—¡¡Hey Ricardo!! ¡Uleee!
— ¿Ahh? ¡Hola!
— ¿Qué es tan meditabundo?
—Venia pensando en el aroma de las
mujeres y me di cuenta que el mismo se intensifica en el intercambio de fluidos
y en algunas permanece inalterable al igual que el sabor de la saliva después
de un polvacho, pero por ejemplo en tu esposa su aroma llena la alcoba a un
olor de almizcle fuerte, pero en mi esposa su aroma metálico permanece
inalterable y me preguntaba que otros factores influyen en el proceso de los
aromas y de los sabores y luego pensé… ¡Oh! ¡Lo siento Jose! ¡Discúlpame!
— ¿Pero…?
— ¡Perdóname, perdóname!..., Te dejo,
chau, hay viene Gustavo y tengo que hablar con él, chau
— ¿Qué es que estas tan alterado?
—Le hablaba a Jose de olores y
sabores y… me di cuenta…
—¡¡Pero qué has hecho insensato!!
¡Hablar de eso a uno que sufre de parosmia… ¿Y te disculpaste?
— ¡Claro que sí!
— ¿Te has dado cuenta que hablas sin
pensar?