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Azul oscuro, intensamente oscuro. El mar cuando anochece. La pared. Donde no hay una puerta. La pared contigua, donde tampoco hay una ventana. El mar que se petrifica y queda lo azul de la noche. Los párpados cuando se aprietan para evitar que los ojos vean. Los párpados cuando anhelan que no regrese la luz a la cavidad que custodian. El mar, azul oscuro, nada más que una palabra que nombra el lugar que ocupa una pared, otra. Y ya no son necesarios los párpados. Su tinta tiñe. Su tinta cae, como persiana de comercio al final de la jornada.