(Poema que escribí para el hermoso proyecto Topos bajo la lluvia).
Soy yo
dijo
Soy Dios
dijo
entonces
me abrí de piernas
y exigí magia.
Porque de Dios
no sé pretender otra cosa.
Cuando pedí que mis papás
no se separaran:
magia.
Cuando quería
que gustara de mí:
magia.
Cuando imploré
que no se enterara
de que lo cagaba:
magia.
Para mí Dios sólo sabía hacer magia.
Entonces me tocó.
Y estuvo bien.
Fue incómodo.
Me miraba raro.
Me miraba
a la espera
de verme disfrutar.
Que mis gemidos
le fueran recompensa
por toda esa maravilla
que no estaba pasando.
Quizás es venganza
pensé.
Porque sufrí
y lo cagué a puteadas.
Usé su nombre en vano.
Lo hice desaparecer.
Así. Puf. Magia.
Haceme lo que quieras
dije bajito.
Y cuando Dios me metió la lengua
ahí,
cuando la sentí,
cuando llegó increíblemente fría
y húmeda
y ancha,
ahí grité.
Se le iluminó
más
una luz que ya traía.
Esa de la que hablan
las señoras
y los curas
que no saben
cómo coge Dios.
La apagué.
Porque Dios,
otra vez,
fue torpe.
Y no hizo magia conmigo.
Se prendió un pucho
dos o tres pitadas.
No le pedí un taxi
pero se fue.