De pie en la plataforma de despegue, unos minutos antes de echar a andar los motores de este Día del blog (esta nave intergaláctica) la Mujer Loba declara que:
La experiencia de escritura en una bitácora electrónica se lleva a cabo en un espacio situado en la frontera que divide lo privado de lo público: tierra de nadie y sin embargo propia y sin embargo compartida.
Este espacio de carácter postal, con su sentido de envío, de entrega, de remitente, posee una dirección múltiple y no obstante tiene un destinatario único: tú.Sí, en efecto, se trata de una enorme carta (en ocasiones cifrada). Escritura que surge del deseo urgente de que me leas, me veas, y en la cual la posibilidad de otros ojos aumenta el drama, el impulso que me pone en acción: el acto de escribir (te): una tragedia donde el héroe (yo) se enfrasca en la empresa de enviar palabras.
Eres tú quien da la orden.
Cuando estoy temerosa del mundo, cancelo los comments. Entonces el blog es un espacio interno, sin cáscara. Cuando me abro a los otros para buscarte, cuando activo los comments y permito que esos otros (o tú) firmen mi hoja no-tan-en-blanco, el blog se abre impúdico, se muestra, descubre caminos, se acerca un poco más a tus ojos que son los ojos del mundo.
Quédate, regresa, no te vayas.
Firma: La Mujer Loba.
(Nota de Dulce: Me consta que la ML anda sobria, metida en su piyama de ositos y sus pantuflas de Bob Esponja, caminando de un lado a otro de la casa con su taza de café en la mano, dictando, como si ella misma fuera Platón --ése que manda, el que está detrás, quién ordena y pone orden a las palabras-- y yo solamente una escribiente de Sócrates.)