lunes, 20 de enero de 2025

Dúplex

 

Aprendí inglés gracias a las portadas, las carátulas, los estuches de los discos de 45 RPM, las fundas en las que aparecía, junto al título español de la canción, su título original que casi siempre era inglés dada mi preferencia por los Platters, por los Everly Brothers, por Paul Anka, Sonny James, Neil Sedaka, Pat Boone, Roy Orbison, Elvis Presley, y demás genios estadounidenses. Ahora, aprendo portugués gracias a MERCADONA; mientras meriendo voy leyendo los envoltorios de las galletas, del chocolate, del yogur líquido y del resto de productos, etiquetados, rotulados, invariablemente, en expresión bilingüe hispano-portuguesa. La dualidad, el nombre doble, parecido, pero no exacto, es algo consustancial a mi vida… y, por cierto, ahora recuerdo un asunto que me tuvo preocupado durante meses, quizá durante años, el porqué la ópera de Alban Berg se llamaba Wozzeck y su fuente, el drama inconcluso de Georg Büchner, se llamaba Woyzeck. Dicen que fue un error de imprenta en la cubierta de la edición del manuscrito del drama de Büchner, error que transformó el “Woyzeck” original en un espurio “Wozzeck”, grafía leída por Alban Berg y utilizada para su ópera. Quizá sea así pero realmente da igual, quiero decir que lo que me importa es el hecho de la dualidad, la condición doble, casi diría la condición del doble, del sosias, del otro, la copia que se te parece tanto que muchos o todos creen que eres tú, como esa persona que vi sentada en el extremo de la primera fila, pegado a la pared, cuando yo me sentaba en el extremo que daba a la puerta de entrada del salón de actos del Círculo la Unión de la localidad jienense de Torredonjimeno, y que se parecía tanto a mí que al terminar la presentación del número 20 de la revista cultural Órdago, me levanté rápido del asiento para conocerle, para interpelarle, casi para exigirle de forma puede poco educada que me dijera quién era él realmente, porque a todas luces Gregorio Malaca era yo, Gregorio Malaca soy yo.


sábado, 18 de enero de 2025

El queso cortado en cuñas

 

Fácil es descubrir si el comensal es un gourmet; si pide pan cuando se le ofrece queso o jamón, no lo es. Y otra cosa, el queso cortado en cuñas es práctico desde un punto de vista comercial (envases, aperitivos, etc.), pero ha de cortarse en tacos para degustarlo en condiciones. Y otra cosa más aún, el sexo sigue siendo un tabú.



Tildes en trashumancia


Produce fatiga hablar y no digamos escribir sobre política y políticos. Mas no me resisto a comentar, eso sí de modo apresurado, ese fenómeno, propio de miembros destacados de la derecha española, en el que se traslada la acentuación de algunos apellidos, convirtiendo, por ejemplo, Suñer en Súñer, Fuster en Fúster y Semper en Sémper, que de esta manera resultan menos vulgares, más elegantes, que a nadie le gusta que le llamen sucio (Suñer / Sunyer podría proceder de un antiquísimo nombre masculino de persona, pero la realidad es que es un término aplicado a un sujeto poco aseado), ni quizá que lo consideren carpintero (‘fuster’ en Cataluña y en partes de Aragón, ‘fustero’ en Aragón e incluso en Castilla la Vieja) y, en cuanto a Semper, es obvia la serie San Pedro, Sampedro, Sampere, Sempere, Semper, nada de nada del eufónico e impostado Sémper, que aún sin tilde, que a menudo la olvidan o la desconocen, es pronunciado como palabra llana, con acento prosódico en la primera sílaba.


viernes, 10 de enero de 2025

Monetaria

 

Hoy he ido a lo de la renovación del permiso de conducir. Todo bien. Me lo han renovado. Me han cobrado 35 euros, descuento por ser mayor de 70 años, y a la hora de pagar me han dicho que no les funcionaba el lector de tarjetas. En el cambio, del billete de 50 euros, me han preguntado si no me importaba que de los 15 euros de vuelta, 5 euros fueran en monedas, tres de 1 euro y una de 2 euros. Nunca me han gustado las monedas pero he aceptado por acabar de una vez con el dichoso trámite. Al llegar a casa, y cambiarme de ropa, las cuatro monedas han ido a parar al suelo y, rodando rodando, se han desperdigado. A una no la he encontrado. Casualmente, qué mala suerte, la de 2 euros. Así se hacen ricas las mujeres de la limpieza.


lunes, 6 de enero de 2025

Intimidad


Ingresado en el Hospital San Jorge de la ciudad de Huesca, en las interminables horas de espera de no se sabe bien qué, medito, con fluidez, sobre ese sólido concepto denominado “intimidad”, sobre qué es la intimidad en la vida diaria, algo no exigente, normal, dado por hecho, y que aquí, en esta habitación hospitalaria compartida, cobra una singular importancia, cobra sentido a la inversa, por su carencia, de tal modo que me hace rememorar un pasaje de Los bellos sexos indomables, esa obra singular de Douglas Diegues, en el que se habla del cometido de las lavanderas, de lo que tiene de excepcional, porque con sus manos tocan y lavan la suciedad del otro, también sus heridas, apareciendo, además, dicho pasaje, creo recordar, repito, hablo de memoria, tras decir Diegues que si algo perdieron los esclavos, aparte de su apellido, fue la intimidad. O sea que las lavanderas, aquí y ahora enfermeras, profanan impunemente, algunas haciendo gala de esa profanación, el derecho a lo íntimo del que todos disponemos antes de entrar en este edificio sanitario de trato igualatorio y despiadado.

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Vórtex, Anagrama, Barcelona, 2025