El pasado domingo -por la mañana, claro- Siona, Marga y yo, fuimos a Rastrearte. Allí, Silvia nos inició en esto de decorar tartas (léase magdalenas, en nuestro caso). Es como jugar con plastilina, sólo que, además, se come. Hicimos estas tres de arriba. Silvia se dedica profesionalmente a esto y si pasais por Decotarta, vereis las apetitosas maravillas que hace. El caso es que, con el calor que hacía, y tras el viaje en tren hasta casa, las pobres magdalenas llegaron en un estado que no me permitía dárselas a mis chicos para que se las probaran, lo que no les gustó un pelo, pues otra cosa no seremos en casa, pero golosos, un rato. Así que ayer, mi señor marido me compró en una tienda cercana a su trabajo estos paquetes de fondant.
Esta mañana hice las magdalenas con la receta de una amiga jienense y ¡¡¡¡¡milagro!!!!! me han salido riquísimas. Y es que hasta ahora, cada intento de hacer magdalenas acababa en desastre, me salían durísimas, incomibles, pero estupendas para utilizarlas como arma arrojadiza.
Y con los cuatro colores, esto es lo que he hecho. No podía faltar en estos días la bandera.También un cochino a la naranja. Y todo lo que veis. En la cocina con todo cerrado para que no entren moscas, no os quiero ni contar el calor que he pasado. Pero recomiendo esta actividad sobre todo para las tardes de invierno, compartiendo un rato con los niños. Seguro que les encanta.