Miro atrás y sonrío como una anciana
escuchando a los adolescentes increparse
a santo de nada, a la puerta del colegio.
Las palabras cortantes, rotundas, afiladas
llegan como hijas de leche, amamantadas
por el busto de la exageración.
La brusquedad y el juego me divierten.
Me sonrojan. Pero a veces
en el ritmo, en la cadencia
o en la vecindad de las palabras
de un poema de entonces, de hace tanto,
tropiezo de repente con la resolución
mejorada de una inquietud de hoy.
No es que se disipen las dudas
es que se ven más claras las incertidumbres.
El olvido ha hecho su trabajo.
El recuerdo también, transformando
los juncos de aquel tiempo
en estos cestos de hoy.
La vida continúa su rumbo impredecible
la soledad no acaba de quebrar
aunque triunfe la compañía.
Tenía bien marcadas líneas rojas.
Principios sine qua non, qué sé yo.
Disfruto ahora, dichosa,
las mieles de la contradicción.
Es posible decirse desdiciéndose
Afirmarse negándose rotundamente.
Incluso hay veces - menos de las que quisiera -
En que veo que tengo razón, pero me callo.
Timón bien engrasado, rumbo al sur.
A lo desconocido, al órdago, a toda vela.
Al sur por el camino del norte.
A crecer, a vivir, a ser flexibles
cada vez más, y con menos daño.
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escuchando a los adolescentes increparse
a santo de nada, a la puerta del colegio.
Las palabras cortantes, rotundas, afiladas
llegan como hijas de leche, amamantadas
por el busto de la exageración.
La brusquedad y el juego me divierten.
Me sonrojan. Pero a veces
en el ritmo, en la cadencia
o en la vecindad de las palabras
de un poema de entonces, de hace tanto,
tropiezo de repente con la resolución
mejorada de una inquietud de hoy.
No es que se disipen las dudas
es que se ven más claras las incertidumbres.
El olvido ha hecho su trabajo.
El recuerdo también, transformando
los juncos de aquel tiempo
en estos cestos de hoy.
La vida continúa su rumbo impredecible
la soledad no acaba de quebrar
aunque triunfe la compañía.
Tenía bien marcadas líneas rojas.
Principios sine qua non, qué sé yo.
Disfruto ahora, dichosa,
las mieles de la contradicción.
Es posible decirse desdiciéndose
Afirmarse negándose rotundamente.
Incluso hay veces - menos de las que quisiera -
En que veo que tengo razón, pero me callo.
Timón bien engrasado, rumbo al sur.
A lo desconocido, al órdago, a toda vela.
Al sur por el camino del norte.
A crecer, a vivir, a ser flexibles
cada vez más, y con menos daño.
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