Oswaldo
Estrada es hijo de la intuición y la creatividad, conoce la sabiduría del
tiempo y fluye con él. La literatura se presentó -dice- por casualidad, pero era
parte de su destino, y ahora está aquí entregado a lo que vino a hacer: crear
historias mediante su escritura. La vida
cada día le confirma esa misión, y la suya es una tarea que asume con completa
libertad y en silencio, sin prisas ni forzando a la inspiración, porque sus
musas detestan la rutina y huyen de los horarios preestablecidos. «No hay que
apurar la creación. Sale cuando tiene que salir. Cuando estás verdaderamente
listo para lanzarte al ruedo», afirma contundente el premiado escritor.
Quizá ese sea el secreto de su éxito, solo basta ver los tres premios a los que se ha hecho acreedor en lo que va del presente año: el Primer Premio de Testimonio de la Feria Internacional del Libro Latino y Latinoamericano en Tufts 2020 (Boston) por su obra Las locas ilusiones y otros relatos de migración, y dos International Latino Book Awards, en las categorías Mejor Antología Colectiva por Incurables (Primer puesto), y Mejor Libro de relatos (Segundo puesto) por Luces de emergencia. Sin duda este 2020 le ha favorecido.
Te
enamoraste de la escritura y la literatura por completo durante tus estudios
universitarios y han formado un equipo al que le va desde siempre muy bien,
¿qué me puedes decir de este amor que se ha ido asentando a través de los
tiempos?
Llegué a la literatura de casualidad, Elga.
Yo fui a la universidad pensando que estudiaría química, biología, algo que me
preparara para una carrera en medicina. Todo el mundo se ríe cuando cuento esto
(porque no me imaginan como médico… y la verdad yo tampoco me veo con una bata
blanca), pero es la verdad. La literatura me abrió las puertas a otros mundos y
cuando comencé a tomar clases de literatura latinoamericana me sentí en casa
otra vez, en mi lengua, en mi entorno, aun estando a miles de kilómetros de
Lima. Recuerdo mucho esos primeros momentos de descubrimiento literario. Me
sentaba en el sofá, en la cama, en el suelo y leía por horas con un gusto
enorme, cosa que nunca me había pasado con las clases de ciencias en la
universidad.
Afirma que llegó a la literatura por casualidad |
Al terminar el doctorado, e incluso antes
(para conseguir trabajo), me dediqué en cuerpo y alma a la investigación
académica. Porque eso era lo que me iba a dar de comer. Sabía que mis artículos
y mis libros me asegurarían la permanencia laboral, y es lo que más deseamos
los que nos movemos en este medio. Que quede claro que no lo hacía ni lo hago
como un trabajo, como una obligación. Puedo decir con total honestidad que me
gusta investigar, pasar horas y horas leyendo, escribiendo, para producir un
artículo de crítica literaria, cultural.
Nunca dejé la escritura creativa. La gente
que me conoce sabe que he aprovechado todas las oportunidades posibles para
compartir con otros amigos escritores mis textos de ficción, para pulirlos,
tomando en cuenta sus comentarios, sus observaciones. En todos esos años de
intensa producción crítico-literaria publiqué un manojo de cuentos que a lo
mejor nadie leyó y seguí trabajando en silencio, volviendo a mis textos una y
otra vez, tratando de encontrar mi voz, la forma de narrar algo. Muchos de los
cuentos que han salido a la luz los últimos dos, tres años los escribí hace
diez o quince. O escribí el comienzo, el final, parte de un diálogo que quedó
en mi cajón hasta nuevo aviso. Yo creo mucho en eso. No hay que apurar la
creación. Sale cuando tiene que salir. Cuando estás verdaderamente listo para
lanzarte al ruedo. Si una idea es buena te va a perseguir este mes y el mes
entrante. El próximo año. Lo difícil, claro, es darle la forma, encontrar el tono
apropiado, pero una vez que oyes la voz narrativa del cuento, ya no hay marcha
atrás. Y tienes que dejar lo que estás haciendo y ponerte a escribir donde sea.
En el autobús, de camino al trabajo, en el salón de clase, en la cocina. No
creo en el cuarto propio ni en el espacio perfecto. Nunca lo he tenido. No sé
lo que es eso.
Pocos saben que las mieles del éxito no son nuevas para ti, pues como alumno y maestro universitario recibiste una serie de reconocimientos y galardones. ¿Esas victorias te pillaron por sorpresa tanto como tus dos International Latino Book Awards 2020?
Declara nunca dejó de lado su trabajo creativo |
Siempre es una sorpresa recibir un premio. En
mi carrera como docente universitario he recibido, como dices, varias
distinciones, desde mis años en el posgrado. Como maestro, como profesor,
siempre trato de dar lo mejor a mis estudiantes. Pero hay miles y miles igual
que yo, en la misma situación. Así que recibir un premio a nivel institucional,
una nominación por mi trabajo como mentor de nuevas generaciones, siempre es un
regalo invaluable. Llevarte los aplausos en una ceremonia de premiación donde
dicen cosas bonitas de ti, saber que te han elegido por algo especial de tu
persona, por tu dedicación y entrega es lo máximo. Lo aprecio muchísimo. Y en
definitiva es un gran aliciente para seguir trabajando con la misma entrega, el
mismo tesón.
Eres de
origen peruano, residiste hasta los 14 años en Perú y tus raíces permanecen firmes, ¿cómo hiciste para no dejarte
absorber por la cultura predominante y por el medio en que te desenvuelves?
Los inmigrantes ya no somos los mismos que
dejamos la casa, el hogar, el país de origen. Aunque quieras seguir siendo
peruano, mexicano, cubano, la cultura dominante te absorbe con su lengua y sus
costumbres, con sus comidas, sus medios culturales, sus tradiciones, etc. Es lo
normal. En mi casa, sin embargo, nunca dejamos de hablar español ni de ver la
televisión en español ni de juntarnos con otros inmigrantes como nosotros. Por
supuesto que en la secundaria y en la universidad tuve amigos de este mundo, de
este lugar, y viví gran parte de mi vida en inglés, a un nivel íntimo,
personal, pero mi español, mi peruanidad, mi latinoamericanidad siempre estuvo
ahí, presente, dispuesta a presentarse en cualquier momento.
¿Es verdad que tuviste que reaprender el español? ¿Constituye una continua lucha su práctica?
La obra que le ha dado grandes satisfacciones |
Aceptas tu condición de inmigrante y, como muchos en tu condición, vives con el corazón dividido, repartido entre dos tierras, sin embargo has sabido canalizar esa nostalgia perenne en tus trabajos de investigación y en la ficción de tus libros, ¿cuándo te decidiste a hacerlo y cuál fue la respuesta a esas iniciativas?
No creo que haya decidido escribir conscientemente sobre los inmigrantes, sobre la nostalgia que siente el inmigrante en tierra extraña, sobre su perenne otredad. Creo más bien que esos temas me han buscado a mí porque yo he vivido y sigo viviendo todos los días de mi vida la experiencia del inmigrante en los Estados Unidos. Hablo inglés. Nací en este país (aunque viví en el Perú desde los cuatro meses de nacido). Tengo una vida aquí. Y sin embargo, en demasiadas ocasiones algo me recuerda mi no pertenencia, mi extranjería. Esa palabra que jamás podré pronunciar en inglés, aunque lleve aquí tantos años, mi forma de ver el mundo, que es también la de mucha gente que pasado por experiencias similares. Creo que soy más auténtico como escritor cuando dejo que estos temas deambulen libremente por mi escritura, sin que yo tenga una agenda específica, sin que me lo haya propuesto desde que empiezo a escribir la primera línea.
Me preguntas por la respuesta a estos temas presentes en mi escritura. Lo único que te puedo decir es que me conmueve profundamente leer alguno de mis textos en una clase, en un salón universitario, en una presentación, ya sea en una librería o en un bar, o como hacemos ahora, por Zoom, y que alguien del público se acerque a mí, o comente delante de todos, que se siente muy identificado con lo que acabo de leer. Porque él o ella conoce a alguien que ha pasado por esto. Hace unos días un estudiante universitario en México trataba de comentar, frente a sus compañeros, el efecto que había tenido en él leer un cuento mío —hablaba del cuento Assisted Living— y no podía hablar sin emocionarse. Te juro que ese es el mejor premio que puede tener uno como escritor. Que lo que tú escribes llegue al corazón de alguien.
Se puede
decir que este 2020 ha sido tu año, pues también tu libro Las locas ilusiones y otros relatos de migración (Axiara, 2020)
ganó el Primer Premio de Testimonio de la Feria Internacional del Libro Latino
y Latinoamericano en Tufts 2020 (Boston), ¿consideras que tu fuerte son los
relatos? ¿Qué te aporta este género?
El libro que dio inicio a su año de éxitos |
Como autor y
editor te has preocupado mucho por el tema de la mujer, lo has trabajado, y el
fruto de ese empeño en contribuir a su visibilidad son las obras Ser mujer y estar presente. Disidencias de
género en la literatura mexicana contemporánea (UNAM, 2014) y Troubled Memories: Iconic Mexican Women and
the Traps of Representation (SUNY, 2018), ¿el problema de la violencia de
género es más profundo y preocupante en nuestros pueblos que en otras latitudes
(incluido Estados Unidos) o esa diferencia no existe?
El problema de la violencia de género existe
en todas partes, incluso aquí en los Estados Unidos, donde supuestamente una
mujer tiene mayores recursos para denunciar lo que le pasa en casa, la
desigualdad, el maltrato físico, psicológico. La colonialidad de nuestros
países agrava la situación. Porque es todo un sistema, toda una sociedad la que
permite este tipo de violencia. ¿Cuántos feminicidios no han sucedido en México
en los últimos años? Miles y miles de mujeres han sido asesinadas. Por no haber
hecho la comida a tiempo. Por maquillarse. Por darle celos al novio, al marido.
¿Y qué hacen las autoridades? Absolutamente nada. Estamos hablando de una
violencia sistémica, que viene desde arriba. Que pone a la mujer en segundo
plano, aunque vivamos en el siglo XXI, independientemente de los muchos avances
que ha logrado el feminismo. Pongo a México como ejemplo, pero podemos hablar
del resto de América Latina. Piensa en las miles de mujeres violentadas en el
Perú de los ochenta y noventa. En las violaciones, los atropellos impunes. La
mujer siempre lleva las de perder en sociedades tan machistas como las
nuestras, aunque tengamos mujeres presidentas, congresistas, escritoras,
abogadas, profesionales de todo tipo.
¿Consideras que realmente hay intenciones firmes por parte de investigadores, críticos literarios y escritores, en general, de darle a la mujer el lugar que le corresponde dentro la literatura y en los libros? ¿Por qué crees que, de una u otra manera, es tratada con condescendencia?
Su labor literaria es libre y espontánea |
También
eres autor de un libro para niños, El secreto de los trenes (UAM, 2018),
basado en El guardagujas de Juan José
Arreola, ¿qué retos asumiste escribiéndolo?
Juan José Arreola es uno de los grandes de
nuestra literatura latinoamericana y El
guardagujas es un cuento complejo, maravilloso, de muchas capas. No fue
nada fácil escribir una versión para jóvenes lectores de un clásico. El reto
mayor para mí fue retener la esencia de Arreola en una narrativa que fuera más
accesible para los niños. Así que leí y releí varias veces el texto original
para crear un mundo parecido, con sus pautas, sus modismos, pero escrito desde
mi perspectiva, con mis palabras, mi forma fragmentada de escribir, mis
quiebres abruptos para crear una pausa.
Una docena
de libros de crítica literaria y cultural avalan tu carrera, amas lo que haces,
pero en adelante vas a privilegiar tu creación, contar tus historias, el alma
te lo pide, ¿no es así?
El libro que obtuvo el primer puesto en la categoría Mejor Antología Colectiva en los International Latino Book Awards 2020 |
Sé que te
apasiona enseñar, y piensas que no podrías desempeñar otra actividad distinta,
¿qué es lo que aporta impartir clase y el contacto con tus alumnos?
La escritura es muy solitaria. Tú lo sabes. Y
si bien me encanta pasar horas y horas tratando de producir algo, enseñar,
estar con los estudiantes, discutir nuestras inquietudes, me llena de vida. Te
puedo decir con toda honestidad que en el salón de clases me siento como si
estuviera en casa. Hay gente que adopta una actitud distinta a la hora de
enseñar. Yo sigo siendo el mismo. Me equivoco, meto la pata. Digo alguna
tontería. Los hago reír. Comparto cosas personales con mis estudiantes, de mi
vida, de mi familia, de mis propios miedos e inseguridades con la escritura. Yo
creo que sólo así, mostrándote totalmente humano, siendo tú, puedes llegar al
corazón de los estudiantes universitarios. Sobre todo ahora que podrían estar
viendo una serie de Netflix, escuchando un podcast, viendo una película,
entretenidos con un videojuego, mandándose un mensaje de texto. Mi labor es
mostrarles que la literatura puede ser maravillosa, que estudiar mi cultura
tiene un valor único, que aunque el mundo sea un caos de injusticia,
discriminación, desigualdad y violencia, hay que hacer todo lo posible por que
sea un poco mejor.
¿Qué has
sacado en limpio o de lección al alzarte con dos premios International Latino Book?
¿Tuviste algún pálpito mientras los escribías?
¿Es verdad
que te gusta cantar, que lo haces todo el tiempo, y no puedes evitar lanzarte
con alguna canción en las reuniones familiares? ¿Por qué prefieres los boleros
y rancheras?
El destacado escritor con la autora de la entrevista |
Tengo
entendido que te encanta cocinar. Dicen
que te salen muy bien los platos criollos peruanos y has aprendido mucho de
gastronomía española porque estás casado con una valenciana, ¿qué es lo que te
pide la familia o los amigos cuando te ven en la cocina? ¿Cuáles son tus platos
estrella?
¡Qué bien enterada estás! Me encanta cocinar.
No me pidas que barra ni que trapee ni que quite el polvo de la casa porque te
inventaré cualquier excusa para no hacerlo. Pero cocinar me divierte, tanto
como cantar diría yo. De mi suegra aprendí a hacer muchos platos españoles que
he incorporado a la carta familiar, pero más preparo cebiches, tiraditos,
causas limeñas. De vez en cuando un lomo saltado, una carapulcra. Hasta hago
tamales envueltos en hojas de plátano y humitas. Empanadas de carne, de pollo.
Y papas rellenas, papas a la huancaína, un buen seco. ¿Qué quieres que te
prepare?
Has dicho
que tu filosofía es hacer el bien y que sabes distinguir la mala vibra de la
gente y los grupos humanos, ¿abunda esa energía tóxica en el medio literario?
Yo creo que en todas partes uno puede sentir
eso que dices, energía negativa, tóxica. Pero no hay que dejar que eso te
afecte. En el medio literario también existe esto, pero es tonto. ¿De qué te
sirve compararte con esta persona o esta otra, pensar que tú mereces más
que él o ella? Lo mejor es seguir trabajando, como hormiguita, haciendo lo
tuyo, apostar por tu propia literatura. A veces, en el camino uno encuentra a
un grupo de interlocutores, amigos, compañeros de oficio con los que compartes
un poco de creación y de vida. Eso es muy bonito y hay que cuidarlo. Pero si
sientes que esta persona a tu lado, un escritor, un compañero de trabajo, no te
valora, simplemente mira para otro lado. Invéntate otra ruta.
Y no te amargues.
Si quieren saber más del autor o su obra pueden pinchar los siguientes enlaces: |
https://www.casadellibro.com/libros-ebooks/oswaldo-estrada/141100