Lo que encontré
bajo el sofá es el título de la novela que Eloy Moreno ha publicado hace unos meses; un autor que me conquistó con El bolígrafo de gel verde, una de mis mejores lecturas hace un par de años y del que
guardo muy buenos recuerdos. Es por eso que tenía muchas ganas de volver
a leer una obra suya y en cuanto supe que publicaba un nuevo libro, me
apunté inmediatamente el título en los primeros puestos de mi lista de
lectura. Las expectativas eran muy altas y he de reconocer que tenía
cierto temor a que no se viesen cumplidas, pero afortunadamente en este
caso mis miedos eran infundados y Eloy Moreno me ha vuelto a conquistar
con una historia maravillosa que ha durado tan solo un día entre mis
manos.
Si leéis la sinopsis de Lo que encontré bajo el sofá
veréis que no se centra en contarnos de qué va la novela sino que lo
deja en el aire, considerando que en este caso el argumento es lo de
menos e indicándonos al final que hay historias que no pueden resumirse
en unas líneas. Y es una afirmación con la que una vez finalizada la
lectura estoy completamente de acuerdo pues en el interior de esta
novela se recogen multitud de pequeñas historias que no se pueden
desgranar una a una pues sería contar demasiado y estropear su lectura a
los futuros lectores. Simplemente os diré que es una novela en la que
quedan plasmadas las vidas de diferentes personas que adquieren un mayor
o menor grado de protagonismo a lo largo de las páginas, reflejando
escenas cotidianas de su día a día y los problemas a los que se
enfrentan tanto a nivel personal como social. Miedos, inseguridades,
ilusiones o esperanzas que en algún momento todos sentimos se dan cita
en las páginas de Lo que encontré bajo el sofá, al mismo tiempo que se
ponen de manifiesto los aspectos que definen a la sociedad actual de
nuestro país, los cuales afectan directa e indirectamente a las vidas de
estas personas.
Lo que encontré bajo el sofá es un libro que me ha atrapado desde las primeras páginas y con cuya lectura he disfrutado mucho. Por un lado contiene una trama sólida y bien desarrollada que capta en todo momento nuestra atención e interés y por otro lado supone una invitación a la reflexión del lector, un aspecto que a mí me gusta mucho encontrar en mis lecturas. Este es uno de los puntos que yo más valoro en las novelas de Eloy pues de una forma sencilla plasma la importancia de esos pequeños gestos diarios a los que ya no prestamos la atención debida, sintiéndonos identificados con lo que nos está contando y provocando que nos paremos a pensar en el significado de algo tan simple y rutinario como puede ser un beso de buenos días. En este caso además hay que sumar la fuerte crítica social que contiene la obra, plasmando la realidad a la que se enfrenta nuestro país en el momento actual y haciéndonos ver que todos, de una forma u otra, tenemos parte de culpa en esta situación.
A lo largo de los seis capítulos o partes en las que está dividida la novela, Eloy Moreno va desarrollando distintos hilos argumentales, lo que provoca que cada una esté subdividida en diferentes partes de extensión variable en función de la importancia de cada subtrama. Es así como vamos moviéndonos de una escena a otra a través de una estructura compleja que se sigue con enorme facilidad e interés pues todas las piezas están perfectamente ensambladas para que no tengamos problema a la hora de seguir el curso de las diferentes historias que nos vamos encontrando. A mí personalmente este es un punto que me ha gustado mucho ya que me ha parecido una forma y un enfoque diferente, al igual que he disfrutado mucho con el estilo narrativo empleado. Eloy hace uso de una prosa ágil, muy cuidada, elegante, envolvente, delicada y emotiva, con bonitas metáforas y frases cargadas de fuerza y realismo que invitan a la reflexión. La narración también es combinada, encontrándonos partes en las que se utiliza la primera persona a cargo de Alicia y otras en las que cambia a un narrador omnisciente, siguiendo un curso lineal que solo se ve alterado por algún flashbacks al pasado a través de recuerdos de los personajes.
Como os decía, Lo que encontré bajo el sofá es una novela muy centrada en el momento actual que estamos viviendo y así se afrontan temas como la corrupción política, los recortes, los desahucios, los puestos públicos adjudicados de antemano, los sobornos o la educación, todo ello expuesto de manera abierta y directa. Recoge así una crítica social que lejos de quedarse en la clase política, engloba a toda la sociedad pues en mayor o menor medida todos somos culpables de esta realidad. Trabajos ilegales, facturas que se cobran sin IVA, puestos adjudicados a familiares, material de oficina que se lleva a casa para uso personal… infinidad de pequeños detalles que nos convierten de una forma u otra en cómplices de esta situación, aunque quizás no nos hayamos parado a pensarlo con detenimiento pues siempre es más fácil criticar la actuación de los demás que juzgarnos a nosotros mismos.
Pero la novela no se queda en esta faceta sino que va más allá y nos habla de la vida de unas personas que van a resultarnos muy cercanas, llegando a sentirnos identificados con algunas de ellas. Amor, trabajo, rutina, relaciones de pareja, infidelidad, insatisfacción, esperanza, sueños e ilusiones son algunos de los aspectos que marcan la existencia tanto de los personajes de Lo que encontré bajo el sofá como la de cualquiera de nosotros y es por eso que esta historia nos resulta humana, cercana y real, provocando infinidad de sensaciones que hacen que su lectura sea muy especial.
Es por tanto una novela de personajes y a lo largo de sus páginas nos encontraremos con una amplia galería. Eloy nos permite colarnos y observar lo que sucede detrás de las paredes de unos hogares que bien podrían ser el de nuestros vecinos, amigos o compañeros de trabajo. Gente anónima que sin embargo sentimos muy próxima como los padres que calman el llanto de un bebe en la madrugada, la joven que estudia ilusionada para unas próximas oposiciones, la que sueña con el chico que ha conocido en el instituto o los ancianos que sufren ante el inminente desahucio, todas ellas situaciones cotidianas que transcurren de manera paralela en el mismo momento y en las que entra en juego un denominador común: los sentimientos y emociones.
No todos los personajes quedan en el anonimato y así conocemos con más detalle a una profesora que comienza un nuevo curso como interina en Toledo, una adolescente que irá perdiendo la ilusión a causa del bullying, un policía rodeado de misterio, una mujer que afronta el día a día gracias a la ilusión de un amor pasado o un hombre que se mueve entre las sombras de la noche de Toledo. Figuras repletas de vida que comparten con el lector sus secretos, miedos, sueños y esperanzas, logrando esa empatía que nos permite ponernos en su lugar y compartir sus sentimientos.
Finalmente otro de los puntos fuertes en esta obra es, sin duda, la ambientación, maravillosa, en la ciudad de Toledo. De la mano del autor pasearemos por sus calles y descubriremos las leyendas que se esconden en sus rincones y edificios más emblemáticos, aportando Eloy minuciosas descripciones que lograrán que, aunque nunca hayamos estado en ella, tengamos una visión clara de la belleza y el encanto que esta ciudad tiene. Es un punto que me ha gustado muchísimo, más teniendo en cuenta que dos días después de leer la novela tenía planeado visitar la ciudad por primera vez. Gracias a esto comprendí que Alicia estuviese haciendo una ruta guiada por la noche, algo que me extrañó bastante pues mi idea era que las rutas turísticas normalmente se hacían durante el día. Pero Toledo es una ciudad mágica, llena de historia y de leyendas que permiten que tanto durante el día como durante la noche el turista tenga una amplia oferta de rutas guiadas donde elegir según sus intereses y las nocturnas resultan de lo más atractivas, por lo que yo también me decidí por una de ellas y de la mano de mi guía rememoré algunas de las leyendas y anécdotas que Eloy ya me había contado en el libro como la de la Campana Gorda, la de Juanelo Turriano o la de los cobertizos. La catedral, la plaza de Zocodover, la plaza de Santo Domingo El Real, la calle del Comercio también conocida como calle Ancha o la judería son algunos de los escenarios que quedan retratados, mostrándonos el encanto de sus estrechas calles y de unos edificios cuyas piedras han sido testigos de tantos años de historia.
Creo que no es necesario que os indique que la conclusión que se extrae de todo lo expuesto es que Lo que encontré bajo el sofá es una de esas novelas que deja huella y personalmente me ha encantado. Su lectura me ha hecho experimentar múltiples sensaciones y pararme a reflexionar tanto sobre la situación en la que se encuentra nuestra sociedad como sobre algunos aspectos de mi propia vida, algo que ya consiguió Eloy con El bolígrafo de gel verde. Con una ambientación maravillosa y una técnica narrativa cuidada e impregnada de belleza, Eloy Moreno nos ofrece una obra en la que se van entrelazando multitud de historias construidas a base de escenas cotidianas del día a día. Una novela que se convierte en un instrumento de denuncia y crítica social y que nos invita a reflexionar y cuestionarnos el papel que jugamos en esta situación, recordándonos al mismo tiempo la importancia de no perder la ilusión y la esperanza que nos impulsan a seguir adelante y luchar por nuestros sueños.
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