio todo cambia, es
otra cosa, es otro mundo; bueno, un mundo no es el espacio, el un trozo del
universo.
Pero hay otros métodos tan buenos
o mejor, especialmente si ya disponemos de un buen teleobjetivo. Si es así solo
nos hace falta un instrumento que persiga a esas flores de la noche y así nos
permita sacar exposiciones de varios segundos, entonce se produce el “milagro”.
Sorprendentemente aparecen
texturas y colores que nuestros ojos son incapaces de apreciar ni siquiera con
telescopio, es sorprendente.
Aquí os mostramos esas dos
maravillas de la noche. Admirarlas, vale la pena.
Manolo
Ambou Terradez
Fotos
realizadas por Luis Santamaría y Manolo Ambou (Son nuestras primeras flores).