Al muy gilipollas le pasó por la cabeza que quizás podía impedir el despegue de un vuelo comercial con un lazo y un caballo. Hizo galopar a toda velocidad al pobre animal y consiguió alcanzar alguna agarradera de la cola del avión, a punto de despegar, con un cable de cobre que iba atado al arnés. Te juro que el tío pensaba que podía de alguna forma frenar algo, influir mínimamente en la velocidad de la máquina.
No tardó en darse cuenta de lo inútil de su propuesta, claro, y agobiado saltó del caballo, sin pensar en desengancharlo del cable. El muy marica. El animal no dio más de sí y tropezó, revolcándose horriblemente por el suelo liso, dejando un reguero de sangre increíblemente recto y oscuro, antes de elevarse hacia las nubes hecho un guiñapo de carne y huesos.
domingo, 21 de noviembre de 2010
jueves, 18 de noviembre de 2010
sábado, 13 de noviembre de 2010
PERDONAD QUE NO ACTUALICE
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