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Mi amiga
Silvia tiene afición por los recipientes para contener flores y por coleccionar
maridos, lleva cuatro matrimonios. Hoy me ha invitado a su casa para mostrarme
su última adquisición, es un florero nuevo y muy original. También me ha dicho que
le ha costado trabajo limpiarlo, han
sido necesarios muchos enjuagues a altas temperaturas para conseguir dejarlo
totalmente libre de impurezas.
Mientras
coloca el reluciente cráneo lleno de zinnias, intento razonar con ella que
estas no son maneras de terminar un matrimonio y que hay formas más sencillas
de coleccionar jarrones. No sé, el nuevo contenedor para flores es insólito, no
voy a negarlo, pero me siento algo incomoda tomando el té junto al cuerpo
decapitado de su último marido.