El mal de manipular
“El problema es que los periodistas se piensan que son superiores a sus lectores.”
Primero, conviene aclarar, que en muchos casos, la mayoría, no lo son. Centrándonos específicamente en el periodismo deportivo, parece claro que ni mucho menos. Por cada Ramón Besa, por cada Àxel Torres, por cada Martí Perarnau; grandes periodistas que aparte denotan inquietudes culturales y de tipo intelectual, nos encontramos con mil ponga-aquí-el-primer-nombre-que-se-le-venga-a-la-mente. Toman a sus lectores, sus oyentes, sus videntes; por auténticos lerdos, los tratan como tales, la mayoría ni siquiera intentan disimular. Fanáticos de pluma fácil y neuronas atolondradas, no se dan cuenta que la mayoría de gente de las nuevas generaciones cuenta con estudios o con algún tipo de formación; ingenieros, químicos, biólogos, arquitectos, profesores, filósofos, economistas, matemáticos, informáticos, etc., etc., etc. son, en muchos casos, los receptores. Gente que ha tenido que sudar, empinar codos, razonar, hacer uso de sus cerebros. Gente que pese a que quiere disfrutar de la levedad de la vida también tiene otras inquietudes, pasiones, aficiones; y que en muchos casos desea que se le trate como a un ser racional, como a alguien capaz de pensar por sí mismo; y no como a un ultra o descerebrado, de esos que desgraciadamente vemos aún demasiado por los campos del fútbol, los que mandan prefieren taparse los ojos. No podemos ni debemos obviar que existe gente tipo “Mujeres y hombres y viceversa”; interesados únicamente en la fama, el aspecto exterior y ¿qué tanga me pongo hoy?, pero también hay muchos, me atrevería a decir que la mayoría, que aunque puedan interesarse por estos aspectos, tienen otras muchas cosas en las que pensar. El problema con los medios deportivos (y los otros también) es que se piensan que somos todos como éstos, o lo que es peor, son los propios periodistas los que quisieran ser como ellos y por eso escriben, actúan y piensan como ellos.
Basta.
Estoy cansado de que a mí, personalmente, se me menosprecie y se me desprecie, por cómo me tratan; lo siento, pero me siento obligado a manifestar mi descontento y mi desazón. Señalo con el dedo, más bien con el teclado, algunos ejemplos que se me vienen a la mente: 1. Me produce una severa repugnancia tener que escuchar los siempre desacertados y desagradables comentarios de Pedro Cortés, en “la televisió pública dels valencians” (C9 dixit) durante las retransmisiones de los partidos. Primero y principalmente, porque es un completo incompetente. Segundo, porque es un maleducado. Las demás razones me las reservo. 2. Vergonzosa también me pareció la portada del Superdeporte, con Albelda de protagonista principal y un texto que rezaba “uno de los jugadores más en forma de la plantilla”. Embustes de tal calaña que menosprecian la capacidad intelectual de todo valencianista. ¿A qué podría deberse esa contraproducente defensa a ultranza al único jugador de la historia que denunció al club de forma rastrera? ¿Quizá es el señor de la Pobla Llarga quien filtra las cosas que ocurren en el vestuario? ¿Les paga un segundo sueldo? ¿O son otras esferas las que marcan las líneas a seguir? Volviendo al Superdeporte como tema principal, no sorprenden otras portadas no menos lamentables como cuando se acusó directamente a Fernandes de una derrota valencianista y de jugar con uno menos, cuando por otra parte, fue de los mejores del partido. A Miguel también lo tuvieron enfilado (éste, problabemente con más razones). 3. Se me viene a la mente un reciente episodio donde se le acusó a Ricardo Costa de “pelota” y ser “el sucesor Caneira” por hacer unas declaraciones favorables hacia Unai Emery; supongo que se habrán dado cuenta de que con éste no pueden pasarse porque los tiene mejor puestos que ninguno de los que tanto hablan. Cabe mencionar el constante acoso y derribo a la persona de Manuel Fernandes, acusado de todos los males del mundo imaginables, en abierto y de forma pública, de forma cansina y barriobajera.
Existen tantos ejemplos..
David Trueba lo plasma muy bien en su magnífica novela Saber perder, que aparte de una magnífica novela, es una feroz crítica al mundo del fútbol, con periodistas y medios de comunicación llevándose una gran porción de este pastel. Con la elegancia que le caracteriza, Trueba mete el dedo en la llaga, aunque ellos, por supuesto, no parecen darse por aludidos. Otra obra que recomiendo leer a todo periodista, de un premio Nobel como es Heinrich Böll, es El honor perdido de Katharina Blum; un ejemplo de cómo los medios de comunicación se pueden convertir con facilidad en armas de destrucción y difamación, todo acto acarrea consecuencias.
Medios de manipulación, aquí alguien que pretende plantarles cara. Aunque piensen que somos borregos, aunque en muchas ocasiones actuemos como tales, debo decirles que muchos de sus lectores, oyentes y/o videntes son mucho más inteligentes, más cultos, más cultivados, mejores pensadores, más listos, más clarividentes que ustedes. Así que, ya sea por pereza, por incapacidad, por corrupción, por imposición, por mala fe, por envidia, por amiguismo,... cualesquiera sea el motivo para proceder de la vergonzosa forma cómo muchos de ustedes actúan, reitero, les ruego, que recapaciten un instante, que piensen por ustedes mismos. Un instante, un segundo, un minuto. Sólo eso.
Primero, conviene aclarar, que en muchos casos, la mayoría, no lo son. Centrándonos específicamente en el periodismo deportivo, parece claro que ni mucho menos. Por cada Ramón Besa, por cada Àxel Torres, por cada Martí Perarnau; grandes periodistas que aparte denotan inquietudes culturales y de tipo intelectual, nos encontramos con mil ponga-aquí-el-primer-nombre-que-se-le-venga-a-la-mente. Toman a sus lectores, sus oyentes, sus videntes; por auténticos lerdos, los tratan como tales, la mayoría ni siquiera intentan disimular. Fanáticos de pluma fácil y neuronas atolondradas, no se dan cuenta que la mayoría de gente de las nuevas generaciones cuenta con estudios o con algún tipo de formación; ingenieros, químicos, biólogos, arquitectos, profesores, filósofos, economistas, matemáticos, informáticos, etc., etc., etc. son, en muchos casos, los receptores. Gente que ha tenido que sudar, empinar codos, razonar, hacer uso de sus cerebros. Gente que pese a que quiere disfrutar de la levedad de la vida también tiene otras inquietudes, pasiones, aficiones; y que en muchos casos desea que se le trate como a un ser racional, como a alguien capaz de pensar por sí mismo; y no como a un ultra o descerebrado, de esos que desgraciadamente vemos aún demasiado por los campos del fútbol, los que mandan prefieren taparse los ojos. No podemos ni debemos obviar que existe gente tipo “Mujeres y hombres y viceversa”; interesados únicamente en la fama, el aspecto exterior y ¿qué tanga me pongo hoy?, pero también hay muchos, me atrevería a decir que la mayoría, que aunque puedan interesarse por estos aspectos, tienen otras muchas cosas en las que pensar. El problema con los medios deportivos (y los otros también) es que se piensan que somos todos como éstos, o lo que es peor, son los propios periodistas los que quisieran ser como ellos y por eso escriben, actúan y piensan como ellos.
Basta.
Estoy cansado de que a mí, personalmente, se me menosprecie y se me desprecie, por cómo me tratan; lo siento, pero me siento obligado a manifestar mi descontento y mi desazón. Señalo con el dedo, más bien con el teclado, algunos ejemplos que se me vienen a la mente: 1. Me produce una severa repugnancia tener que escuchar los siempre desacertados y desagradables comentarios de Pedro Cortés, en “la televisió pública dels valencians” (C9 dixit) durante las retransmisiones de los partidos. Primero y principalmente, porque es un completo incompetente. Segundo, porque es un maleducado. Las demás razones me las reservo. 2. Vergonzosa también me pareció la portada del Superdeporte, con Albelda de protagonista principal y un texto que rezaba “uno de los jugadores más en forma de la plantilla”. Embustes de tal calaña que menosprecian la capacidad intelectual de todo valencianista. ¿A qué podría deberse esa contraproducente defensa a ultranza al único jugador de la historia que denunció al club de forma rastrera? ¿Quizá es el señor de la Pobla Llarga quien filtra las cosas que ocurren en el vestuario? ¿Les paga un segundo sueldo? ¿O son otras esferas las que marcan las líneas a seguir? Volviendo al Superdeporte como tema principal, no sorprenden otras portadas no menos lamentables como cuando se acusó directamente a Fernandes de una derrota valencianista y de jugar con uno menos, cuando por otra parte, fue de los mejores del partido. A Miguel también lo tuvieron enfilado (éste, problabemente con más razones). 3. Se me viene a la mente un reciente episodio donde se le acusó a Ricardo Costa de “pelota” y ser “el sucesor Caneira” por hacer unas declaraciones favorables hacia Unai Emery; supongo que se habrán dado cuenta de que con éste no pueden pasarse porque los tiene mejor puestos que ninguno de los que tanto hablan. Cabe mencionar el constante acoso y derribo a la persona de Manuel Fernandes, acusado de todos los males del mundo imaginables, en abierto y de forma pública, de forma cansina y barriobajera.
Existen tantos ejemplos..
David Trueba lo plasma muy bien en su magnífica novela Saber perder, que aparte de una magnífica novela, es una feroz crítica al mundo del fútbol, con periodistas y medios de comunicación llevándose una gran porción de este pastel. Con la elegancia que le caracteriza, Trueba mete el dedo en la llaga, aunque ellos, por supuesto, no parecen darse por aludidos. Otra obra que recomiendo leer a todo periodista, de un premio Nobel como es Heinrich Böll, es El honor perdido de Katharina Blum; un ejemplo de cómo los medios de comunicación se pueden convertir con facilidad en armas de destrucción y difamación, todo acto acarrea consecuencias.
Medios de manipulación, aquí alguien que pretende plantarles cara. Aunque piensen que somos borregos, aunque en muchas ocasiones actuemos como tales, debo decirles que muchos de sus lectores, oyentes y/o videntes son mucho más inteligentes, más cultos, más cultivados, mejores pensadores, más listos, más clarividentes que ustedes. Así que, ya sea por pereza, por incapacidad, por corrupción, por imposición, por mala fe, por envidia, por amiguismo,... cualesquiera sea el motivo para proceder de la vergonzosa forma cómo muchos de ustedes actúan, reitero, les ruego, que recapaciten un instante, que piensen por ustedes mismos. Un instante, un segundo, un minuto. Sólo eso.