Hace poco vi “Slumdog millionarie”. Me gustó una parte en la que Jamal, el protagonista, es apenas un niño y con su hermano le cobran el uso del baño a sus vecinos.
Uno de ellos llega con ganas de despedir a un amigo del interior, por decirlo de una manera elegante, pero Jamal está ocupando ese roñoso cubículo, agachado sobre el pozo de la inmundicia.
Su hermano lo apura, pero Jamal no se hace cargo. El cliente frustrado le da un correctivo a Salim y se lleva su apuro a otra parte.
A Salim le brilla la malicia cuando el cielo se llena con el sonido del helicóptero que lleva a Amitabh Bachchan, el ídolo popular hindú, una cruza de Palito Ortega con los superagentes Tiburón, Delfín y Mojarrita. Un semidios que baja a la tierra de los desheredados.
En venganza porque Jamal no le cedió la letrina, le traba la puerta para que no pueda ver a Amitabh Bachchan.
Jamal empuja desesperado. Busca otra salida hasta que se da cuenta de que lo único que puede hacer es dejarse caer sobre la mierda.
Mira la foto de su ídolo, se convence de que tiene que hacerlo, se tapa la nariz, estira la mano con la imagen de Amitabh Bachchan y se deja caer por el pozo hacia el pantano de mierda de los pobres.
Jamal emerge como de un bautismo con la foto indemne. Corre todo enmierdado, gritando el nombre de su objeto de deseo.
La gente rodea al actor. Los agentes de seguridad los separan. Jamal empieza a ganar lugar a fuerza de olor, es como un Moisés de mierda que separa las aguas del mar Rojo.
Levanta la vista y lo tiene ahí, a nada, ofrece la foto y pide un autógrafo. Amitabh Bachchan se toma a si mismo en papel, firma y devuelve la foto. Jamal mira sin poder creerlo, alza el puño y eleva su conquista al cielo.
Moraleja: para conseguir lo que querés a veces tenés que hundirte en la mierda.
Uno de ellos llega con ganas de despedir a un amigo del interior, por decirlo de una manera elegante, pero Jamal está ocupando ese roñoso cubículo, agachado sobre el pozo de la inmundicia.
Su hermano lo apura, pero Jamal no se hace cargo. El cliente frustrado le da un correctivo a Salim y se lleva su apuro a otra parte.
A Salim le brilla la malicia cuando el cielo se llena con el sonido del helicóptero que lleva a Amitabh Bachchan, el ídolo popular hindú, una cruza de Palito Ortega con los superagentes Tiburón, Delfín y Mojarrita. Un semidios que baja a la tierra de los desheredados.
En venganza porque Jamal no le cedió la letrina, le traba la puerta para que no pueda ver a Amitabh Bachchan.
Jamal empuja desesperado. Busca otra salida hasta que se da cuenta de que lo único que puede hacer es dejarse caer sobre la mierda.
Mira la foto de su ídolo, se convence de que tiene que hacerlo, se tapa la nariz, estira la mano con la imagen de Amitabh Bachchan y se deja caer por el pozo hacia el pantano de mierda de los pobres.
Jamal emerge como de un bautismo con la foto indemne. Corre todo enmierdado, gritando el nombre de su objeto de deseo.
La gente rodea al actor. Los agentes de seguridad los separan. Jamal empieza a ganar lugar a fuerza de olor, es como un Moisés de mierda que separa las aguas del mar Rojo.
Levanta la vista y lo tiene ahí, a nada, ofrece la foto y pide un autógrafo. Amitabh Bachchan se toma a si mismo en papel, firma y devuelve la foto. Jamal mira sin poder creerlo, alza el puño y eleva su conquista al cielo.
Moraleja: para conseguir lo que querés a veces tenés que hundirte en la mierda.