Las lágrimas de alegría de Afrodita, gotas de rocío llenas de luz de luna, el regalo de boda de Krishna a su hija, la poción amorosa de Cleopatra...Lo cierto es que aunque abundan las leyendas sobre la perla, un hecho es innegable: las perlas son las gemas más antiguas conocidas y durante siglos fue considerada la de más valor. Tan valiosa que se cree que el general romano Vitelio financió toda una campaña familiar sólo con uno de los pendientes de perlas de su madre.
Las primeras noticias escritas sobre el valor de la perla las encontramos en el Shu King, un libro chino, en el que el escriba hizo notar con desprecio que un rey de menor rango había enviado como tributo "cadenas de perlas no muy redondas".
Los chinos también utilizaban las perlas con fines medicinales para curar los males que afectaban los ojos, los problemas del corazón, la indigestión, la fiebre y las hemorragias. El polvo de perla sigue siendo todavía popular en China como blanqueador de la piel y como cosmético. En India, se creía que las perlas proporcionaban paz espiritual a la mente y fortalecían el cuerpo y el alma.
Los europeos pensaban que al ingerir una perla entera se curaban los asuntos de la mente y del corazón y se fortalecían los nervios.
Los romanos sentían una especial predilección por esta gema marina y la pasión de Roma por las perlas alcanzó su punto culminante durante el transcurso del primer siglo a.C., cuando las mujeres de la clase alta romana (a las de rango inferior se les prohibía llevarlas) las llevaban incluso en la cama, para que así les recordara su riqueza nada más despertarse. Además, también tapizaban los divanes con perlas y llevaban tantas cosidas en sus trajes que en realidad caminaban sobre sus dobladillos incrustados de ellas.
El emperador Calígula, famoso por sus excesos, tras haber nombrado cónsul a su querido caballo, lo condecoró con un collar de perlas.
La primera fuente conocida de perlas fue el Golfo Pérsico. Los antiguos habitantes de esta zona creían que las perlas eran un símbolo de la Luna y que tenían poderes mágicos. Lo cierto es que la pieza de joyería más antigua hecha con perlas es un collar encontrado en el sarcófago de una princesa persa que murió en el año 520 a.C.
Tanto los incas como los aztecas creyeron que las perlas tenían propiedades místicas para la salud, sabiduría y profecía. Por su parte los indios de norteamérica usaban las perlas de agua dulce del río Mississippi para hacer collares, adosándolos a los tocados y colocándolos en adornos de cobre.
En el Corán, se dice que que un buen musulmán cuando entre en el Reino del Cielo, "es coronado con perlas de un brillo incomparable y le esperan hermosas doncellas que parecen perlas ocultas".