martes, 19 de noviembre de 2024

0900: “Habana Nostra”

 En este fragmento, Sinatra, que será la tapadera de la convención mafiosa, conoce a Luciano. Ha llegado a La Habana preocupado porque J. Edgar Hoover, director del FBI, lo ha puesto en su mira:

—¡Frankie! —gritó alguien con acento siciliano muy marcado, y provocó una ovación. La mayoría se levantó de la silla a esperar su saludo. Rocco Fischetti se le acercó y fue quien le sirvió de guía por la ribera izquierda de la larguísima mesa. Para saludar a los que estaban al otro lado debía inclinar su cuerpo cuarenta y cinco grados. En una de esas, su chaqueta barrió con una copa de Brunello di Montalcino, derramando su contenido sobre el mantel de hilo blanco bordado a mano. Alguno rememoró otros manteles, manchados también de vino y de sangre. Ocurrió cuando Big Mike le agarró como pudo por las solapas y le besó los huesos de sus mejillas.

—Tus padres fueron muy buenos clientes cuando la prohibición —le dijo—. ¿Cómo se llamaba aquel speakeasy que llevaban? Hacía esquina en…

—M.O.B. —respondió Frankie.

—¿Mob? ¿En honor a nosotros? —otra risotada siguió a este comentario de alguien.

—Son las iniciales de Marty O’Brian, mi padre —aclaró Frankie.

—Ahí te vi cantar, eri un ragazzino. Tocabas la mandolina —recordó Big Mike.

—El ukelele —rectificó Frankie.

—Eso, una piccola chitarra. Lo recuerdo.

—¿O’Brian? ¿No eres italiano? —intervino Marcello.

—Mi padre fue boxeador y su primer promotor le cambió el nombre sin contar con él, porque los italianos en el boxeo… ya sabes.

—Graziano cambiará las cosas —le respondió rápidamente Marcello.

—Acaba de perder con Tony Zale —replicó Frankie.

—Será campeón del mundo este año, créeme. Si no lo logra por su cuenta… ya nos encargaremos nosotros de que así sea.

Más risas.

—¡Congratulazioni figlio! —le dijo Big Mike sonriente, antes de separársele mesa mediante.

El trayecto fue muy lento. A mitad del recorrido le esperaba Willie Moretti, el hombre que intercedió entre él y Tommy Dorsey. Se abrazaron risueños. Tommy le preguntó por Nancy. Frankie se limitó a alzar sus cejas. Luego miró a los que estaban a su alrededor y les dijo que debía mucho a ese hombre. A Moretti.

—¡Como si no lo supiéramos! —gritaron desde atrás, seguido de otra carcajada, antes de llegar al final de mesa. Allí, en la proa, estaba Charles Lucky Luciano.

—Hay algo que quizás no sepas —le dijo Charly antes de abrazarlo—. Mi familia…

—Tu familia vivía en la misma calle de mi padre en Lercara Friddi —interrumpió Frankie—. No para de decirle a todo el que conoce que era vecino tuyo.

—Yo tu padre, me lo callaba —aconsejó Charly en tono de broma mientras lo abrazaba—. Aunque en honor a la verdad no nos conocimos. Tu abuelo y mi padre creo que sí.

—Sí. Eso he escuchado.

Todos alrededor miraban a los dos centros de atención.

—Igual perdimos otro buen cantante contigo, Charly —bromeó Anastasia ante la mirada severa de Genovese, que no se contuvo.

—De todos nosotros, el único interesado en ser una estrella es Bennie —soltó refiriéndose a Ben Siegel—. Lástima que solo le queden un par de shows.

No hizo gracia. Se hizo un silencio perturbador. Todos miraron a Genovese, conscientes de que «el tema Ben» estaba en la agenda a tratar y era el más sensible de todos. Lo peor es que llevaba razón: le quedaban un par de shows.

Trece minutos antes, Charly había sido la sensación. La diferencia es que cuando entró al Aguiar, todos hicieron un pasillo que parecía ensayado. Cada uno ocupó su puesto y ni siquiera hubo un choque en la maniobra. Todos besaron su mano, alguno que otro de mala gana y todos le entregaron sobres abultados. Él se los iba pasando a Meyer a medida que avanzaba y saludaba. Ante cada uno se detuvo. Primero frente a los de babor y luego a los de estribor. A cada uno lo miró a los ojos. A cada uno lo llamó por su nombre. A cada uno le dijo que estaba encantado de verle. A cada uno, menos a Vito Genovese, a quien llamó Vitone y se limitó a darle una palmadita en el hombro y a decirle en alta voz que ya le había visto y le había dicho todo lo que tenía que decirle, con la clara voluntad de que todos escuchasen.

Recibió el sobre y le dio la espalda, evitando mirarle en lo que restó de la noche.

Fue el primero en sentarse. Su diestra la ocupó Meyer, con ciento cincuenta mil dólares repartidos en sobres de variados formatos.

—Todo eso conviértelo en acciones aquí en La Habana, donde creas conveniente —susurró Charly mientras se sentaba. En la silla derecha se sentó Frank Costello. Genovese, que debía estar en uno de esos dos sitios, encontró su nombre entre Bonano y Luchesse, otrora hombres de Salvatore Maranzano. ¿Había un mensaje? Probablemente. Quizás no tanto en la ubicación como en la no ubicación.

—Siento haberme retrasado, Mr. Luciano —le dijo Frankie en cuanto pudo.

—Charly. Llámame Charly, como todos mis amigos. No pasa nada. Si alguien es libre de hacer aquí lo que quiera eres tú.

Él era la tapadera. Le quedó muy claro. Si algún hijo de puta preguntaba qué pasaba en el hotel, se respondería: hay un tributo a Frank Sinatra.

—Pasado mañana vendrán las esposas y las novias de los chicos. Te haremos un homenaje. Sería bonito que te sentaras en cada mesa y fueras amable con todos.

—Estaré encantado, señor Luciano.

—Charly.

—Charly.

«Soy algo menos que una tapadera», rectificó en su cabeza. En efecto, era un mero adorno. Un caro adorno que solo podían permitirse esta clase de tipos.

Regresó a su habitación aliviado y abrió la botella de Jack Daniel’s que le habían dejado a modo de cortesía. Los Fischetti, contrario a él y al resto, que prefirieron estar descansados para el día siguiente, se habían ido de farra. Ellos estaban más relajados que el resto, porque Chicago no era un conflicto. La pugna estaba concentrada en Nueva York y Nueva Jersey, y si asistieron a La Habana fue por respeto a Charly y porque traían una generosa contribución del tío Al Capone. Venía en esa maleta que abrazó Rocco durante el trayecto del aeropuerto de Boyeros al hotel. Frankie estaba exhausto y fue de los que prefirió irse a la cama, por más que los hermanos insistieran en arrastrarlo a la perdición. Antes de tomar un baño para librarse del tufo a tabaco impregnado en su piel por estar encerrado horas entre fumadores de puros, quería saborear ese güisqui en solitario y la terraza con vista al mar parecía perfecta para ello.

Abrió el panel de cristal y salió. El olor a salitre y la brisa húmeda lo sedujeron tanto, que cerró sus ojos y extendió los brazos. Respiró y comenzó a tararear If You Are But A Dream, un tema que dos años antes aparecía en la cara B de White Christmas, pero que había tomado un segundo aire cuando integró la banda sonora del cortometraje The House I Live In, que, protagonizado por él, había ganado el Oscar en su última edición. Imaginó a los violines acompañándolo y se animó a entonar aún más alto. Se detuvo al terminar la primera sección del tema y escuchó un aplauso. Miró a su izquierda y se sorprendió con la silueta de Meyer, rodeado del humo de su cigarrillo, en calzoncillos, recostado en la baranda de la amplia terraza común que unía varias suites. Entre las de ambos estaba la de Charly, pero apagada.

—¿Qué tal esta noche? —preguntó Meyer.

—Bien —le respondió Frankie—. Les agradezco mucho la invitación.

—Nosotros somos los que te agradecemos. Sinceramente. ¿Hay algo que te preocupa?

—No. ¿Por qué me pregunta?

—No te he visto muy cómodo.

Frankie no supo qué decir.

—¿A quién temes? —insistió Meyer.

—No entiendo.

—Todos tememos a alguien. Yo temo a mi ex.

—Yo… pues no sé. A Hoover.

—¿En serio?

—Sé que anda detrás de mí.

—Si anda detrás de ti es porque le gustas. Es un puto maricón.

Meyer agarró su vaso de Pernod y se acercó a Frankie.

—Mientras estés con nosotros, no te tocará. Ni aunque te cases con la hermana de Stalin. Si lo hace, su culo roto por una verga será la primera plana en todo el mundo al día siguiente.

Alzó su vaso y lo chocó contra el de Franky.

—A que se está bien aquí —le dijo Meyer, extendiendo su brazo como si fuese un agente inmobiliario intentando venderte el paraíso.


La nueva novela de Pavel Giroud, Habana Nostra, recorre uno de los episodios más picantes de ese pasado cercano. Luciano, exiliado en Sicilia tras haber obtenido su libertad por haber cooperado con los aliados durante la Segunda Guerra Mundial, sospecha que Lansky, su mano derecha en el Caribe, conspira en su contra. Regresa clandestinamente, con la excusa de la convención, y al terminarla le anuncia a Lansky que se quedará a vivir en La Habana.


jueves, 14 de noviembre de 2024

0899: la verdad sobre los Pitufos

Los Pitufos nacieron en 1958, creados por el caricaturista belga Peyo. Comenzaron apareciendo en periódicos, luego en sus propios cómics. El nombre original es el de Schtroumpf, que se le ocurrió al creador cuando olvidó la palabra para 'sal' en una cena con un amigo.

En español, el nombre de PITUFOS se lo debemos al editor español Miguel Agustí, quien mientras buscaba el nombre se encontró con una estatua de Patufet, una criatura de la mitología catalana. Así fue exportado a todo el mundo hispano.

¿De qué trata Los Pitufos?

La historia es la siguiente: en una aldea de hongos, viven unos seres mágicos, Los Pitufos, que son todos azules y todos casi iguales, con pantalones y gorro blanco, salvo Papá Pitufo que viste de rojo.

A los Pitufos los intenta capturar siempre un villano, llamado Gargamel que vive con su gato Azrael, que los quiere convertir en oro. Un día, para engatuzar a los Pitufos, crea a Pitufina.

Pero el plan no le sale bien, Papá Pitufo la ayuda y Pitufina se convierte en la única mujer dentro de la aldea 

En cada episodio, los pitufos debían huir de Gargamel o de algún otro villano del momento. Cada Pitufo lleva por nombre su principal característica (como los enanos de Blanca Nieves): Pitufo Goloso, Pitufo Vanidoso, Pitufo Deportista.

Aunque en la aldea de los Pitufos viven más de 100 pequeñitos, los protagonistas eran 8. De acuerdo con algunos teóricos de internet, estos representan a los pecados capitales y al diablo.

Me explico.

Goloso: Avaricia

Cocinero: Gula

Gruñón: Ira

Vanidoso: Vanidad

Dormilón: Pereza

Filósofo: Soberbia

Pitufina: Lujuria

¿Y el octavo? El octavo sería Papá Pitufo, con su traje rojo color diablo, que guía a los pequeños pecados.



Gárgamel, en realidad no era el malo de la historia, sino por el contrario era un sacerdote pobre de sotana negra que vivía en una iglesia con campanario. Su gato Azrael significa Israel, es decir: El pueblo de Dios, este seguía al cura Gargamel a todas partes para ayudarlo a erradicar el mal.

Papá Pitufo está vestido de rojo porque es la cabeza de todos los pecados capitales, es decir, es el diablo.

Los pitufos eran espíritus malignos del bosque que se reproducían en los días de luna llena con conjuros mágicos (es decir, solo con la luna llena aparecía un pitufo porque por medio de la luna le roban el alma a los niños). 

La aparente inocencia de los pitufos es solo un disfraz para ocultar al Mal en la Tierra.

Para muchos, la teoría de arriba indica que el creador de los pitufos era un anti religión, pues el villano es el representando de la iglesia, y los pitufos viven felices en el pecado.

No solo eso, sino que al tener una economía colaborativa y sin dinero, también fueron acusados de comunistas.


El creador, y el hijo del creador, han desmentido estas teorías.

¿Tú qué opinas? 


domingo, 10 de noviembre de 2024

0898: Cómo limpiar un horno, paso a paso

Preparación del área: retirar las parrillas del horno y lavarlas aparte con agua y detergente.

Solución de vinagre: mezclar tres partes de agua con una parte de vinagre en una botella con atomizador.

Rociado y limpieza rápida: rociar la solución de vinagre en las paredes del horno, dejar actuar unos minutos y limpiar con un paño húmedo. Para una limpieza rápida, calentar el horno a 200 grados con una fuente de dos vasos de agua caliente y uno de vinagre durante 30 minutos para aflojar la suciedad con el vapor.

Uso del bicarbonato: esparcir bicarbonato de sodio directamente en la base del horno si hay restos de alimentos. Pulverizar con la solución de agua y vinagre.

Preparación de pasta con bicarbonato y vinagre: mezclar diez cucharadas de bicarbonato con cuatro de agua caliente. Agregar tres cucharadas de vinagre poco a poco para evitar una reacción brusca y formar una pasta espumante. Aplicar la pasta sobre las superficies del horno, especialmente las más sucias.

Tiempo de reposo: dejar que la pasta actúe durante varias horas; toda la noche es ideal para la suciedad persistente.

Remoción de pasta: limpiar la pasta con un paño húmedo o usando el spray de agua y vinagre, sin necesidad de frotar, ya que la suciedad se desprenderá fácilmente.

Cómo limpiar el vidrio del horno

Para limpiar el vidrio del horno sin desmontarlo, existe un truco casero con bicarbonato de sodio. Este es eficaz debido a sus partículas de ácido natural que ayudan a descomponer la grasa. 

Si el horno tiene un pequeño espacio entre los cristales de la puerta, es importante seguir estos simples pasos:

Humedecer un paño de cocina en una solución de bicarbonato de sodio y agua

Introducir el paño a través del hueco del horno entre los cristales

Limpiar la superficie del vidrio por dentro hasta que quede limpio

Si el horno es antiguo y no hay espacio para insertar el paño, será necesario desatornillar los laterales de la puerta para acceder a los cristales y limpiarlos. Si esto no resulta, se puede quitar la puerta por completo para una limpieza más exhaustiva.

 

viernes, 8 de noviembre de 2024

0897: Pasaporte de pacotilla

 Mi hermano Peter falleció el sábado 7 de septiembre en Virginia, Estados Unidos. No pude ir a su entierro porque me fue imposible presentar todos los requisitos para obtener la visa gringa en tan poco tiempo. Mi hermana Emma y mi hermano Pablo, que tienen doble nacionalidad y pasaportes de Francia y de Canadá respectivamente, viajaron sin problema, a ellos no les exigen demostrar nada más que su identidad.


El problema es nuestro pasaporte de pacotilla, boliviano, uno de los menos valorados del planeta.


Para los bolivianos, viajar es una pesadilla. Lo dije con todas sus letras en un artículo que publiqué en 2022, cuando me tocó vivir en carne propia la humillación de solicitar una visa al consulado de Francia (país donde viví y estudié muchos años, publiqué dos libros, estuve casado con francesa, tengo dos hijos, cuatro nietos y una hermana franceses).


Hay casos peores. Canadá es un ejemplo de tortura sicológica para los que quieren visitar ese país tan influenciado por Estados Unidos. Una visa puede tardar 3 o 4 meses, sin explicación. Hace diez o veinte años hice varios viajes a Canadá, y la visa se conseguía en un par de días en el propio consulado de cualquier país latinoamericano. Luego tercerizaron el trámite a un servicio que responde a las siglas VSF y aunque tiene todas las ventajas tecnológicas de internet, el tiempo de espera es mayor, tan grande como la humillación de toparse con una página web que no ayuda para nada, y donde ningún ser humano responde a los reclamos. Quizás algo de IA (inteligencia artificial) no les vendría mal.


Parece que nuestros gobiernos, no solamente el actual, se olvidaron de lo que significa la “reciprocidad diplomática”, un principio consagrado en tratados internacionales.  Una de las pocas veces (creo que la única) que celebré una medida de uno de los gobiernos de Evo Morales, fue cuando se dispuso que los ciudadanos de Estados Unidos y de Israel soliciten visa para ingresar a Bolivia. Lamentablemente, la medida no duró nada, y eso que se les ofrecía la ventaja de pagar la visa al llegar al aeropuerto, sin ningún requisito previo humillante.


La verdadera reciprocidad consistiría en hacer padecer el mismo calvario a los ciudadanos de los 146 países que nos exigen visa: que paguen el alto costo que nosotros pagamos, que esperen los largos meses que nosotros esperamos, que presenten documentos bancarios, títulos de propiedades, certificados de buena conducta de la policía, una foto perfecta y más. Nada de eso sucede. A Bolivia entra como Pedro por su casa cualquier mochilero con alpargatas, aunque no tenga cuatro pesos para subsistir durante su estadía.


Las agencias de turismo, más preocupadas por su negocio que por la dignidad del país, son las que presionan al gobierno para que no exija visas a nadie. Tienen más poder que el ministerio de Relaciones Exteriores, con el argumento falaz de que, si Bolivia exige visas, no vendrán turistas. Parece que ignoran que los países que atraen más turismo en el mundo, son precisamente los que exigen visas (Francia, Italia, Grecia, etc). Para atraer turistas lo que hay que hacer es crear condiciones atractivas, no basta decir que tenemos un bello salar si los hoteles son una porquería y si Uyuni o Copacabana son basurales y por La Paz corren las aguas de una cloaca abierta.


La reciprocidad tiene, además, un precedente histórico que no debemos olvidar, al menos en lo que se refiere a los países europeos. Entre 1880 y 1930, más de doce millones de europeos empobrecidos desembarcaron en América Latina con una mano atrás y otra adelante, muertos de hambre, en su mayoría analfabetos que apenas sabían escribir su nombre.


Descendían de barcos abarrotados, sin documentos de identidad ni recursos para sobrevivir, huyendo de la miseria de una Europa incapaz de alimentarlos y de darles trabajo, sobre todo de Italia, Portugal y España, los países subdesarrollados del viejo continente. Fueron acogidos en Argentina, Brasil, Uruguay, Cuba o Venezuela, y siguieron su tránsito a otros países donde se instalaron, tuvieron descendencia y algunos hicieron fortuna. En Asturias (España) fotografié las casas de los “indianos”, ostentosas y de mal gusto, de los que regresaban de América con las petacas llenas.


Sin educación, pero con la voluntad de progresar se dedicaron al comercio o a la agricultura y se mezclaron en el crisol de identidades que hoy constituye la población diversa de nuestra región latinoamericana. Esto lo conozco no sólo por la información histórica disponible, sino porque tuve abuelos maternos de Italia y Francia que fueron parte de esa gran ola de migrantes que supuso una presión demográfica muy superior a la de los latinoamericanos que, un siglo más tarde, buscan viajar a Europa pero no son recibidos con la misma generosidad.


En resumen, somos tratados como ciudadanos de quinta. Quizás lo merecemos, gracias a un gobierno que apoya a Rusia en la agresión a Ucrania, y a violadores de derechos humanos como Nicaragua o Venezuela, entre otros. Pero hay sin duda otras razones para discriminarnos como apestados, que quizás los canadienses o europeos nos puedan explicar (ya que de esas cosas nuestra improvisada Cancillería no entiende absolutamente nada).


Por Alfonso Gumucio Dagron


miércoles, 6 de noviembre de 2024

0896: Y a vos, ¿qué te gustaría recordar?

Seguramente ya lo dije, probablemente lo escribí. Una de las grandes líneas divisorias entre las personas se da entre quienes tienen una mayor inclinación hacia el pasado y los que, por el contrario, tienden a mirar hacia el futuro.

En mi caso, todo lo que tiene que ver con el ayer (no solamente mi ayer sino el mundo de ayer) me interesa más que aventurarme en el porvenir y no es que me resulte indiferente hacia dónde va la humanidad, que es algo que me importa y mucho. Pero en términos de arte, de creación, de literatura pero sobre todo de mi presente, lo que me atrae y me resulta magnético es de dónde venimos y lo que vamos dejando atrás.

Me pasa desde siempre, pero creo que se acentuó con los años. La clave tal vez está en esta frase de Magalí Etchebarne, a propósito de la relación entre la vejez y la memoria. “Pienso que, a medida que crecés, lo que más tenés por delante en realidad es pasado”

Ese “a medida que crecés, lo que más tenés por delante es pasado” no es un trabalenguas, es el horizonte que se nos revela cuando lo que queda por vivir es mucho menos que lo que ya vivimos.

Es de noche, hay brisa fresca de otoño y me ajusto el abrigo y la chalina; camino por un callejón empedrado y sombrío pero estoy bien, no tengo miedo. Sé que estoy en una ciudad europea aunque no termino de darme cuenta de cuál. No estoy sola, me acompañan otras personas; diría que son mujeres por el ruido de los tacones sobre las hojas secas y por el modo en que nos reímos y hablamos, no a los gritos, pero sí en voz alta. Son (somos) tres o cuatro voces altas en eco...

Por esa callecita y entre risas estamos llegando a una esquina en escuadra. Ahí nomás se ve la avenida y la luz que avanza sobre nosotras, igual que el ruido de los autos y los buses, que comienza a tapar nuestras voces. Dije que es de noche, pero tal vez es el final de la tarde: algunos locales están bajando sus persianas. Sé, no sé bien por qué, que estamos buscando un lugar para cenar. Sé, tampoco sé bien por qué, que venimos de una actividad que tiene que ver con el trabajo y que salimos con ánimo de seguir la jornada así, juntas. En realidad no es que lo sé, es algo que siento. Por eso necesito saber quiénes están conmigo, dónde estoy, cuándo pasó eso que toma mi mente con frecuencia durante el momento de la relajación final en mis clases de yoga con Eli, mi profe adorada.

Es una curiosidad infinita que me abruma, no tengo claro si me angustia porque esa escena me hace bien, me emociona, me dan ganas de regresar, de estar ahí mismo. Durante mucho tiempo hice esfuerzos por recordar de dónde venía ese flash. Me preguntaba además por qué ese momento, por qué esa caminata quién sabe desde dónde y hacia dónde. Por qué tanta precisión en algunos detalles (la brisa fresca, el callejón en escuadra, las voces, el ruido de los tacos sobre las hojas, la luz de la avenida) y por qué la nebulosa con el resto: quiénes me acompañan, qué estamos haciendo ahí y cuándo fue que viví algo así, que ni siquiera parece haber sido un momento clave en mi vida y que, sin embargo, retorna en oleadas cuando estoy conscientemente relajada.

Pero lo que me pregunto, sobre todo, es por qué es eso lo que recuerdo cada vez que termino mis clases; por qué eso y no otra cosa.


Por Maria Teresa de los Angeles


 

lunes, 28 de octubre de 2024

0895: MATRIMONIO

 ...piensa.todavía estas a tiempo Jajaja.         

1. Acto religioso mediante el cual se crea un Cristo más y una virgen menos. 

2. Un intercambio de malos humores durante el día y malos olores durante la noche. 

3. Única sentencia a cadena perpetua que se cancela por el mal comportamiento. 

4. Situación en la que ninguna mujer obtiene lo que esperaba y ningún hombre espera lo que obtiene. 

5. Matemáticamente: suma de afecto, resta de libertades, multiplicación de responsabilidades, y división de bienes. 

6. Dícese de la principal causa del divorcio. 

7. Proceso químico por medio del cual una media naranja, se convierte en un medio limón. 

8. Es la forma más rápida de ponerse gordo. 

9. La única guerra, en la que se duerme con el enemigo. 

10. Es lo que resulta cuando en la "guerra de sexos", tú decides tomar una prisionera. 

TRES REFLEXIONES FINALES: 

1. Sirve para resolver problemas que nunca hubieras tenido si hubieras seguido soltero. 

2. Si no fuera por el matrimonio, muchos maridos no tendrían nada en común con sus esposas. 

3. El hombre soltero es un animal incompleto, el casado es un completo animal. 

ANTES/DESPUES

Antes : dos por noche 

Después : dos por mes. 

Antes: !Me dejas sin aliento! 

Después: !Me estas ahogando! 

Antes: !!No pares! ! 

Después :!!No empieces ! ! 

Antes: Estar a tu lado... 

Después :?Hazte a un lado! 

Antes : Me pregunto que haría sin él 

Después : Me pregunto que hago con él 

Antes : Erótica 

Después : Neurótica 

Antes: Parece que estamos juntos desde siempre 

Después : !Siempre estamos juntos! 

Antes : Ella adora como controla las situaciones 

Después : Ella dice que soy un manipulador egomaníaco 

Antes : Anoche lo hicimos en el sofá 

Después : Anoche dormí en el sofá 

Antes : Había una vez... 

Después : Fin... 

Versiones de casados 

Mi amor, hoy estamos de aniversario de matrimonio, ¿por que no matamos un pollo? 

- Y que culpa tiene el pollito, por que no matamos al estúpido de tu hermano, que fue el que nos presento. 

- De regreso de su trabajo, el esposo se sentó a la mesa y su mujer le pregunto: Te sirvo? 

- A veces. 

- María, ahora que me voy a morir te quiero confesar un secreto. 

- ¿Que secreto? 

- Que hace poco te engañe con tu mejor amiga 

- ¿Por que crees que te he envenenado? 

- María, promete que cuando me muera te casarás con Antonio. 

- ! Pero, si es tu peor enemigo! 

- Pues por eso, que se joda! 

 . SI EN LOS PROXIMOS MINUTOS SE LO ENVIAS A UN SOLTERO, PODRIAS SALVAR UNA VIDA .

Y..... SI SE LO ENVIAS A UN CASADO..... POBRE.... QUE SE RIA UN RATO... JEJEJE..

sábado, 19 de octubre de 2024

0894: Para todos los que gustan …. de "El Principito"

 A que no sabían que "La Rosa" no era solo un personaje cualquiera? Este personaje resulta ser la salvadoreña Consuelo Suncín, esposa de Antoine de Saint Exupery, mujer controversial considerada por algunos una mujer adelantada a su época y para otros, una mujer con vocación "puteril" (así dicen los libros).

Hija de un General dueño de fincas cafetaleras, a los 18 años consigue una beca y se va a Estados Unidos a estudiar inglés; esto dice mucho de ella, ya que salir de su casa en esa época era algo muy mal visto. Se casa con un militar mexicano, aunque después se supo que solo era un vendedor de pinturas caseras.

Consuelo decide divorciarse meses antes de que su esposo muriera en un accidente de ferrocarril.

Viuda y con ganas de comerse al mundo, llega a México con una carta de recomendación y solicita entrevistarse con José Vasconcelos, si, el mismo que dijo “por mi raza hablará el espíritu”; este personaje la hace esperar por dos horas y cuando al fin la recibe, le dice: “una mujer bonita, joven y viuda no necesita trabajar, puede ganarse la vida con sus encantos”.

Consuelo insiste en una segunda entrevista y aunque Vasconcelos no le da el empleo, le ayuda para estudiar Derecho, se enamora de ella y tienen un romance de esos con notas de mil colores.

La lleva a París y conoce al prosista guatemalteco Enrique Gómez Carrillo, quien en su tiempo era considerado el más exitoso escritor latinoamericano. Consuelo lo abandona y se casa con Gómez Carrillo.

Despechado, Vasconcelos le dedica varias páginas en sus memorias y dice que el romance con el príncipe de los cronistas es debido a la vocación "puteril" de su amada.

Vuelve a quedar viuda pero ahora con mucho dinero, así que bonita, joven, viuda y con mucho dinero, viaja a Buenos Aires a liquidar las propiedades de su difunto marido y ahí conoce a Antoine de Saint Exúpery. Lo de ellos fue amor a primera vista, él la invita a volar y ahí suceden una serie de incidentes pero Consuelo mantiene a raya a Antoine (Creo que ella me ha domesticado, dice Saint Exúpery. ¿Les suena?).

Se casan en contra de la voluntad de la familia del escritor ya que era odiada por la sociedad francesa por el hecho de ser extranjera, "venida de quien sabe dónde”. En realidad no le perdonaban que una mujer viuda y de origen indígena se ganara el corazón del escritor más famoso de Francia. La familia Saint Exúpery era terriblemente antisemita y para ellos ese matrimonio era peor aún que casarse con una judía. La única defensora de Consuelo fue su suegra y según sus propias palabras: “si su hijo la amaba, ella la amaba”.

Consuelo y Antoine vivieron 13 años de matrimonio intenso, él con sus frecuentes viajes, el gusto por la vida bohemia y sus múltiples infidelidades (“Vete a ver las rosas, que así comprenderás que la tuya es única en el mundo”. ¿Les vuelve a sonar?).

Según palabras de ella, ser la esposa de un piloto fue un suplicio, pero serlo de un escritor, fue un verdadero martirio. A pesar de sus peleas siempre estaban al pendiente uno del otro, ella era asmática como "La Rosa" (que tosía) y el Principito la tenía en un capelo para que no le pasara nada.

La sociedad francesa trató de no relacionar su nombre con el escritor y le propinaron tremendos desaires, y fue hasta hace pocos años que reconocieron que sin su influencia, El Principito no habría sido escrito.