¡Menuda semana! Ha sido de lo lindo en cuanto al trabajo y en cuanto a todo lo demás.
Esta es Durga, la diosa madre del hinduismo. Podéis cambiar las flores por todo tipo de cachivaches habituales en una madre, y así es mi vida habitualmente. (Vamos, como la de todas las madres.)
Ya sé que voy a incumplir una de las primeras cosas que os conté, aquello de que
no hablaría de mi hija. Pero bueno, en realidad no es tanto así. Hoy os quiero hablar de la conciliación.
Que la responsabilidad del cuidado de los hijos recae principalmente en las madres, no es ninguna novedad. En mi caso, afortunadamente, comparto prácticamente al 50% la responsabilidad pero hay cosas que la vida diaria se ha encargado de que sean asunto mío. Por ejemplo, tengo jornada reducida con lo que puedo ir al médico por las tardes con mayor facilidad que mi pareja. O la comunicación con las profesoras de la guardería, que también es cosa mía. Yo la llevo y la recojo, así que es natural que me encargue. La ropa, las cosas que necesita para la escuela... (Eso sí, de la comida me olvidé hace muchos meses :P)
Vamos, que en absoluto me quejo porque tengo una vida personal, familiar y laboral atareada, pero no ahogada. Además, desde el día que me incorporé a trabajar, aprendí a separar perfectamente cada faceta. Evalúo en cada momento preciso dónde debo estar, teniendo muy clara de antemano cuál es mi prioridad. Pero el trabajo es importante para mí. No sólo económicamente. Necesito trabajar para funcionar, para seguir aprendiendo y no oxidarme. Para pensar, para ser un ser autónomo, para alcanzar logros y metas, para sentirme aliviada cuando llego a casa.
El caso es que el viernes quise quedarme por la tarde en el trabajo. "¿QUISISTE?" Pues sí. Como digo, tengo reducción de jornada para estar con mi niña y todos los días salgo a las 3 de la tarde. Un chollo.
El viernes era un día intensivo: teníamos un evento y varias reuniones para preparar un trabajo muy interesante del que ya os contaré, porque es espectacular. Acabamos tardísimo y una llevaba desde las 6 despierta y estaba cansadísima.
No es la primera vez que me quedo pero evidentemente me acordé de mi niña y el "guasap" echaba humo de hablar con el padre para ver cómo iba la cosa. Por suerte, durmió una siesta larga y aguantó despierta hasta que llegué. Cuánto más me acercaba a casa, más me angustiaba sólo de pensar que ya estaría dormida. Pero llegué, la besé, jugué un ratito con ella y se marchó a la cama.
Y oye, me dormí la mar de satisfecha porque, aunque había sido un día duro, tenía la satisfacción de haber alimentado mi materia gris y mis emociones. Ningún sentimiento de culpa. Había cumplido con todas mis tareas como mamá (con la inestimable ayuda de la abuela y del papá), mi niña estaba genial y como profesional había participado en algo importante y muy estimulante intelectualmente.
Hace poco más de un año que sigo en Internet a una plataforma que se llama
Conciliación Real Ya. La encontré poco antes de incorporarme, cuando pensaba que a pesar de no tener ningún problema para acogerme a la reducción de jornada, me iba a hacer polvo emocionalmente separarme de la nena. Y lo he llevado genial. Aunque por la plataforma sé que hay casos terrible de no conciliación.
He llegado a la conclusión que la conciliación es tener libertad de elección. Nosotros (mi pareja, mi nena, los familiares cercanos y yo) somos felices con la situación que tenemos y eso es lo más importante. Negociamos, charlamos, planteamos las situaciones tal y como llegan, se lo explicamos a la peque lo mejor que podemos y todos llegamos a un acuerdo.
Llevo bien lo de la guardería aunque soy consciente por descontado de que, como una madre, nadie cuida de sus hijos. No me creo lo de la socialización con tan poca edad, pero ella está encantada de llegar a la escuela y ver a un montón de niños. Y hacer actividades (pintar, psicomotricidad y demás) no creo que sea malo. ¡Está jugando con otros niños!
Como desiderátum: ojalá todos los papás, mamás, niños y familiares encuentren su propia fórmula de conciliación con la que poder ser felices. Y ojalá que la administración, las empresas y la sociedad los dejen llevar a cabo su plan.