Muchas, demasiadas han sido las salidas de bolo absoluto, pero como suele decirse el que la sigue la consigue y hoy ha sido el día.
Tres horas de lances, unos dos kilómetros de pateo hacia allá y hacia acá, todo pintaba para bolo, la marea casi llena y mi cabecita rallada con aquello de; ¿cómo es posible? No lo entiendo.
Algo da un pequeño salto, me da que es una Aguja pequeña, pues nada a por ella, al menos para intentar salvar el nuevo bolo.
El Jig vuela contra viento y en cuanto toca agua cierro, levanto puntera y traigo chapoteando, a las Agujas les vuelve locas. El agua se abre y un milisegundo una pequeña espuma sobre el Jig lo hace desaparecer, cachete y por fin mi caña se curva, mi carrete chilla de alegría y a mi se me dibuja una sonrisa.
Ahora espero una carrera en superficie con algún que otro salto y el platear de su cuerpo a centímetros de la superficie, pero no, lo que viene es una carrera en toda regla a medias aguas interminable, ya me hago una idea de lo que tengo al otro lado, el freno parece estar bien tarado, así que ni lo toco, espero su descanso y sin tregua bombeo esperando la siguiente.
Hasta cuatro carreras más han sido, interminables como la primera.
El equipo se comporta al 100%, la Calzante de Graphiteleader dobla con gusto, las 3lb están aguantando, el twister hecho con fluo Sufix del 016, el Shimano CI4 1000 canta como un Ruiseñor y parece divertirse tanto como yo.
Por fin se deja ver, viene rendida y puedo con ayuda de alguna que otra subida de mar ponerla sobre la roca.
Y así ha sido como por fin he roto la racha de bolos y por fin he conseguido poner en seco una fantástica Sierra que ha dado dos kilos cuatrocientos gramos.
Seguimos en el intento...