Partida
se juegan las cartas sobre la mesa
doblar el amor por la línea de puntos
y seguir las instrucciones
para romper el envase
por lo mas delgado
llevamos en nosotros
el espacio de juego
un espejo nos mira
y otro
espejo que cuelga, caiman
miedo que desarma dientes,
caiman
miedo a quedar hablando
con las arañas
con las esquinas.
en este camino del jardín estéril
decía: aceptar lo inevitable
partida
decíamos
partida
Ojalá fijáramos la brisa, o quedara grabada la emoción, o hubiéramos podido sujetar la luz a la palabra; pero luz, emoción, brisa se acurrucan apenas a los pies del poema, besan su frente y enseguida rompen sus lazos, libres. Quedan las huellas que la poesía nos lega cuando camina sobre la disímil materialidad del lenguaje. Nosotros, apalabrados, seguiremos en un viaje vital dentro de la certidumbre de aquello que nos elude. El tiempo se encargará de lo que quede