(c) Hastphoto, 2015 |
Nació
para comunicador, aunque se formó en ciencias. Llegó a la literatura a través
de los microrrelatos y hoy en día, dicta
talleres de escritura y asesora a
quienes desean publicar. Es que Ginés
Vera no puede con su espíritu inquieto y le gusta estar en contacto con los
libros y todo ese mundo que lo rodea. El
carismático autor también realiza entrevistas a escritores, escribe reseñas,
colabora en algunos medios de comunicación, dicta charlas, y es probable que
pronto se estrene como editor. Mientras tanto, se halla ocupado en la promoción
de su libro El escritor impaciente,
un manual dirigido a quienes quieren incursionar en el mundo de la escritura.
Eres todo un comunicador, y no lo digo solo porque seas escritor,
dictes talleres de escritura o hagas reseñas para varios medios, ¿cuándo
empieza ese deseo de acercarte a los demás para simplemente intercambiar ideas
a través de la palabra escrita o hablada?
¿Hay una intención precisa de por medio?
Durante una entrevista en el marco de la Feria del Libro de Valencia |
Agradezco
el piropo; no te sabría decir cuando empezó lo de comunicador, aunque a
escribir comencé en la adolescencia, al quedar fascinado con las lecturas, al
querer emularlas siendo yo quien las contase. Quizá la intención se manifieste
más a partir de que un día decido matricularme a un taller de escritura, más
tarde formar parte de una antología de microrrelatos editada en Lima (Perú) y
por otra en los últimos cinco años, cuando me embarqué en la labor docente con
mis talleres de escritura.
Entiendo que estudiaste Farmacia, ¿por qué
diste ese rodeo y no te acercaste frente a la Literatura? ¿Empezaste, como la mayoría, escribiendo
poesía?
Es
cierto, vengo de una carrera de ciencias; en su día no me planteé hacer una
carrera de Letras quizá porque me interesaba el porqué de las cosas,
experimentar; luego llegó con fuerza la palabra, no muy tarde, ya que me
publicaron un relato antes de acceder a la universidad en la revista
universitaria de la Facultad de Psicología de Valencia, y más tarde fui colaborador
primero y redactor después de la revista cultural de la facultad de Farmacia
donde estudiaba.
Sí,
escribí poemas hace muchos años, en mi adolescencia, aunque muy malos, lo
reconozco.
¿Cuál es el encanto de los relatos? ¿Por qué
recurres a ellos para contar tus historias?
Creo
que la brevedad es una virtud a la hora de transmitir una buena historia.
Humildemente creo que relatos, cuentos o historias breves, incluidas las fábulas,
ha habido desde hace tiempo. Me apasionan por su fuerza, su belleza sintética.
Recurro a ellos quizá por comodidad además de por ese amor por lo breve,
incluido lo hiperbreve de los microrrelatos.
Su primer libro en solitario |
Para muchos
el mejor maestro de redacción es la lectura. Para ti no fue suficiente,
¿en qué momento decides asistir a un taller? ¿Cuáles son sus ventajas y desventajas?
La
lectura fue y sigue siendo mi gran maestra ex
aequo con la propia escritura. Un día me planteé asistir a un taller literario
más por curiosidad. No me arrepiento: fue una experiencia enriquecedora,
inolvidable, aprendí mucho y todo lo he puesto en práctica desde entonces
porque a pesar de sus detractores, en los talleres si uno quiere aprender se
aprende. Las ventajas son muchas, las desventajas, que las hay, son más las que
uno quiera ver. No puedo ser muy objetivo ya que como he comentado imparto
talleres. Al menos invito a la gente interesada a que pruebe, daño no les va a
hacer.
¿Cuándo te sentiste apto para escribir
reseñas y/o comentarios? ¿Cómo escoges
los libros o los autores? ¿Cuáles fueron tus mayores dificultades en esta
tarea?
Creo
en las reseñas de libros desde la humildad de quien lee, tal cual. Es cierto
que he leído reseñas de expertos literatos que destacan por ser sesudas,
profundas, con paralelismos y acotaciones reflexivas, un vocabulario eminente, las
envidio a veces, aunque creo que no hay que olvidar que una (buena) reseña
puede ser muy técnica o no tanto, pues quizá el objetivo final es si nos gusta
o no una obra. Un ejemplo puede ser catar un vino, podemos valorarlo empleando
una terminología de experto o no, pero al final lo interesante para quien nos
oye copa en mano es si el vino está bueno, si nos seduce.
Los
libros que reseño a veces me llegan de mano de las editoriales, otras, de algún
autor de forma generosa y, en ocasiones, yo mismo lo adquiero o solicito si
estoy interesado en él.
La
mayor dificultad creo que es la honestidad artística. En las reseñas y no solo
en ellas, pero en este caso concreto que me preguntas, ser honesto con la
valoración es clave. Volviendo al símil anterior, no es solo decir si el vino
nos encanta o no, es indicar los motivos y ser coherente con la valoración
expuesta.
También has incursionado en el periodismo a
través de la entrevista, ¿te gusta esta faceta? ¿Cómo te preparas para ello?
¿Tienes alguna anécdota singular al respecto?
Bueno,
la palabra periodismo creo que me viene un poco grande en este caso, no solo
porque hay profesionales que lo ejercen de verdad, yo solo entrevisto a
escritores (mayoritariamente). Me gusta en la medida me permite ese trato de tú
a tú con ellos, descubrir la parte que queda en los libros de cada autor o la
que se guardan para sí. Lógicamente es importante leerse la obra por la que uno
va a preguntar al entrevistado, conocer su perfil también, luego lo es dejarse llevar
durante la conversación; que no parezca un interrogatorio de aduana es
importante, la creatividad puesta a cada lado de quien pregunta y responde se
agradece cuando el lector lee el resultado final.
Impartiendo uno de sus talleres de escritura |
Anécdotas
no muchas, agradecimiento por todo lo aprendido; aunque un día me sorprendió
que un autor quisiera saber mis preguntas de antemano, se excusó en que no
quería que le preguntase nada personal. Estuve tentado de hacer valer mi posición,
pero pensé que uno debe ser profesional en todo lo que hace, en lo que habla y
en lo que calla, en lo que conquista o en lo que cede y accedí a la petición.
No es un famoso escritor, por cierto, y para más señas le entrevisté tras
publicar su primera novela. El tiempo pone a cada uno en su lugar.
Hace cinco años impartes talleres
literarios, ¿cómo te involucras en dicha tarea? ¿Fue algo para lo que te
preparaste o surgió de manera espontánea?
Sí,
hace años que dicto talleres de escritura no porque me crea investido de un
conocimiento superlativo, ni porque atesore una amplia bibliografía o numerosos
galardones en mi haber, para nada. Creo que mi labor es más humilde, trato de
acercar el oficio a gente que quiere aprender, que tal vez puede desarrollar mucho
más su potencial siempre que entienda que escribir no es un hobby, no es como
coleccionar sellos y, por supuesto, que con una primera novela uno no se vuelve
millonario y archifamoso. Procuro que entiendan eso, hacerles ver la parte de
constancia, disciplina y, cómo no, algunos trucos técnicos del oficio. El
artista viene de casa y retomo aquello de las dos grande maestras: la lectura y
la escritura.
La
docencia de talleres surgió de forma espontánea, me lo propusieron en una
biblioteca municipal, le tengo mucho respeto a quienes sí son unos verdaderos
profesionales del oficio de escritor. No siempre quien mejor escribe enseña
mejor, o al contrario, sucede con muchas disciplinas: un médico notable no
tiene porqué ser el mejor docente en su campo, hablando en términos de
didáctica o empatía a la hora de transmitir conocimientos, me refiero.
En su faceta de entrevistador junto al escritor Pemón Bouzas |
Tus alumnos y exalumnos destacan tu
frescura y dinamismo a la hora de enseñar, ¿das muchísima importancia a la
pedagogía? ¿Cómo te evalúas como
profesor?
Esto
viene al hilo de lo que te decía, no empleé la palabra pedagogía porque como en
el periodismo hay grandes profesionales de esta disciplina. Procuro ser
dinámico y empático, poner ejemplos y no imponer estilos o vicios, los que
escribimos ya adquirimos muchos sin darnos cuenta. Prefiero que me evalúen a
evaluarme, confío en hacerlo bien, hasta ahora no he tenido ‘desertores’ aunque
aspiro a esa deserción paulatina, es síntoma de que han aprendido y saben de la
necesaria soledad y automotivación de este oficio tan poco agradecido: el de
escritor, claro.
¿Alguno de tus alumnos te han sacado de
quicio en clase? ¿Se dejan corregir,
escuchan los consejos?
Por
norma general son buenos alumnos, hay quien llega con los vicios que comentaba,
también quien piensa a priori que esto es un pasatiempo, o una forma de conocer
gente (como quien se apunta a bailes de salón para ligar) o quienes desisten
pronto porque no ven resultados a corto plazo… que, como decía antes, viene a
menudo por compararse (erróneamente) a uno mismo con escritores de talla,
normalmente famosos por sus muchos libros y/o premios. Practicar es clave, hay
quien ha asistido a docenas de talleres, como si los coleccionase, pero no
aplica la teoría, esos trucos, o cree estar por encima de la teoría misma y confía
en el talento innato… Hay artistas innatos, cierto, la Historia nos lo
recuerda, pero podemos ser escritores no millonarios sin ser talentosos. La
pregunta que todo aspirante a escritor se ha de hacer es: ‘yo, ¿por qué quiero
escribir?’ Si la respuesta incluye palabras como fama, reconocimiento, dinero o
alrededores creo que ha escogido mal el camino.
Entiendo que varios de tus alumnos han publicado
y ganado premios, ¿esa es una muestra de la calidad de tu enseñanza?
En
absoluto, como dije antes el talento viene de casa, lo cultiva cada cual, le
dedicará más o menos tiempo, más o menos entrega y los resultados serán los que
sean. Publicar no es un imposible hoy por hoy en nuestro país. Las editoriales
son empresas privadas con ánimo de lucro, creo que el buen entendedor sabe a lo
que me refiero. Los premios… Bueno, de los premios hablamos otro día, pero
opino que la valía de un escritor no está en los aplausos de gente con corbata,
el mejor premio es sentirse a gusto con lo que uno escribe. Si además conecta o
sintoniza con más gente a través de su obra, entonces puede darse por gran
premiado. A los escritores nos colocan en las librerías los lectores, no los
premios.
Cuando la ciencia ocupaba todo su tiempo |
Acabas de publicar El escritor impaciente, un manual para narradores, ¿cuál es el
objetivo de esta obra? ¿Nos revelas la
receta mágica para convertirnos en grandes escritores o los pasos para ser
autores de éxito?
El
principal objetivo que me planteo con este libro es que sea útil. No es un corpulento
tratado con todas las técnicas y herramientas narrativas existentes para ser un
escritor universal, no es esa mi intención.
El escritor impaciente mira al lector con humildad y aliento creativo,
tentándole a que dé el paso, a que si le llama esto de escribir vea que no es
tan complejo. Las recetas ‘mágicas’ ya las he dado en líneas precedentes: leer,
escribir y ser constante con un chorrito de autocrítica artística.
Según tu experiencia, ¿cuáles son los
errores más comunes que comete un escritor paciente e impaciente?
No
quiero hacer una lista, sería contraproducente. Además, creo que algunos ya los
he mencionado en una de las preguntas. Se es impaciente si uno no se hace
preguntas sobre lo que hace, sobre por qué le gusta lo que hace limitándose a
creer que el arte supura por cada poro de nuestra piel. Querer publicar a toda
costa solo beneficia a quien saca dinero del amor propio de artistas
impacientes. El escritor paciente tal vez deba dejar que otros ojos vean parte
de su obra. Salvo que escriba para sí, a lo terapia catártica. Eso y que los
manuscritos con el tiempo no caducan pero a menudo pierden brillo.
Y tú, ¿qué clase de escritor eres? Señálame algunos de tus defectos y virtudes.
Un
escritor inconstante. Muchos de los primeros y pocas de las otras.
Has abierto talleres online, ¿estas clases
están dirigidas a gente interesada de España o también aceptas alumnos de otras
partes del mundo? Si es así, ¿están al alcance de todos los bolsillos? Si estas
personas al final del curso desean un documento acreditativo, ¿se los das?
Una
pregunta muy directa. Los talleres online están abiertos a todas las personas
interesadas. El precio supongo que es relativo, cada cual lo verá en comparativa
con lo que tenga y su interés en lo que le pueda ofrecer el taller. Al final
del taller si alguien quiere un documento de asistencia se le facilita.
Oficiando de presentador de la galardonada escritora Reyes Monforte |
Otro de tus géneros favoritos es el
microrrelato, con el cual cosechas muchos éxitos por cierto, ¿qué sugerencias
les das a quienes pretenden incursionar con él? Su proceso creativo no es tan
sencillo como pudiera parecer, ¿no?
El
microrrelato para algunos es un género aparte, otros en cambio lo ven dentro
del relato. Lo digo porque habrá lectores que hayan curioseado previamente en
libros o en internet y se hayan encontrado con mucho y nada, con más ejemplos
que teoría. Sugiero a quienes se acerquen a este inclasificable arte pigmeo que
sean atrevidos, que busquen la complicidad con el lector en lo que escriban
casi tanto como la obvia brevedad, que huyan de los chistes o aforismos pues no
son microrrelatos. Y al hilo de lo que dices, no, no todo lo pequeño y que
parezca un microrrelato es un buen microrrelato del mismo modo no todas las
historias que uno escriba en 200 folios son una buena novela. El buen
microrrelato debe aguantar una segunda o tercera lectura dejándonos (como
lectores) pegados a él, sin bostezos ni indiferencia.
¿Habrá un libro sobre microrrelatos pronto
o ya se dejan sentir los pasos de tu gran novela?
Como
los pintores de antes, cubro con una sábana el caballete de lo que escribo;
cuando esté listo la descubriré, no hay que ser impaciente (guiño).
En plena entrevista con radio Manises |
Algo que despierta mucha curiosidad, ¿qué
hace un literato dando consejos de salud en charlas y en la radio?
Preséntame
al literato… Si lo dices por mí, doy consejos en mis charlas divulgativas de
aquello que sé, lejos de intrusismos profesionales, más como farmacéutico y
amigo de la alimentación saludable.
Cuando no estás escribiendo, dictando
charlas o impartiendo talleres, ¿en qué ocupas tu tiempo libre? ¿Hay alguna
otra cosa que te guste aparte de la literatura?
Hay
pequeños placeres para grandes momentos de tranquilidad y sosiego. Cada cual me
reclama con una pasión o hobby distinto. Me gusta hacer deporte a veces, otras
conversar con amigos (de letras o no), si me da la vena me pongo a cocinar, a
leer (no me iba a olvidar) o a ver una buena película cuando no a escuchar
música.
Siempre te escucho decir que eres muy
Aries, ¿cuándo te ves y reconoces del todo así?
Hoy
quiero romper una lanza a favor del sentido común. Cierto que a menudo hago
valer en petit comité mi signo
zodiacal, esas características que supuestamente tenemos los nacidos bajo el signo
del carnero; pero también es cierto que no creo en la supremacía de un signo
sobre otros, ni en una influencia más allá de la evidencia científica por esa
circunstancia astral. Me llevo bien con personas de mi signo y con las de cualquier
otro signo; eso sí, me pasa un poco como cuando uno viaja
al extranjero y se pierde en el idioma local, oír a un compatriota le alegra,
hay una breve euforia, y esa camaradería sí que la encuentro a menudo con los
arianos.
Si desean saber más del autor o su obra pueden pinchar los siguientes enlaces: http://ginesverab.blogspot.com.es/ http://librosenlamaleta.blogspot.com.es/ http://acentoliterario.blogspot.com.es/ http://alimentacionsaludable25.blogspot.com.es/ |