Me visto, poniéndome un brasier blanco con un muy pequeño hilo que tu mismo podrías quitar con los dientes en el momento que ya empezara a estorbar. Esto lo acompaño de una minifalda negra, par de tacones y una camisa no tan descotada. Intentaré camuflajearme con la noche.
Nos encontramos en una plaza para luego irnos a tu casa. Subimos a tu cuarto y entre besos y besos no nos despegamos hasta llegar a la cama, me restregabas tu ricardito que estaba brincando y andaba suelto, nos acostamos besándonos, mientras tus manos iban sacándome la camisa y desabrochando el brassier, mis senos estaban completamente descubiertos, los besabas y tocabas todo el cuerpo, luego quitaste mi falda, bajaste el hilo y tocaste, estaba ya completamente desnuda y era toda para ti, comenzaste a explorar con tus dedos mi vagina. Yo mientras iba quitándote el pantalón que empezaba a interferir en mis deseos por hacerte mío.
Seguimos besándonos y bajaste a mi vagina, yo comenzaba a gemir y movía tu cabello con mis manos mientras te empujaba para que apretaras mi vagina, te pertenece, te decía. Ahí estuviste como 10 minutos y cuando ya no podía mas, te agarré tu pene que estaba bien erecto y comencé a besarlo, a tocarlo y a jugar con el en mi boca. Tú estabas con tu dedo hurgando mi vagina y mientras yo chupaba más rápido tú acelerabas tus dedos.
Cuando ya no aguantaba mas, te susurre: “¡Penétrame! quiero sentirte”.
Lo ibas metiendo lentamente a medida que abrías camino, tú sintiendo el calor bordando tu pene y yo cada vez mas excitada. Te gustaba ver mi cara de satisfacción, ver como apretaba los dientes con cada penetración, cambiábamos de posiciones haciendo la cama un desastre. Rozábamos nuestros cuerpos, yo sentía tu calor y tú el mío, probar ese cuerpo saladito y con los latidos muy acelerados era mi éxtasis.
Lo metías hasta el fondo y yo cada vez más excitada gritaba más y más.
Cambiamos de posición y ya estaba en cuatro, tenías la vista perfecta de mi cuerpo al desnudo y notabas como mis senos se movían con cada penetración. Alcanzaste el orgasmo y te vaciaste. Al terminar nuestra faena, busqué un vaso de agua, al volver estabas cansado en la cama, pero al notar mis intensiones mordiéndote las tetillas y arañándote la espalda me volteaste y nos fuimos por otro round, claro, nunca podría ser como el primero.
RmQ*