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lunes, 20 de diciembre de 2010

Ojo de tigre

                         Collar de Ojo de Tigre y Perla Natural by Elyely     


              


El ojo de tigre es una piedra protectora que ha sido llevada tradicionalmente como talismán contra maldiciones y malas voluntades. Psicológicamente remedia los problemas de autoestima, autocrítica y bloqueo de la creatividad. Prueba a tenerla en la mano dándole vueltas verás los efectos luminosos que produce y como atrae tu mirada, porque cada vez parece mostrar nuevas imágenes.
En general tiene fama de atraer la buena suerte siempre que quien la desea se la merezca

martes, 14 de diciembre de 2010

Tango con luna

Dos palabras  con música: Tanguero y ensueño


TANGO CON LUNA



Esta es la noche. Contempla su figura en el espejo, la imagen le satisface, la chaqueta bien ajustada, el pantalón gris que se acopla a sus piernas a la perfección, el pañuelo al cuello y el chambergo tanguero ligeramente ladeado, dejando caer apenas una sombra sobre su oscura mirada.
Es un hombre dispuesto a la conquista de su amor, quizás hoy sea posible el prodigio.
Sale a la calle, las manos medio ocultas en los bolsillos de la chaqueta, al pisar el asfalto su cuerpo inicia de una manera inconsciente el cadencioso movimiento de caderas de un compadrito.
Ella ilumina las calles que lo conducen a su cita mensual, hoy está espléndida con una claridad que hacia tiempo que no mostraba.
Ahí está su placita, el lugar de su declaración de amor. No hay farolas, no es necesario, su hermosa obsesión alumbra todo en el pequeño círculo que es su escenario.
Se coloca en el centro, durante unos segundos permanece inmóvil, la melodía se acerca y llena su interior, sólo él puede oírla y el tango se inicia, el torso inmóvil, los pies empiezan a moverse, los brazos se levantan, en un claro gesto de abrazo sensual a una pareja invisible.
En el silencio de su mente, se deslizan mágicamente las estrofas.
“Acaricia mi ensueño
el suave murmullo de tu suspirar,
¡como ríe la vida
si tus ojos negros me quieren mirar!
Y si es mío el amparo
de tu risa leve que es como un cantar,
ella aquieta mi herida,
¡todo, todo se olvida…!
Sí, sabe que es una buena elección, su esquiva amante hoy tendrá que bajar y dejarse llevar entre sus brazos.
Se desliza con fiereza por la coqueta plaza, con destreza va resolviendo cortes, quebradas y firuletes, sintiendo dentro de sí todas las palabras de la canción.
“El día que me quieras
la rosa que engalana
se vestirá de fiesta…”

Los balcones son mudos testigos de sus sensuales movimientos, ni una sola luz se enciende en las ventanas.
 Apoyada en la baranda de su mirador Flora contempla el silencioso baile del hombre, no pierde ninguno de los movimientos. Sus ojos nostálgicos siguen con avidez cada uno de los gestos del personaje, de forma imperceptible su cuerpo parece acompañar el ritmo, sus viejos huesos protestan, está varada como una sirena en espera del milagro que cada luna llena se produce. Ilusionada por el regalo que la noche le entrega.
Más alejada, en el ventanal de la esquina, María se esconde tras las cortinas, sabe que la oscuridad impide que nadie pueda saber que está ahí, hace tiempo que se refugió en la soledad, nadie volvería a hacerle daño,  no padecería el dolor del desengaño.  Observa al bailarín, no puede evitar sentirse conmovida por ese derroche de pasión sin mesura que se despliega ante su mirada. Todos los meses espera impaciente la actuación, las noches de luna llena él acude puntual y ella durante el tiempo en que se produce este milagro de entrega, vive la emoción de un amor que ha renunciado a conocer.
Agarrando los barrotes con sus pequeñas manos, Victoria mantiene sus ojos abiertos, maravillada sin perder detalle de la coreografía fantástica que se desarrolla en la plaza, sueña con los príncipes que llegaran a su vida, quizás le ofrezcan como este danzarín el baile que dibuje durante toda su vida una sonrisa en sus labios.
Orlando, ajeno a las espectadoras que le observan, baila, sus ojos cerrados, sintiendo entre sus brazos el dulce peso de su amante, las lagrimas de felicidad se deslizan mansas por sus mejillas, esta noche sí, el ensueño está vivo. Su luminosa amante ha danzado en su regazo.

jueves, 9 de diciembre de 2010

Lapislázuli

                  Collar de piezas de Lapislázuli con plata 925 by Elyely


El lapislázuli es una piedra de color azul profundo con puntos dorados de pirita.
Dicen que usar un collar de lapislázuli puede hacer que nos sintamos protegidos, seguros y que aleje los miedos. También que libera del estrés ayudando a conseguir la paz y te ayuda a expresar tus opiniones sin represión.
Los antiguos egipcios usaban esta piedra para tallar escarabajos sagrados y consagrarlos a la diosa Isis.

lunes, 6 de diciembre de 2010

Hematites



Hematites

“Recuerdo la primera piedra que llegó a mi vida, no soy capaz de rememorar quien me la regaló, pero sí su voz, puro terciopelo, como el tacto de aquel trozo de hematites que dejo caer entre las palmas de mi mano.
—Para ti, es como tú, imaginativa, estoy seguro de que siempre te acompañará.
La recibí con emoción, suave, brillante y deliciosamente redondeada, gris acero, que se deslizaba entre mis dedos como si toda la vida me hubiera pertenecido. Durante horas no pude parar de tocarla, la guardé como un tesoro y desde entonces me ha acompañado.”


Este es el inicio de un cuento que escribí hace unos meses, pero además estas frases proceden de una realidad, la mía. Es por eso que he decidido hablar primero de ella, para que la conozcáis.
Dicen de la hematites que es una piedra fuerte, apoya a las mujeres tímidas y expande la autoestima. Los babilonios usaban esta piedra para librarse de los enemigos ocultos y evitar la malignidad. También la conocen como piedra de la sangre porque ayuda a combatir la anemia.
Me gusta llevarla trabajada como pulsera, su contacto me relaja…

domingo, 5 de diciembre de 2010

Certeza

Otras dos palabras para inspirar... Pirca y Pitonisa



 Certeza



Levítico 20:27 Y el hombre o la mujer que evocare espíritus de muertos o se entregare a la adivinación, ha de morir; serán apedreados; su sangre será sobre ellos.



Y me condenaron, no fui escuchada, ni tuvieron compasión. No sé que espero, mi mirada no puede apartarse de la pirca donde me han lapidado, debería lucir blanca, hiriente con este sol del mediodía, ahora tiene una extraña mancha de color granate, ni siquiera es roja, no, la sangre no es roja cuando se esparce por las paredes. Y… ahora qué debo hacer…
No he tenido tiempo de preparar a mi sucesora, ¿qué será de toda la  pobre gente que necesite consejo?
Antaño éramos respetadas, amadas incluso, reyes y plebeyos acudían a escucharnos, y ahora… se nos persigue y cuando nos encuentran nos matan.
Sólo decimos lo que los dioses nos inspiran, somos meros instrumentos de su voluntad, pero los sacerdotes de esta nueva creencia que se impone con rapidez por todo el mundo conocido no nos aman, nos tienen miedo… somos la palabra de los dioses, hablamos de tolerancia, de amor, de aceptar las diferencias, de respetar al extraño y todas esas son razones que en sus mandamientos no caben.
Nos buscan en las ciudades y en las aldeas más pequeñas y cuando nos encuentran nos aplican la ley de su libro sagrado.  ¿Cuántas de nosotras han muerto, cuantas morirán en los tiempos venideros? Cómo saberlo. No nos dejan enseñarles lo que somos, son incapaces de oír razones, no saben el bien que podemos traer.
 No es esto lo que yo escuche de su Maestro, no era  lo que predicaba, no fue esta la razón por la que murió… ¡qué triste! Su muerte, su resurrección han sido tergiversadas para acomodarlas a la ignorancia y la barbarie.
Podemos callar pero el don se nos otorga para hablar, aunque duela así debe ser, y a mí me fue encomendado anunciar todas las cosas que se torcerán con su manera de interpretar las nuevas enseñanzas, no es mi misión criticar, debo comunicar para que así todo pueda ser enmendado, aunque el hálito divino que me da la visión también me dice que no seré escuchada.
¿Quién será mi sucesora? ¿Quién será  la siguiente dueña del don? Ya no lo sabré. Sólo puedo confiar en lo que me fue transmitido,  a pesar de las persecuciones, las torturas y las muertes, seguiremos existiendo, hoy nos llaman pitias, pronto pitonisas, en el futuro brujas… tendremos tantos nombres. No importa como se nos llame, el misterio seguirá transmitiéndose  y viniendo para dar consuelo y esperanza.
Ya no hay nada más que yo pueda hacer, es hora de partir a escuchar el silencio.





sábado, 4 de diciembre de 2010

Maneras de utilizar un gazpacho

Es increible como dos palabras sin relación entre sí pueden incitar a crear: Gazpacho y Muerte


Maneras de utilizar un gazpacho

—Lo cierto es que yo no quería, ¿lo entiende?

—Mi trabajo no es ese, yo no estoy aquí para juzgarte…

—Ya, ya… pero por lo menos puede escucharme, total… usted tiene todo el tiempo del mundo.

—Tanto como eso… tengo mucho trabajo y un horario que cumplir…

—Es igual, no la voy a acompañar, yo tengo que contarle lo del gazpacho, es lo único que se me ocurrió, como le gustaba tanto.

—Pero… qué pinta aquí el gazpacho, mujer no me entretengas…

—Qué no, qué de aquí no me muevo hasta que me descargue de este pesar, yo no soy ninguna asesina, pero este hombre mío me daba muy mala vida, muy mala, moradita me tenia de los golpes.

—Vale, ya sé que has terminado con el tiempo de tu marido, nadie mejor que yo puede saberlo, pero… ¿qué tiene esto que ver con el dichoso gazpacho?

—Si me deja terminar de contárselo se lo aclaro en un momentito, pero es que no me deja usted…

—Ya te he dicho que mi tiempo es muy escaso, hay muchos que me esperan…

—¡Pues que esperen! Yo no tengo ninguna prisa… como le iba diciendo… donde estaba yo… ¡ah sí! el gazpacho, le encantaba, a todas horas, en el desayuno, la comida, la cena y entre horas, pero eso sí…

—¡Pero qué, termina ya!

—Así como vamos a terminar, lo que le iba a decir es que le gustaba natural, nada de esos que se compran ya hechos, o sea que me tenía en la cocina un montón de horas pelando, cortando y mezclando las verduras y… siempre encontraba algún defecto, en treinta años nunca dejó de criticarme, ya sé, ya, era su excusa para las palizas que me daba.

—Un mal tipo, no escogiste muy bien…

—Ya… pero un día me cansé de aguantarle y fue cuando empecé a usar el arsénico, no duró mucho… tomaba tanto…

—Bueno eso ahora ya no tiene importancia, tenemos que irnos…

—¡Ah no! Ahora estoy tan bien, disfrutando de la libertad y de esta vida sin miedo, ¡me niego!

—Estás acabando con mi paciencia, nos vamos ya, tengo mucho que hacer… cuando te dio la primera paliza… ¿por qué no lo dejaste?.

—Y pasarme el resto de mi vida huyendo… mirando sobre mi hombro por si estaba detrás, no, ¡vaya solución!

—Está bien, dejemos esta estúpida conversación, nos vamos quieras o no.

—No quiero, y no le tengo miedo, además… estoy haciendo gazpacho… ¿no le apetece tomar un poco?

—¡Esto es increíble! ¡Pretendes matarme a mí! ¡A la Muerte!

Elysa