martes, 3 de noviembre de 2015

De nuevo por la Huasteca y Sierra Gorda

Un ritual en un antiguo centro ceremonial puede significar simplemente el milagro de sobrevivir para estar aquí en este momento y agradecer a las fuerzas de la naturaleza, a las acciones civilizatorias de los humanos y ancestros; así como a las deidades que dieron fuerza para recrear estos espacios y esta vida en la forma de expresiones asociadas a la religión, al arte, a la conformación de culturas... 

La música, como parte de esta vasta obra civilizatoria, representa la armonía entre el pensamiento y la imaginación, entre la inteligencia y los sueños, entre los sonidos de la naturaleza y los que los humanos a través del devenir de la vida hemos construido para fortalecer nuestra especie...

 El dar se representa de muchas maneras. Dar afecto, dar alimento, dar convivencia... recibir es así la contraparte esperada y la reciprocidad forma lazos comunitarios fundados en simples tradiciones que recreamos a veces sin darnos el tiempo de reflexionar. Un zacahuil en Monte Verde es el momento para entender la forma que los pueblos pueden siempre subsistir...


 La música, siempre la música y sus variantes.

Y el juego? La otra manera de sobreponerse a la adversidad y al caótico desorden de los tiempos presentes...



 Un niño se esconde de mi cámara.

Llamando tras los muros para intentar pasar desapercibida. Lo que pasa en cambio sin ser visto, es el consumo disfrazado de necesidad.

Y en Xilitla, los domingos de huapango son el modo de alegrar, convivir, entablar una charla, mirar a la gente en su gustoso zapateo huasteco.