Un hombre trabaja serrando árboles en un bosque. Pone mucho empeño y, sin embargo, está angustiado por el bajo rendimiento que obtiene de su prolongado esfuerzo. Cada día le lleva más tiempo acabar su tarea, de modo que le sorprende la noche cuando aún le quedan bastantes troncos por serrar.
En su afán por trabajar cada día más, no se da cuenta de que esa lentitud se debe a que tiene muy gastado el filo de la sierra. Un buen día se le acerca un compañero y le pregunta:
-Oye, ¿cuánto tiempo llevas con este árbol?
-Más de dos horas.
-Es raro que lleves tanto tiempo si trabajas a ese ritmo...,¿por qué no descansas un momento y afilas la sierra?
-No puedo parar, llevo mucho retraso.
-Pero luego irás más deprisa y pronto recuperarás los pocos minutos que supone afilar la sierra.
-Lo siento, pero tengo mucho trabajo pendiente y no puedo perder ni un minuto.
(Algo muy parecido a este diálogo se repite con frecuencia en el interior de muchas personas preocupadas por problemas que afectan seriamente a sus vidas. Se plantean que quizá deben mejorar su preparación profesional, que deben aumentar su cultura, que tienen que formarse, que necesitan una renovación personal que les saque de su fatigosa y rutinaria monotonía...; pero al final concluyen que no tienen tiempo, que tienen tanto trabajo que no pueden perder ni un minuto en teorías.
-Aguiló-
El blog de marpin y la rana