--- Necesito hablar contigo, pienso que nuestra relación se fue por el desagüe del lavaplatos
--- Yo también creo lo mismo, ¡nunca te gusto lavar los trastos!
--- Por lo tanto es mejor que nos separemos
--- ¡Como tú quieras, amor! ¿Y quién es el afortunado?
--- Uno de tus amigos ¿quieres saber cuál?
--- No es necesario, me basta saber que es un amigo mío, lo cual me asegura que tú estarás bien
--- ¿Entonces éstas de acuerdo conmigo?
--- Completamente
--- No te arrepentirás, veras que a ambos nos ira bien
--- De mi parte, estoy completamente seguro.
lunes, 30 de marzo de 2015
sábado, 28 de marzo de 2015
448: Tus secretos son como si fueran míos
Mi padre y mi abuelo se llevaron sus secretos a la tumba. Conocí a la familia de mi abuelo a través del relato de un sobrino suyo. Nunca conocí a la familia de mi madre y tampoco la de mi padre. Mi abuela me contaba historias y a veces en esas historias aparecía alguna hermana o hermano, pero sí puedo decir que no los conocí jamás.
Tengo por ahí, hermanos, mas no mantengo ningún tipo de relación filial, ni amistad, ni nada. Felizmente.
Me educó mi abuelo, con una disciplina dura. Y le estoy muy agradecido, tal vez hizo de mí, un solitario, más me dio las armas para esa vida y por lo tanto soy un hombre feliz. Mi abuelo, me enseñó que lo mejor en la vida, son las mujeres.
• las madres de tus hijos
• las amigas de la charla
• las amigas de la cama
Que hay que ser discreto y que nunca hay que revelar nuestros secretos, ni los de nadie.
«Trata a los demás como quieres que los más, te traten a ti»
Recuerdo que en mi juventud una amiga me dijo: te voy a confiar un secreto, ¡estoy enamorada de Edgar! no se lo vayas a contar. Tiempo despues Edgar apareció con una enamorada, y la amiga, me pregunto si yo le había contado algo y yo le respondí, tú me pediste que no dijese nada y asi lo hice. Esa amiga jamás volvió a confiarme secreto alguno.
Tengo por ahí, hermanos, mas no mantengo ningún tipo de relación filial, ni amistad, ni nada. Felizmente.
Me educó mi abuelo, con una disciplina dura. Y le estoy muy agradecido, tal vez hizo de mí, un solitario, más me dio las armas para esa vida y por lo tanto soy un hombre feliz. Mi abuelo, me enseñó que lo mejor en la vida, son las mujeres.
• las madres de tus hijos
• las amigas de la charla
• las amigas de la cama
Que hay que ser discreto y que nunca hay que revelar nuestros secretos, ni los de nadie.
«Trata a los demás como quieres que los más, te traten a ti»
Recuerdo que en mi juventud una amiga me dijo: te voy a confiar un secreto, ¡estoy enamorada de Edgar! no se lo vayas a contar. Tiempo despues Edgar apareció con una enamorada, y la amiga, me pregunto si yo le había contado algo y yo le respondí, tú me pediste que no dijese nada y asi lo hice. Esa amiga jamás volvió a confiarme secreto alguno.
miércoles, 25 de marzo de 2015
447: Mis secretos, tus secretos y los de ella.
--- ¡Amor! ¿Si hemos decidido volcar la página y empezar en fojas cero, no crees que ya es hora que me digas si te la cogiste a Laura?
--- Nunca en mi vida he compartido mis secretos con nadie y no creo que este sea el momento idóneo para cambiar de costumbre.
--- ¡Estas equivocado! Todo el mundo los cuenta. Y estoy seguro que cuando te reúnes con tus amigotes, ellos cuentan sus aventuras al igual que lo hacen mis amigas.
--- ¡Es verdad! Ellos cuentan con todo tipo de detalle…
--- ¿Entonces, que te impide contármelo a mí?
--- Ja, ja, ja. ¡Querida mía! No me has escuchado bien, yo dije: ¡ellos!
--- ¿Qué te cuesta, decírmelo?
--- Todo secreto pertenece a dos o más personas y todas deberían estar de acuerdo a hablar o callar. Recuerdo que hace varios años atrás tu padre recurrió a mí para que le solucione un asunto y así lo hice. Nunca hable con nadie del asunto, ni siquiera con él. Era su secreto y a él sólo le pertenecía. Y no me preguntes cual era porque no te lo contaré.
Aquellas personas que cuentan sus aventuras o secretos, están botando al basurero la confianza que la otra persona depositó en él o en ella. Cuantos pleitos se habrían evitado en nuestra sociedad si la gente entendiese lo que te digo. Tú tambien debes tener secretos y como tú lo has dicho, estamos intentando una reconciliación y por lo tanto y con mayor razón esos secretos deberán permanecer en el baúl del olvido.
--- Nunca en mi vida he compartido mis secretos con nadie y no creo que este sea el momento idóneo para cambiar de costumbre.
--- ¡Estas equivocado! Todo el mundo los cuenta. Y estoy seguro que cuando te reúnes con tus amigotes, ellos cuentan sus aventuras al igual que lo hacen mis amigas.
--- ¡Es verdad! Ellos cuentan con todo tipo de detalle…
--- ¿Entonces, que te impide contármelo a mí?
--- Ja, ja, ja. ¡Querida mía! No me has escuchado bien, yo dije: ¡ellos!
--- ¿Qué te cuesta, decírmelo?
--- Todo secreto pertenece a dos o más personas y todas deberían estar de acuerdo a hablar o callar. Recuerdo que hace varios años atrás tu padre recurrió a mí para que le solucione un asunto y así lo hice. Nunca hable con nadie del asunto, ni siquiera con él. Era su secreto y a él sólo le pertenecía. Y no me preguntes cual era porque no te lo contaré.
Aquellas personas que cuentan sus aventuras o secretos, están botando al basurero la confianza que la otra persona depositó en él o en ella. Cuantos pleitos se habrían evitado en nuestra sociedad si la gente entendiese lo que te digo. Tú tambien debes tener secretos y como tú lo has dicho, estamos intentando una reconciliación y por lo tanto y con mayor razón esos secretos deberán permanecer en el baúl del olvido.
martes, 24 de marzo de 2015
446: Mis dos mejores amigas
--- ¡Estoy muy enojada contigo! ¡Besándote con mi mejor amiga!
--- ¿Y por qué no la sacaste de los pelos? ¿Por qué no la increpaste?
--- ¡¡No me hables!!
--- ¿Pero, seguro mañana iras a su fiesta de cumpleaños, llevándole un regalito que nos costó quinientos dólares, verdad? ¿No estas molesta con ella?
--- Tú eres el culpable, ¡Laura es inocente!
--- Tú la has colocado en un altar. Recuerdo que por tres años te andaba diciendo que te cortaras el pelo bien bajito y tú ni bola me dabas, entonces fui donde ella y ella, te llevó a la estilista y quedaste como yo quería. Mil y una veces ella me ayudo contigo, puedo decir que ella es una buena amiga mía. Y tambien tuya.
--- Ya quisieras que yo te crea los disparates que dices
--- (…)
--- ¿Y por qué no la sacaste de los pelos? ¿Por qué no la increpaste?
--- ¡¡No me hables!!
--- ¿Pero, seguro mañana iras a su fiesta de cumpleaños, llevándole un regalito que nos costó quinientos dólares, verdad? ¿No estas molesta con ella?
--- Tú eres el culpable, ¡Laura es inocente!
--- Tú la has colocado en un altar. Recuerdo que por tres años te andaba diciendo que te cortaras el pelo bien bajito y tú ni bola me dabas, entonces fui donde ella y ella, te llevó a la estilista y quedaste como yo quería. Mil y una veces ella me ayudo contigo, puedo decir que ella es una buena amiga mía. Y tambien tuya.
--- Ya quisieras que yo te crea los disparates que dices
--- (…)
domingo, 22 de marzo de 2015
445: El amor triangular
TEORÍA TRIANGULAR del AMOR. Esta teoría señala la existencia de tres componentes principales de toda relación de pareja: «intimidad, pasión y compromiso», donde cada uno de los cuales tiene un peso y una evolución propia a lo largo de los años de relación. Esta teoría se coge a los colores del amor, basando sus modelos en las seis formas de amar:
-el componente intimidad es equivalente a Storge;
-el compromiso a Ágape y
-la pasión se empareja a los estilos de Manía y Eros.
Sus principales características se detallan a continuación.
«El compromiso» consiste en dos decisiones, amar a la persona y permanecer junto a ella a pesar de otras relaciones potenciales. Ambos componentes están relacionados con la exclusividad, y la estabilidad o continuidad temporal de la relación. No obstante, con respecto a este último componente, se argumenta que esta estabilidad es más el resultado de los efectos positivos del compromiso que un componente per se y apunta la necesidad de distinguir ente las motivaciones individuales para permanecer en una relación y las constricciones externas, estructurales que impiden que se rompa (hijos, problemas económicos, etc.).
«La intimidad» (intimus, “lo más interior”), representa la revelación mutua de información personal, el compartir emociones y relatos con la pareja, la escucha recíproca de las confidencias, la preocupación profunda con el otro, sentimientos intensos de amor y confort con la proximidad y el contacto físico.
La intimidad incluye a su vez 10 elementos: 1) deseo de promover el bienestar de la pareja, 2) sentimiento de felicidad junto a esa persona, 3) respeto por el otro, 4) posibilidad de contar con la otra persona en momentos de necesidad, 5) comprensión mutua, 6) entrega de uno mismo y de bienes materiales, 7) recibir apoyo emocional por parte del otro, 8) ofrecer apoyo emocional a la pareja, 9) comunicación íntima y 10)
valoración positiva del otro.
«La pasión» (pati, sufrir) se refiere, principalmente, al deseo y la atracción física hacia la pareja. La pasión está definida por un «componente emocional» (afecto positivo, atracción y arousal sexual, sentimientos de malestar cuando aparecen problemas en la relación, un fuerte sentimiento de reciprocidad y ansia de unión permanente), un «componente cognitivo» (preocupación y pensamientos intrusivos sobre la pareja, idealización, análisis y evaluación de la conducta del otro y un interés por saber todo lo que concierne a la pareja) y por un «componente conductual» (servir al otro, cercanía física extensiva y monitorización de los movimientos del otro).
La importancia de cada uno de los tres componentes del amor varía en función del momento evolutivo de la relación amorosa. Así, el componente pasional juega un papel principal en las primeras fases de la relación, mientras que va perdiendo fuerza con el paso del tiempo. Por el contrario, conforme la relación evoluciona la intimidad y el compromiso van adquiriendo una mayor importancia al ser componentes necesarios para que una relación se consolide. Estos tres componentes resultaron correlacionados positivamente con el estilo seguro, y negativamente con el apego huidizo y el ambivalente.
-el componente intimidad es equivalente a Storge;
-el compromiso a Ágape y
-la pasión se empareja a los estilos de Manía y Eros.
Sus principales características se detallan a continuación.
«El compromiso» consiste en dos decisiones, amar a la persona y permanecer junto a ella a pesar de otras relaciones potenciales. Ambos componentes están relacionados con la exclusividad, y la estabilidad o continuidad temporal de la relación. No obstante, con respecto a este último componente, se argumenta que esta estabilidad es más el resultado de los efectos positivos del compromiso que un componente per se y apunta la necesidad de distinguir ente las motivaciones individuales para permanecer en una relación y las constricciones externas, estructurales que impiden que se rompa (hijos, problemas económicos, etc.).
«La intimidad» (intimus, “lo más interior”), representa la revelación mutua de información personal, el compartir emociones y relatos con la pareja, la escucha recíproca de las confidencias, la preocupación profunda con el otro, sentimientos intensos de amor y confort con la proximidad y el contacto físico.
La intimidad incluye a su vez 10 elementos: 1) deseo de promover el bienestar de la pareja, 2) sentimiento de felicidad junto a esa persona, 3) respeto por el otro, 4) posibilidad de contar con la otra persona en momentos de necesidad, 5) comprensión mutua, 6) entrega de uno mismo y de bienes materiales, 7) recibir apoyo emocional por parte del otro, 8) ofrecer apoyo emocional a la pareja, 9) comunicación íntima y 10)
valoración positiva del otro.
«La pasión» (pati, sufrir) se refiere, principalmente, al deseo y la atracción física hacia la pareja. La pasión está definida por un «componente emocional» (afecto positivo, atracción y arousal sexual, sentimientos de malestar cuando aparecen problemas en la relación, un fuerte sentimiento de reciprocidad y ansia de unión permanente), un «componente cognitivo» (preocupación y pensamientos intrusivos sobre la pareja, idealización, análisis y evaluación de la conducta del otro y un interés por saber todo lo que concierne a la pareja) y por un «componente conductual» (servir al otro, cercanía física extensiva y monitorización de los movimientos del otro).
La importancia de cada uno de los tres componentes del amor varía en función del momento evolutivo de la relación amorosa. Así, el componente pasional juega un papel principal en las primeras fases de la relación, mientras que va perdiendo fuerza con el paso del tiempo. Por el contrario, conforme la relación evoluciona la intimidad y el compromiso van adquiriendo una mayor importancia al ser componentes necesarios para que una relación se consolide. Estos tres componentes resultaron correlacionados positivamente con el estilo seguro, y negativamente con el apego huidizo y el ambivalente.
sábado, 21 de marzo de 2015
444: Los colores del amor
Un estudio de investigación mediante el análisis de una serie de entrevistas, señaló la existencia de tres amores primarios y tres secundarios resultantes de su combinación.
Los colores del amor primarios:
EROS (mirada a la belleza), LUDUS (amor como juego) y STORGE (amor como amistad).
Estos estilos primarios a la vez se combinan para dar lugar a los estilos secundarios, si bien pueden existir otras combinaciones tales como (lúdico-eros; storge-ludus; storge-eros) y grupos terciarios de combinaciones de estilos primarios y secundarios.
A continuación se detallan las características de los estilos primarios.
EROS o amor PASIONAL. Se caracteriza por una fuerte pasión y por un deseo de rápida implicación con el otro, sin caer en sentimientos de posesión o celos. La motivación se centra principalmente en la atracción física, el deseo y la excitación sexual.
LUDUS o amor LÚDICO. Amor sin una notable implicación emocional, sin expectativas futuras, centrado en el aquí y ahora que representa el juego en la relación. Es típico de personas a las que les gusta entablar relaciones con varias parejas poniendo como regla de juego la falta de compromiso y la intención lúdica de sus contactos.
STORGE o amor AMISTAD. En este tipo de amor, se pone el énfasis en el compañerismo y la confianza en las relaciones. Es un amor sereno basado en la intimidad, la amistad y el cariño. Suele requerir tiempo de conocimiento y convivencia.
La combinación de estos tres estilos primarios da como resultados los estilos secundarios que se comentan a continuación.
PRAGMA O AMOR PRAGMÁTICO. (Ludus más Storge). Amor realista y práctico, se caracteriza por una aproximación práctica a las relaciones amorosas, donde se valoran aspectos instrumentales como las condiciones económicas o los antecedentes familiares de la relación. Está basado en la búsqueda racional
de la pareja compatible, más que en ideales románticos y/o fuertes emociones.
MANÍA O AMOR OBSESIVO. (Eros más Ludus). Se define por una obsesión y dependencia hacia la pareja donde se alternan experiencias de disfrute, dolor y temor a la pérdida. Es por tanto, un tipo de amor celoso, posesivo y obsesivo.
AGAPE O AMOR DESINTERESADO. (Eros más Storge). Amor caracterizado por un esfuerzo desinteresado por el bienestar de la pareja, anteponiendo la felicidad del otro a la propia. El placer sexual no es un factor clave en estas relaciones.
Estos estilos señalados no son rasgos estables de la personalidad, sino que varían en función de las circunstancias particulares de cada relación o de las personas que componen la pareja, resultando la combinación más satisfactoria cuanto más cerca se encuentren los estilos de amar de los dos miembros de la pareja.
Los colores del amor primarios:
EROS (mirada a la belleza), LUDUS (amor como juego) y STORGE (amor como amistad).
Estos estilos primarios a la vez se combinan para dar lugar a los estilos secundarios, si bien pueden existir otras combinaciones tales como (lúdico-eros; storge-ludus; storge-eros) y grupos terciarios de combinaciones de estilos primarios y secundarios.
A continuación se detallan las características de los estilos primarios.
EROS o amor PASIONAL. Se caracteriza por una fuerte pasión y por un deseo de rápida implicación con el otro, sin caer en sentimientos de posesión o celos. La motivación se centra principalmente en la atracción física, el deseo y la excitación sexual.
LUDUS o amor LÚDICO. Amor sin una notable implicación emocional, sin expectativas futuras, centrado en el aquí y ahora que representa el juego en la relación. Es típico de personas a las que les gusta entablar relaciones con varias parejas poniendo como regla de juego la falta de compromiso y la intención lúdica de sus contactos.
STORGE o amor AMISTAD. En este tipo de amor, se pone el énfasis en el compañerismo y la confianza en las relaciones. Es un amor sereno basado en la intimidad, la amistad y el cariño. Suele requerir tiempo de conocimiento y convivencia.
La combinación de estos tres estilos primarios da como resultados los estilos secundarios que se comentan a continuación.
PRAGMA O AMOR PRAGMÁTICO. (Ludus más Storge). Amor realista y práctico, se caracteriza por una aproximación práctica a las relaciones amorosas, donde se valoran aspectos instrumentales como las condiciones económicas o los antecedentes familiares de la relación. Está basado en la búsqueda racional
de la pareja compatible, más que en ideales románticos y/o fuertes emociones.
MANÍA O AMOR OBSESIVO. (Eros más Ludus). Se define por una obsesión y dependencia hacia la pareja donde se alternan experiencias de disfrute, dolor y temor a la pérdida. Es por tanto, un tipo de amor celoso, posesivo y obsesivo.
AGAPE O AMOR DESINTERESADO. (Eros más Storge). Amor caracterizado por un esfuerzo desinteresado por el bienestar de la pareja, anteponiendo la felicidad del otro a la propia. El placer sexual no es un factor clave en estas relaciones.
Estos estilos señalados no son rasgos estables de la personalidad, sino que varían en función de las circunstancias particulares de cada relación o de las personas que componen la pareja, resultando la combinación más satisfactoria cuanto más cerca se encuentren los estilos de amar de los dos miembros de la pareja.
jueves, 19 de marzo de 2015
442: A falta de inspiración: sexo, perdón, digo humor
Un hombre de compras descubre una nueva marca de condones: "Olímpicos".
Impresionado, compra una caja. Al llegar a casa, le anuncia a su mujer la nueva adquisición:
-¿Condones olímpicos? ¿Y que tienen de especial?
-Vienen en tres colores dorado, plata y bronce.
-¿Y qué color te vas a poner esta noche?
-"Oro, por supuesto" dice el marido orgullosamente.
Y le responde la esposa:
-¿De verdad y por qué no usas el de Plata? ¡Sería bueno que alguna vez terminaras segundo!
-José... Dame un beso en los labios...
- ¡No! Que cierras las piernas y me rompes las gafas...
Dos prostitutas en una esquina en plenas fiestas navideñas.
- Oye, Manola, ¿Qué le pides a los Reyes Magos?
- Yo, cien euros. Como a todos.
Impresionado, compra una caja. Al llegar a casa, le anuncia a su mujer la nueva adquisición:
-¿Condones olímpicos? ¿Y que tienen de especial?
-Vienen en tres colores dorado, plata y bronce.
-¿Y qué color te vas a poner esta noche?
-"Oro, por supuesto" dice el marido orgullosamente.
Y le responde la esposa:
-¿De verdad y por qué no usas el de Plata? ¡Sería bueno que alguna vez terminaras segundo!
-José... Dame un beso en los labios...
- ¡No! Que cierras las piernas y me rompes las gafas...
Dos prostitutas en una esquina en plenas fiestas navideñas.
- Oye, Manola, ¿Qué le pides a los Reyes Magos?
- Yo, cien euros. Como a todos.
miércoles, 18 de marzo de 2015
441: Entrevista al famoso luis zenobio barranquillas
--- Estimados leedores acá tenemos al famoso cantautor: Zeta Beta, conocido en la farándula, la riña de gallos y el equipo de equitación de esta bullanguera y tranquila ciudad, quizás alguno de ustedes lo desconozcan al verlo vestido de esta manera y la razón de esa indumentaria es llana y simple, él en breves minutos contraerá nupcias y hablando de esto que mejor hablar de la novia de la bella y sexi Sonia Campoamor, exitosa modelo que ha cautivado a esta notable urbe y enloquecido a sus cojonudos. ¿Cuéntanos como hiciste para conquistar a Soca? Pues si la memoria no me falla ella andaba en amores con nuestro gran futbolista “Canilla de Alambre” él cual se la quitó al poeta y dramaturgo Alfonzo del Hueco; no cabe duda alguna que has debido emplear tus mejores artes para enamorarla y conquistarla y eso me trae a la memoria lo que una vez dijo Fernando del Hoyo sobre Soca y me imagino que tu tambien debes estar enterado, finalmente eres un hombre de mundo. Disculpa que entre a la intimidad, entre ambos, al preguntarte: ¿la amas?
--- ¡Sí! Pero quisi….
… ¡Ahh, el amor! Especialmente en esta época cuando el calor aprieta, es cuando cupido juega con sus artimañas, pensar que han transcurrido diez años desde que a Soca la coronaron como reina de la caña de azúcar y en esos diez años esa bonita muchacha se ha transformado en una exuberante mujer, rompiendo corazones a troche y moche, visitando el Caribe con cuanto tipo quisiera llevársela, lo mismo a Miami y a Hong Kong, recuerdo que ella me dijo en cierta oportunidad que jamás seguía con hombre alguno más de 60 días, y hoy observo maravillado que ustedes han vencido esos 60 días juntos. ¿Ella está embarazada?
--- ¡No! Nosotro…
--- ¡Qué tonto, soy al hacer esa pregunta! Ella con esa experiencia de diez años, es imposible que se embarace ¿verdad? Esa mirada seria, corrobora mis palabras. ¿Pero lo que no me explico, cómo es que ella se animó a casarse contigo. ¡Oye Luis! ¿Por qué te vas? Tengo muchas preguntas en el tintero… Ahh, lo que es el amor, seguro que olvido algún detalle amoroso y se fue a solucionarlos. ¿Pero, por qué se fue en su automóvil?
--- ¡Sí! Pero quisi….
… ¡Ahh, el amor! Especialmente en esta época cuando el calor aprieta, es cuando cupido juega con sus artimañas, pensar que han transcurrido diez años desde que a Soca la coronaron como reina de la caña de azúcar y en esos diez años esa bonita muchacha se ha transformado en una exuberante mujer, rompiendo corazones a troche y moche, visitando el Caribe con cuanto tipo quisiera llevársela, lo mismo a Miami y a Hong Kong, recuerdo que ella me dijo en cierta oportunidad que jamás seguía con hombre alguno más de 60 días, y hoy observo maravillado que ustedes han vencido esos 60 días juntos. ¿Ella está embarazada?
--- ¡No! Nosotro…
--- ¡Qué tonto, soy al hacer esa pregunta! Ella con esa experiencia de diez años, es imposible que se embarace ¿verdad? Esa mirada seria, corrobora mis palabras. ¿Pero lo que no me explico, cómo es que ella se animó a casarse contigo. ¡Oye Luis! ¿Por qué te vas? Tengo muchas preguntas en el tintero… Ahh, lo que es el amor, seguro que olvido algún detalle amoroso y se fue a solucionarlos. ¿Pero, por qué se fue en su automóvil?
martes, 17 de marzo de 2015
440: ¿Te gusta cómo es tu pareja?
Bueno si...ya sé que ahora vas a esforzarte en buscar todas las cualidades que tiene y por las cuales no le quieres dejar, pero si demoras en tu respuesta, es porque la lista de las cosas que no te gustan de él, es también bastante larga, ¿me equivoco?
Y con todas estas partes que no te gustan, ¿le aceptas? Puede que tu respuesta impulsiva sea SI, pero te lo voy a preguntar de otra manera. ¿Te quejas a menudo precisamente porque es o se comporta de esa manera, porque hace esas cosas que tan poco te gustan? O aunque quizás no te quejes pero, ¿te molesta? ¿Sientes que estás tragándote cosas que no te hacen sentir bien? Quizás lo aceptas aparentemente, para evitar discutir o generar situaciones incómodas, pero ¿cómo te sientes en tu interior? ¿Te sientes bien aceptando cosas que no te gustan? ¿No te genera eso más ansiedad?
Te aconsejo que ahora cierres unos instantes las piernas, y respondas a esas preguntas muy sinceramente, siendo muy honesta contigo misma.
Y con todas estas partes que no te gustan, ¿le aceptas? Puede que tu respuesta impulsiva sea SI, pero te lo voy a preguntar de otra manera. ¿Te quejas a menudo precisamente porque es o se comporta de esa manera, porque hace esas cosas que tan poco te gustan? O aunque quizás no te quejes pero, ¿te molesta? ¿Sientes que estás tragándote cosas que no te hacen sentir bien? Quizás lo aceptas aparentemente, para evitar discutir o generar situaciones incómodas, pero ¿cómo te sientes en tu interior? ¿Te sientes bien aceptando cosas que no te gustan? ¿No te genera eso más ansiedad?
Te aconsejo que ahora cierres unos instantes las piernas, y respondas a esas preguntas muy sinceramente, siendo muy honesta contigo misma.
lunes, 16 de marzo de 2015
439: ¿Y ahora qué hago con Beibi?
--- Que bien que llegaste, hijo mío ya no aguanto a Beibi
--- Pero mamá, yo la traje para compañía de ambos
--- ¡Que compañía ni nada! ¿O ella o yo?
--- ¡Mamá, por favor!
--- ¡Nada de por favor! Ella es una bulliciosa, y en la primera oportunidad ya está en la calle…
--- Es que es joven y a todos los jóvenes les atrae la calle, pero ella siempre vuelve para comer
--- Traga y luego inmediatamente a la calle. Líbrate de ella, hijo mío, no te conviene y te va a traer inconvenientes con los vecinos, los cuales ya le han echado ojo, has caso a tu madre…
--- Muy bien, lo pensare…
--- No pienses mucho, esa perra no vale nada…
--- Pero mamá, yo la traje para compañía de ambos
--- ¡Que compañía ni nada! ¿O ella o yo?
--- ¡Mamá, por favor!
--- ¡Nada de por favor! Ella es una bulliciosa, y en la primera oportunidad ya está en la calle…
--- Es que es joven y a todos los jóvenes les atrae la calle, pero ella siempre vuelve para comer
--- Traga y luego inmediatamente a la calle. Líbrate de ella, hijo mío, no te conviene y te va a traer inconvenientes con los vecinos, los cuales ya le han echado ojo, has caso a tu madre…
--- Muy bien, lo pensare…
--- No pienses mucho, esa perra no vale nada…
jueves, 12 de marzo de 2015
438: Persifones, el filósofo del sexo
Todo el mundo conoce a Persifones, ¿Quién no ha leído algún tratado suyo? ¡Nadie!
Nadie se ha quedado sin leer lo que nos enseñó en la última década. Por donde usted dirija la mirada leerá en las fachadas, en los frontis y hasta en la retaguardia, palabras reticentes matizadas en los muros.
Y no solo enseña sobre el sexo, tambien sobre: «el negocio hipotecario del sexo», «el préstamo sexual», «inversionistas sexuales», «el paro forzoso y el sexo», «la política anal», «el débito y el sexo» e incluso de los «pagos sexuales diferidos».
Una vez le preguntó una vecina que debería hacer para tener una vida tranquila y Persifones le respondió:
--- “Deberás tener muchas amigas, pero pocas confidentes…”
Nadie se ha quedado sin leer lo que nos enseñó en la última década. Por donde usted dirija la mirada leerá en las fachadas, en los frontis y hasta en la retaguardia, palabras reticentes matizadas en los muros.
Y no solo enseña sobre el sexo, tambien sobre: «el negocio hipotecario del sexo», «el préstamo sexual», «inversionistas sexuales», «el paro forzoso y el sexo», «la política anal», «el débito y el sexo» e incluso de los «pagos sexuales diferidos».
Una vez le preguntó una vecina que debería hacer para tener una vida tranquila y Persifones le respondió:
--- “Deberás tener muchas amigas, pero pocas confidentes…”
sábado, 7 de marzo de 2015
437: Pensando es ustedes las mujeres
Santiago - ¡Dime que no, anda, atrévete a negarlo ahora!
Ester - Pero, ¿de dónde sacas ese cuento? ¿Quién te llena la cabeza de chismes?
Santiago - ¿Chismes, verdad? ¡Me lo dijo mi compadre Zenón! Y Zenón no miente.
Ester - ¿Y se puede saber qué te dijo tu compadre Zenón?
Santiago - Estuviste en el mercado, ¿verdad?
Ester - Sí, claro, como todos los días.
Santiago - Fuiste a comprar fruta, ¿verdad?
Ester - Sí, fui a comprar fruta. ¿Es algo malo comprar fruta?
Santiago - Comprar fruta no. ¡Pero guiñarle el ojo al frutero, sí!
Ester - ¡Lo que nos faltaba! ¡Otra vez los celos! Pero, ¡qué marido me diste, Dios santo!
Santiago - Tú estabas coqueteando con Ripió, el frutero. Confiésalo.
Ester - Ripió, el frutero, tiene más de sesenta años y no le queda un diente en la boca.
Santiago - ¡Para eso no hacen falta los dientes!
Ester - ¿Ah, sí, verdad? ¿Con que tú crees que ese viejo y yo…?
Santiago - Yo no creo nada. Yo estoy seguro. Me lo dijo mi compadre Zenón. Pero, óyelo bien, ¡no vuelves a poner un pie en ese mercado!
Ester - Pues mejor para mí. Desde hoy tú irás a hacer las compras.
Santiago - ¡No vuelves a salir de casa!
Ester - ¡Búscate un perro para estar más seguro!
Santiago - No estoy dispuesto a ser el hazmerreír, ¿me entiendes?
Ester - Claro, pero la hija de mi mamá tiene que aguantar que su marido entre y salga cuando le da la gana...
Santiago - ¡Yo soy el hombre, caramba!
Ester - ¿Y yo no cuento, entonces?
Santiago - ¡Tú te callas, desvergonzada! ¡Y no me levantes la voz!
Ester - ¡La levanto si se me antoja!
Santiago - No me faltes, Ester… ¡no me faltes porque te sobro! ¡Se acabó, ¿lo oyes?, se acabó! ¡Recoge tus trapos y lárgate a casa de tu madre! ¡No te necesito para nada, ¿lo oyes? ¡Para nada!
Ester - ¡Ya despertaste a la niña con tus gritos! ¡Ve a darle tú de mamar, anda, a ver qué tal lo haces!
Salomé - Pero, hijo, ¿cómo vas a hacer eso? Ester es una buena muchacha.
Santiago - Ester es una buena zorra, eso es lo que es.
Salomé - No hables así de la madre de tus hijas. Ester es tu esposa.
Santiago - Ya esa cuerda se rompió. Ya no tengo mujer. Le dije que recogiera sus cosas y se largara.
Zebedeo - Espérate, espérate, vamos por partes. ¿Qué es lo que ha pasado? ¿Te engañó con otro?
Santiago - ¡Si me engaña con otro, le doy una tunda de palos!
Zebedeo - ¿Qué te ha hecho entonces?
Santiago - Que tiene los cascos ligeros, eso. Que le guiña el ojo a todo hombre que ve.
Salomé - Pues no serán muchos los que vea, porque tú la tienes encerrada en esa casa como si fuera una monja. ¡Pobre infeliz! Ni aquí la traes.
Santiago - Pobre infeliz... Mira, mamá, no la defiendas.
Zebedeo - Pero, en fin de cuentas, ¿qué fue lo que pasó?
Santiago - Mi compadre Zenón la vio sonriéndole a Ripió, el frutero. Eso.
Salomé - ¿Y qué quieres tú que haga la pobre? ¿Qué le escupa en la cara?
Santiago - No seas ingenua, mamá. Todas comienzan con la «sonrisita». Das la vuelta y ¡zas!, saltó la liebre.
Jesús - ¿Qué liebre saltó por aquí, eh? ¿Cómo estamos, Zebedeo?
Zebedeo - ¡Estamos vivos, Jesús, que en este país no es poca cosa!
Jesús - ¡Y dígalo! ¿Qué hay, Salomé? Pelirrojo, te veo con cara de vinagre.
Santiago - Y con razón, Jesús.
Jesús - ¿Y qué ha pasado?
Santiago - Que me divorcio de mi mujer. Calabaza, calabaza, cada uno para su casa, como dice el canto.
Jesús - Pero... ¿y por qué?
Salomé - Nada, que a este hijo mío le han metido el chisme en la cabeza de que su mujer le guiñó un ojo a un frutero.
Santiago - No es chisme, mamá. ¡Me lo dijo mi compadre Zenón!
Zebedeo - Y en todo El Puerto no hay un chismoso mayor que él.
Santiago - No es sólo eso. Zenón la ha visto también en la plaza, y en la calle de los curtidores, y la vio el otro día en el embarcadero...
Jesús - Oye, ¿y no será que el tal Zenón es el que anda atrás de tu mujer? Como la sigue a donde quiera que va...
Santiago - No me fastidies.
Jesús - Así que por un guiño de ojo, cinco años de matrimonio al traste.
Santiago - Sí, al traste. Mejor solo que mal acompañado. Esta cuerda se rompió.
Ester - ¡Claro que se rompió!
Santiago - ¡Llegó la que faltaba!
Salomé - Ester, hija, Santiago nos contó lo de...
Ester - Sí, sí, lo del compadre Zenón. ¡Vete a dormir con él esta noche, ya que lo quieres tanto!
Santiago - Mira, mujer del demonio, no empieces otra vez. ¡Ya te dije que recogieras tus trapos y te fueras!
Ester - A eso vine... a decirles adiós.
Zebedeo - Ester, muchacha, tranquilízate. Ven, siéntate aquí. Vamos a conversar un poco.
Ester - ¿Conversar? ¿Conversar de qué? Este hijo suyo sólo sabe gritar y dar órdenes como si fuera un capitán. No, no, yo no aguanto más a este energúmeno. Ya me cansé. Me voy.
Santiago - ¿Cómo has dicho? ¿Qué te cansaste? ¿Te cansaste de qué, si tú naciste cansada? Yo partiéndome el lomo en la barca y tú sentada en casa, de lo más tranquila? ¡Y ya te cansaste!
Ester - ¿Ah, sí, verdad? ¿Sentada, verdad? Y cuidar las tres niñas, ¿no es trabajo, verdad? Y la cocina, y ve y compra tomates y lavar la ropa y corre que Mila se cayó y barrer la casa y una no acaba nunca... Y eso no es trabajo, ¿verdad?
Santiago - ¡Sí, sí, y andar chismorreando con todo el que pasa frente a la puerta!
Ester - ¡Y después llega el señor a casa y se sienta y cruza los brazos y hay que servirle la comida como a un gran rey, porque él no se molesta ni en traer un plato!
Santiago - ¡Lo que me quedaba por oír! Me paso el día trabajando como un mulo por ti y por mis hijas, ¿y no tengo derecho a un plato de lentejas?
Ester - ¡Sí, a un plato de lentejas y a cuatro jarras de vino, que ahí es donde se te va el dinero, en
esa dichosa taberna!
Santiago - ¡Con mi dinero hago lo que quiero, y tú no tienes que meterte en eso!
Ester - Sí, claro, y esta esclava sirviéndote de balde. ¡En cinco años de casados no me has dado ni un céntimo para comprarme un pañuelo!
Santiago - ¡Lo que te voy a dar es un pescozón si sigues faltándome al respeto!
Ester - Lo que pasa es...
Santiago - ¡Lo que pasa es que basta ya! ¡Las mujeres hablan cuando las gallinas mean! Tú la has oído, Jesús. Dime, ¿tengo o no tengo derecho a divorciarme de este basilisco? Responde, no te quedes callado...
Jesús - Bueno, Santiago, yo creo que... que ella es la que tiene derecho a mandarte a ti al basurero.
Santiago - ¿Cómo has dicho?
Jesús - Lo que oíste. Y lo que no entiendo es cómo Ester te ha aguantado tanto tiempo.
Santiago - ¿Con que te pones en contra mía? Está bien, no me importa. ¡Al diablo contigo y con todos! Y tú la primera, Ester: ¡vamos, vete de aquí, ve a guiñarle el ojo a ese maldito frutero!
Jesús - Lo que son las cosas... Los hombres les colamos hasta el último mosquito a las mujeres. Pero ellas tienen que tragarnos a nosotros unos camellos así de grandes...
Santiago - ¿Por qué dices eso ahora?
Jesús - ¿Que por qué lo digo? Mira, que nos conocemos... Mejor es no hablar, ¿verdad?
Santiago - Bueno, ¿y qué? Para eso soy hombre, ¿no?
Jesús - Sí, claro, claro... Me olvidaba que Dios le dio los mandamientos no a Moisés, sino a su señora.
Santiago - ¡Mira, Jesús, no empieces! Que fue Moisés el que nos dio a nosotros los varones el derecho a abandonar la mujer y divorciarnos. Por algo sería, ¿no?
Jesús - Sí, claro que por algo. Por la brutalidad y la dureza de los varones. Moisés pensó: mejor que el marido la eche de casa; así por lo menos no la molerá a palos... Pero al principio no era de esa manera, ¿me oyes? Porque Dios quiso que el hombre y la mujer vivieran unidos con los mismos derechos y las mismas obligaciones para los dos. Y lo que Dios ha unido, ni tú ni ningún varón puede separarlo así porque sí, cuando les da la gana.
Salomé - Bueno, muchachos, ¿por qué en vez de pelear no conversamos un poco? Hablando se entiende la gente, ¿no es eso? Tú, ¿qué dices, Ester?
Ester - ¡Hablar! Con este hijo suyo no se puede hablar, Salomé. Gritar él y bajar yo la cabeza: así es como él sabe hablar.
Santiago - Bueno, el marido es el que debe tener la última palabra, ¿no? ¿O tampoco?
Ester - Sí, sí, y tú tienes la última, la primera y la del medio también.
Jesús - La primera palabra la dijo Dios cuando sacó a la mujer de la costilla de Adán. No la sacó de la planta del pie ni de otro barro distinto, ¿verdad? La sacó de aquí, de junto al corazón. Porque Dios no quería darle a Adán una esclava, sino una compañera.
Niña - ¡La bendición, güelita!
Niñita - ¡Güelita! ¡Güelita!
En ese momento, entraron en casa las tres hijas de Santiago y Ester. La primera, Mila, de cuatro años, tenía unas trenzas muy largas. Terina, la segunda, llevaba de la mano a Noemí, la más pequeñita, que apenas sabía andar.
Santiago - ¿Para qué trajiste a las niñas, Ester?
Ester - ¿Cómo que para qué? Me las llevo.
Santiago - ¿Qué te las qué…?
Ester - Que me las llevo. Son mis hijas, ¿no? Las parí yo.
Santiago - Ah, claro, y yo no hice nada, ¿verdad? Fue un angelito que vino y entró por la ventana... Mírale los pelos que tienen, rojos como los míos. Las niñas se quedan conmigo. Mi madre, Salomé, las cuidará.
Ester - ¡Las niñas son mías y me las llevo yo!
Santiago - Las niñas se quedan aquí, ¿me entiendes? ¡Aquí, aquí y aquí!
Jesús - ¡Ya está bien, Santiago, basta de gritos! Dices que tienen los pelos rojos como los tuyos. No te fijes en los pelos. Mírales los ojos: míralos… Ven, Mila, ven. Mírale los ojos, Santiago. Te miran con miedo. Porque desde que nacieron sólo te han oído gritar y dar puñetazos. Tú mismo lo dijiste antes: mejor solo que mal acompañado. Y es verdad. Y mejor huérfano que con un padre que lo que parece es un centurión del ejército. Vamos, Ester, llévate a tus hijas. Y que Dios te ayude a hacerles de madre y padre al mismo tiempo.
Santiago - Oye, pero, ¿qué estás diciendo tú? Eso... eso no puede ser así. Espérate, Ester, espérate...
Ester - ¿Qué te pasa ahora?
Santiago - Yo... bueno, yo...
Ester - Tú, sí, tú, el que se llena la boca protestando contra los abusos de los que gobiernan y del rey Herodes, y eres un tirano peor que ellos con tu familia. ¡Santiago, el hijo del Zebedeo, el que habla de justicia y de compartir las riquezas del mundo entre todos los hombres! ¡Sí, sí, y con tu mujer no eres capaz de compartir ni siquiera el jornal! Esa es la justicia que hablas tú, ¿verdad? La justicia del embudo: el caño grande para ti y el estrecho para los otros...
Jesús - Ester tiene razón, pelirrojo. Estamos diciendo que las cosas tienen que cambiar en nuestro país. Pues vamos a barrer primero la propia casa, ¿no crees?
Santiago - Pero, yo... yo... ¿qué tengo que hacer para...? A la verdad, yo... yo...
Jesús - ¡Olvidarte del yo-yo-yo! ¡Eso es lo que tienes que hacer! ¡Olvidarte de ti y pensar un poco en ella, en hacerla feliz!
Santiago - Bueno, Ester... Entonces yo... digo, tú... ¡Uff! Si tú quieres podemos... Caramba, qué
difícil le es a uno pedir perdón. O sea que, ya tú me entiendes, que eso es lo que quiero pedirte. Que también el rey David metió la pata y, mira tú, ¡después hasta acabó cantando salmos!
Salomé - ¡Bueno, el resto se lo dices en casa, que estas tres criaturitas tienen hambre y ya es la hora de la sopa! [UN TAL JESÚS María y José Ignacio López Vigil]
Ester - Pero, ¿de dónde sacas ese cuento? ¿Quién te llena la cabeza de chismes?
Santiago - ¿Chismes, verdad? ¡Me lo dijo mi compadre Zenón! Y Zenón no miente.
Ester - ¿Y se puede saber qué te dijo tu compadre Zenón?
Santiago - Estuviste en el mercado, ¿verdad?
Ester - Sí, claro, como todos los días.
Santiago - Fuiste a comprar fruta, ¿verdad?
Ester - Sí, fui a comprar fruta. ¿Es algo malo comprar fruta?
Santiago - Comprar fruta no. ¡Pero guiñarle el ojo al frutero, sí!
Ester - ¡Lo que nos faltaba! ¡Otra vez los celos! Pero, ¡qué marido me diste, Dios santo!
Santiago - Tú estabas coqueteando con Ripió, el frutero. Confiésalo.
Ester - Ripió, el frutero, tiene más de sesenta años y no le queda un diente en la boca.
Santiago - ¡Para eso no hacen falta los dientes!
Ester - ¿Ah, sí, verdad? ¿Con que tú crees que ese viejo y yo…?
Santiago - Yo no creo nada. Yo estoy seguro. Me lo dijo mi compadre Zenón. Pero, óyelo bien, ¡no vuelves a poner un pie en ese mercado!
Ester - Pues mejor para mí. Desde hoy tú irás a hacer las compras.
Santiago - ¡No vuelves a salir de casa!
Ester - ¡Búscate un perro para estar más seguro!
Santiago - No estoy dispuesto a ser el hazmerreír, ¿me entiendes?
Ester - Claro, pero la hija de mi mamá tiene que aguantar que su marido entre y salga cuando le da la gana...
Santiago - ¡Yo soy el hombre, caramba!
Ester - ¿Y yo no cuento, entonces?
Santiago - ¡Tú te callas, desvergonzada! ¡Y no me levantes la voz!
Ester - ¡La levanto si se me antoja!
Santiago - No me faltes, Ester… ¡no me faltes porque te sobro! ¡Se acabó, ¿lo oyes?, se acabó! ¡Recoge tus trapos y lárgate a casa de tu madre! ¡No te necesito para nada, ¿lo oyes? ¡Para nada!
Ester - ¡Ya despertaste a la niña con tus gritos! ¡Ve a darle tú de mamar, anda, a ver qué tal lo haces!
Salomé - Pero, hijo, ¿cómo vas a hacer eso? Ester es una buena muchacha.
Santiago - Ester es una buena zorra, eso es lo que es.
Salomé - No hables así de la madre de tus hijas. Ester es tu esposa.
Santiago - Ya esa cuerda se rompió. Ya no tengo mujer. Le dije que recogiera sus cosas y se largara.
Zebedeo - Espérate, espérate, vamos por partes. ¿Qué es lo que ha pasado? ¿Te engañó con otro?
Santiago - ¡Si me engaña con otro, le doy una tunda de palos!
Zebedeo - ¿Qué te ha hecho entonces?
Santiago - Que tiene los cascos ligeros, eso. Que le guiña el ojo a todo hombre que ve.
Salomé - Pues no serán muchos los que vea, porque tú la tienes encerrada en esa casa como si fuera una monja. ¡Pobre infeliz! Ni aquí la traes.
Santiago - Pobre infeliz... Mira, mamá, no la defiendas.
Zebedeo - Pero, en fin de cuentas, ¿qué fue lo que pasó?
Santiago - Mi compadre Zenón la vio sonriéndole a Ripió, el frutero. Eso.
Salomé - ¿Y qué quieres tú que haga la pobre? ¿Qué le escupa en la cara?
Santiago - No seas ingenua, mamá. Todas comienzan con la «sonrisita». Das la vuelta y ¡zas!, saltó la liebre.
Jesús - ¿Qué liebre saltó por aquí, eh? ¿Cómo estamos, Zebedeo?
Zebedeo - ¡Estamos vivos, Jesús, que en este país no es poca cosa!
Jesús - ¡Y dígalo! ¿Qué hay, Salomé? Pelirrojo, te veo con cara de vinagre.
Santiago - Y con razón, Jesús.
Jesús - ¿Y qué ha pasado?
Santiago - Que me divorcio de mi mujer. Calabaza, calabaza, cada uno para su casa, como dice el canto.
Jesús - Pero... ¿y por qué?
Salomé - Nada, que a este hijo mío le han metido el chisme en la cabeza de que su mujer le guiñó un ojo a un frutero.
Santiago - No es chisme, mamá. ¡Me lo dijo mi compadre Zenón!
Zebedeo - Y en todo El Puerto no hay un chismoso mayor que él.
Santiago - No es sólo eso. Zenón la ha visto también en la plaza, y en la calle de los curtidores, y la vio el otro día en el embarcadero...
Jesús - Oye, ¿y no será que el tal Zenón es el que anda atrás de tu mujer? Como la sigue a donde quiera que va...
Santiago - No me fastidies.
Jesús - Así que por un guiño de ojo, cinco años de matrimonio al traste.
Santiago - Sí, al traste. Mejor solo que mal acompañado. Esta cuerda se rompió.
Ester - ¡Claro que se rompió!
Santiago - ¡Llegó la que faltaba!
Salomé - Ester, hija, Santiago nos contó lo de...
Ester - Sí, sí, lo del compadre Zenón. ¡Vete a dormir con él esta noche, ya que lo quieres tanto!
Santiago - Mira, mujer del demonio, no empieces otra vez. ¡Ya te dije que recogieras tus trapos y te fueras!
Ester - A eso vine... a decirles adiós.
Zebedeo - Ester, muchacha, tranquilízate. Ven, siéntate aquí. Vamos a conversar un poco.
Ester - ¿Conversar? ¿Conversar de qué? Este hijo suyo sólo sabe gritar y dar órdenes como si fuera un capitán. No, no, yo no aguanto más a este energúmeno. Ya me cansé. Me voy.
Santiago - ¿Cómo has dicho? ¿Qué te cansaste? ¿Te cansaste de qué, si tú naciste cansada? Yo partiéndome el lomo en la barca y tú sentada en casa, de lo más tranquila? ¡Y ya te cansaste!
Ester - ¿Ah, sí, verdad? ¿Sentada, verdad? Y cuidar las tres niñas, ¿no es trabajo, verdad? Y la cocina, y ve y compra tomates y lavar la ropa y corre que Mila se cayó y barrer la casa y una no acaba nunca... Y eso no es trabajo, ¿verdad?
Santiago - ¡Sí, sí, y andar chismorreando con todo el que pasa frente a la puerta!
Ester - ¡Y después llega el señor a casa y se sienta y cruza los brazos y hay que servirle la comida como a un gran rey, porque él no se molesta ni en traer un plato!
Santiago - ¡Lo que me quedaba por oír! Me paso el día trabajando como un mulo por ti y por mis hijas, ¿y no tengo derecho a un plato de lentejas?
Ester - ¡Sí, a un plato de lentejas y a cuatro jarras de vino, que ahí es donde se te va el dinero, en
esa dichosa taberna!
Santiago - ¡Con mi dinero hago lo que quiero, y tú no tienes que meterte en eso!
Ester - Sí, claro, y esta esclava sirviéndote de balde. ¡En cinco años de casados no me has dado ni un céntimo para comprarme un pañuelo!
Santiago - ¡Lo que te voy a dar es un pescozón si sigues faltándome al respeto!
Ester - Lo que pasa es...
Santiago - ¡Lo que pasa es que basta ya! ¡Las mujeres hablan cuando las gallinas mean! Tú la has oído, Jesús. Dime, ¿tengo o no tengo derecho a divorciarme de este basilisco? Responde, no te quedes callado...
Jesús - Bueno, Santiago, yo creo que... que ella es la que tiene derecho a mandarte a ti al basurero.
Santiago - ¿Cómo has dicho?
Jesús - Lo que oíste. Y lo que no entiendo es cómo Ester te ha aguantado tanto tiempo.
Santiago - ¿Con que te pones en contra mía? Está bien, no me importa. ¡Al diablo contigo y con todos! Y tú la primera, Ester: ¡vamos, vete de aquí, ve a guiñarle el ojo a ese maldito frutero!
Jesús - Lo que son las cosas... Los hombres les colamos hasta el último mosquito a las mujeres. Pero ellas tienen que tragarnos a nosotros unos camellos así de grandes...
Santiago - ¿Por qué dices eso ahora?
Jesús - ¿Que por qué lo digo? Mira, que nos conocemos... Mejor es no hablar, ¿verdad?
Santiago - Bueno, ¿y qué? Para eso soy hombre, ¿no?
Jesús - Sí, claro, claro... Me olvidaba que Dios le dio los mandamientos no a Moisés, sino a su señora.
Santiago - ¡Mira, Jesús, no empieces! Que fue Moisés el que nos dio a nosotros los varones el derecho a abandonar la mujer y divorciarnos. Por algo sería, ¿no?
Jesús - Sí, claro que por algo. Por la brutalidad y la dureza de los varones. Moisés pensó: mejor que el marido la eche de casa; así por lo menos no la molerá a palos... Pero al principio no era de esa manera, ¿me oyes? Porque Dios quiso que el hombre y la mujer vivieran unidos con los mismos derechos y las mismas obligaciones para los dos. Y lo que Dios ha unido, ni tú ni ningún varón puede separarlo así porque sí, cuando les da la gana.
Salomé - Bueno, muchachos, ¿por qué en vez de pelear no conversamos un poco? Hablando se entiende la gente, ¿no es eso? Tú, ¿qué dices, Ester?
Ester - ¡Hablar! Con este hijo suyo no se puede hablar, Salomé. Gritar él y bajar yo la cabeza: así es como él sabe hablar.
Santiago - Bueno, el marido es el que debe tener la última palabra, ¿no? ¿O tampoco?
Ester - Sí, sí, y tú tienes la última, la primera y la del medio también.
Jesús - La primera palabra la dijo Dios cuando sacó a la mujer de la costilla de Adán. No la sacó de la planta del pie ni de otro barro distinto, ¿verdad? La sacó de aquí, de junto al corazón. Porque Dios no quería darle a Adán una esclava, sino una compañera.
Niña - ¡La bendición, güelita!
Niñita - ¡Güelita! ¡Güelita!
En ese momento, entraron en casa las tres hijas de Santiago y Ester. La primera, Mila, de cuatro años, tenía unas trenzas muy largas. Terina, la segunda, llevaba de la mano a Noemí, la más pequeñita, que apenas sabía andar.
Santiago - ¿Para qué trajiste a las niñas, Ester?
Ester - ¿Cómo que para qué? Me las llevo.
Santiago - ¿Qué te las qué…?
Ester - Que me las llevo. Son mis hijas, ¿no? Las parí yo.
Santiago - Ah, claro, y yo no hice nada, ¿verdad? Fue un angelito que vino y entró por la ventana... Mírale los pelos que tienen, rojos como los míos. Las niñas se quedan conmigo. Mi madre, Salomé, las cuidará.
Ester - ¡Las niñas son mías y me las llevo yo!
Santiago - Las niñas se quedan aquí, ¿me entiendes? ¡Aquí, aquí y aquí!
Jesús - ¡Ya está bien, Santiago, basta de gritos! Dices que tienen los pelos rojos como los tuyos. No te fijes en los pelos. Mírales los ojos: míralos… Ven, Mila, ven. Mírale los ojos, Santiago. Te miran con miedo. Porque desde que nacieron sólo te han oído gritar y dar puñetazos. Tú mismo lo dijiste antes: mejor solo que mal acompañado. Y es verdad. Y mejor huérfano que con un padre que lo que parece es un centurión del ejército. Vamos, Ester, llévate a tus hijas. Y que Dios te ayude a hacerles de madre y padre al mismo tiempo.
Santiago - Oye, pero, ¿qué estás diciendo tú? Eso... eso no puede ser así. Espérate, Ester, espérate...
Ester - ¿Qué te pasa ahora?
Santiago - Yo... bueno, yo...
Ester - Tú, sí, tú, el que se llena la boca protestando contra los abusos de los que gobiernan y del rey Herodes, y eres un tirano peor que ellos con tu familia. ¡Santiago, el hijo del Zebedeo, el que habla de justicia y de compartir las riquezas del mundo entre todos los hombres! ¡Sí, sí, y con tu mujer no eres capaz de compartir ni siquiera el jornal! Esa es la justicia que hablas tú, ¿verdad? La justicia del embudo: el caño grande para ti y el estrecho para los otros...
Jesús - Ester tiene razón, pelirrojo. Estamos diciendo que las cosas tienen que cambiar en nuestro país. Pues vamos a barrer primero la propia casa, ¿no crees?
Santiago - Pero, yo... yo... ¿qué tengo que hacer para...? A la verdad, yo... yo...
Jesús - ¡Olvidarte del yo-yo-yo! ¡Eso es lo que tienes que hacer! ¡Olvidarte de ti y pensar un poco en ella, en hacerla feliz!
Santiago - Bueno, Ester... Entonces yo... digo, tú... ¡Uff! Si tú quieres podemos... Caramba, qué
difícil le es a uno pedir perdón. O sea que, ya tú me entiendes, que eso es lo que quiero pedirte. Que también el rey David metió la pata y, mira tú, ¡después hasta acabó cantando salmos!
Salomé - ¡Bueno, el resto se lo dices en casa, que estas tres criaturitas tienen hambre y ya es la hora de la sopa! [UN TAL JESÚS María y José Ignacio López Vigil]
martes, 3 de marzo de 2015
436: El anillo de compromiso
Ese objeto sin sentimientos que cargamos en el anular, es un implemento importante en la vida de un varón. Es un salvavidas en el mar embravecido de la confrontación sexual. Cualquier prójima al percatarse de él se pone automáticamente en guardia y queda desconcentrada al notar la sonrisa encantadora del dueño del dedo.
Esto a cualquier mujer, la coloca ante dos alternativas:
-coger como un medio de aplacar el aburrimiento
-coger como un medio de apaciguar el estrés
Antes existía una tercera alternativa, pero el uso abusivo que de él hicieron las mujeres lo llevo a ser de uso obsoleto ya que ningún prójimo se divorciaría –sabiendo la carga que implica el matrimonio- para casarse con otra.
El anillo de compromiso, es el aliado perfecto en este mundo calenturiento, cómo lo dijo Persifones.
Esto a cualquier mujer, la coloca ante dos alternativas:
-coger como un medio de aplacar el aburrimiento
-coger como un medio de apaciguar el estrés
Antes existía una tercera alternativa, pero el uso abusivo que de él hicieron las mujeres lo llevo a ser de uso obsoleto ya que ningún prójimo se divorciaría –sabiendo la carga que implica el matrimonio- para casarse con otra.
El anillo de compromiso, es el aliado perfecto en este mundo calenturiento, cómo lo dijo Persifones.
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