domingo, 4 de diciembre de 2016

Tragos


Sale de su pensión en la calle del Barco, toma café en la calle del Pez y charla con otras compañeras en la calle de la Luna. Hasta ahí lo bueno del día. Después sube por Ballesta y comienza el calvario hasta su esquina de Desengaño donde se apoya a esperar al primer cliente. Antes que otras cosas se traga el orgullo, e intenta anular sus sentidos, pero aún así escucha los gemidos sobre su cabeza. Al acabar el servicio, y mientras llegue otro cliente, toma un trago para olvidar las penas y los porqués que siempre la acompañan.

2 comentarios:

  1. Durísimo texto. Muy bueno, por otro lado. La bilis de quien espera y se desespera por vender una emoción impostada.

    Un abrazo

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