
Director: Ho Meng-Hua
Guión: I Kuang
Fotografía: Tsao Hui-Chi
Música: Chen Yung-Yu
Intérpretes: David Chiang, Chen Hui-Min, Lo Lieh, Chen Ping, Yeh Ling-Tzu, Shen Li- Wei, Lu Chi, Tu Lung, Hui Ying-Hung, Chan Shen,
(Hong Kong, 1978)
Un blog dedicado a todos esos ciudadanos de mente abierta que tengan sed de conocimiento sobre el séptimo arte y quieran abrir sus horizontes cinematográficos adentrándose en mundos lejanos, ignotos hasta el momento. Descubrirán aquí la riqueza y la amplitud del cine. Desde Alfred Hitchcock hasta Pablito Calvo, pasando por Bollywood con parada en el el Gore cañí.
“Reacción” de David Victori (12’)
Un impersonal paisaje urbano nocturno sirve como inquietante localización para esta frenética road movie de impecable factura en la que Santi Millán presta su físico para interpretar un personaje con el que cualquiera de nosotros puede sentirse identificado.
Una thriller de ficción de asfixiante atmósfera rodado con pulso firme por David Victori. Basado en la tristemente cotidiana realidad de la violencia de género que cada día se cobra más víctimas en nuestro país y que tan impunemente explotan los medios de comunicación.
“Pim, pam, pum” de Asier Urbieta y Andoni de Carlos (3’)
Cortometraje premiado con el máximo galardón en el XIV Certamen de Cortos Villa de Errentería.
Mikel se separa de sus amigos para buscar a su hermano Xavi en mitad de una manifestación porque sino... ¿a ver que le dice a su madre?
Con una precisa puesta en escena y una milimétrica planificación (espléndido el plano secuencia que sigue a Mikel a lo largo del metraje) los donostiarras Asier Urbieta y Andoni de Carlos nos hacen sentir de cerca la violencia y el riesgo de una manifestación en el casco viejo de Donosti, transmitiéndonos angustia ante la incertidumbre de la suerte de sus jóvenes protagonistas.
Un excelente relato sobre la inocencia y la ingenuidad en la infancia, durante la que, normalmente, somos ajenos a los problemas del mundo de los adultos.
Cuando salimos del techo de los Hércules la cosa se pone aún peor. Toshiro Bononey interpreta a los gemelos Henderson. Squeezit, siempre en pañales y con tendencia a temblar como una gallina y René, ¿una chica, o un chico vestido de mujer?, hay opiniones. La profesora del colegio no duda en sacar la ametralladora cuando se siente amenazada, aunque es bastante lógico en una clase plagada de gangsters. Ya ven, nada que envidiar al pabellón de locos de la sexta dimensión.
El ingenio, por tanto, está presente en todas y cada una de las partes de la producción de esta película. Empezando por un guión que rezuma espontaneidad por todos los costados y que parece improvisar, con éxito, cada nueva situación.
Tanto los diálogos como los números musicales están plagados de chistes, ya sean mediante la elaboración de diálogos o recurriendo al gag visual característico del slapstick. El humor absurdo, cercano al universo de los Hermanos Marx o de los Monthy Python (un tiroteo derivado de una partida de cartas en mitad de una clase de colegio) convive con la broma gruesa, escatológica (desde escupir a una persona que se encontraba en el cubo de la basura hasta sodomizar a todo aquel que se ponga a tiro).
Los números musicales gozan de un estupendo mestizaje cortesía de Danny Elfman, quien tomando como referentes artistas de jazz afro-americano de la talla de Cab Calloway escribió una serie de canciones donde se mezclan letras provocativas cargadas de sexualidad con otras absolutamente naif. El eclecticismo también está presente en la mezcla de ritmos, desde números latinos a melodías francesas pasando por la técnica vocal del scat.
La personal e intransferible estética de la que goza la película es el resultado del agudizado sentido visual del director y sus ayudantes.
La sucia fotografía en blanco y negro, resultado de la filmación en 16mm (¿cuantas grandes películas están filmadas en este glorioso formato?) de la mayor parte del metraje le confiere un aire turbio, pesadillesco, que le va como anillo al dedo a una película que goza de absoluta amoralidad. John Muto complementa el trabajo aplicado a la imagen real a través de la animación. Mediante el artesanal uso de diversas técnicas, como el cartoon o la utilización de fotografías como plantillas, le da ese acabado tan personal que recuerda a la obra de Terry Gilliam.
Los decorados constituyen otro de esos elementos que hacen de “Forbidden Zone” una película diferente. La falta de recursos técnicos es nuevamente la responsable del despliegue imaginativo, en este caso la labor ni siquiera fue encargada a profesionales. Los propios actores eran los encargados de construir los decorados. Aprovechaban la noche para construirlos, debido a que por el día les tocaba actuar. Marie-Pascale Elfman y Hervé Villechaize se pasaron noches en vela pintando fondos o rebuscando material válido entre la basura. (¡esto si que es llevar el make yourself por bandera!)
Una AUTÉNTICA obra de culto para quitarse el sombrero, un trabajo realizado sin ninguna pretensión comercial, lo que se percibe sin dificultad en el espíritu libre que rezuma la producción. Un desborde creativo sin ninguna restricción.
Nadie duda a estas alturas, de hecho pocos lo hacían ya por aquel año 74, de la pericia tras las cámaras de Brian de Palma. El director norteamericano cuenta en su haber con un puñado de obras que se encuentran entre lo más destacado en la historia del Hollywood moderno. Comenzó fuerte como sus bárbaros compañeros de generación. Al igual que pasara con Coppola, Lucas, Spielberg o Arthur Penn, las películas de Brian de Palma contribuyeron a modificar radicalmente la manera de hacer y entender el cine en EE.UU. Se hizo un hueco en la industria con sus impactantes thrillers, en los que combinaba la tradición del suspense del maestro Hitchcock con el impúdico vouyerismo del giallo italiano. La clara influencia del cine de género europeo, el clasicismo heredado-plagiado del maestro del suspense, la reformulación genérica tanto en el terreno del thriller (“Sisters”. Hermanas, 1973), (“Obsesión”. Fascinación, 1976), (“Dressed to killer”. Vestida para matar, 1980), (“Body double”. Doble cuerpo, 1984), como en el cine de terror (“Carrie”, 1976) e incluso en la comedia, no exenta de crítica social (“Greetings”, 1968), (“Hi, mom!, 1970) o el musical (caso que nos ocupa con la revisión de este título), unido a su personal manera de entender la narrativa del cinematógrafo hacen de Brian de Palma un director post-moderno años antes de que surgiera el término para definir el cine de directores como Quentin Tarantino o Takashi Miike, por citar dos de los casos más conocidos y referenciados.