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sábado, 4 de diciembre de 2010

ERASE UNA VEZ...





Érase una vez un hombre que no sabía controlar su ira.  Cuando se enfurecía, cargaba contra todo, sin detenerse a pensar las consecuencias de sus actos. 

Poco a poco, ese hombre y su compañero Manuel, habían conseguido con esfuerzo levantar un taller. No era el  mejor, ni el  más bello, pero era de ambos. Le tenían cariño y en ese lugar daban rienda suelta a su creatividad e imaginación, construyendo con sus manos, distintas obras de artesanía. 


Cuando aquel hombre se llenaba de furor, daba golpes y puñetazos en el taller y muchas veces insultaba a su camarada.  El trabajo de muchas semanas, quedaba entonces destrozado y hecho añicos en el suelo.  Después, cuando remitía el  enfado,  contemplaba los desperfectos que había ocasionado,  se apenaba bastante e intentaba   reparar los daños. Su compañero, amigo ante todo,  le ayudaba con ojos entristecidos. Pero no siempre las obras quedaban igual tras intentar pegar sus pedazos. Las paredes, con pegotes de yeso para cubrir los agujeros, no podían en ocasiones  disimular  los huecos. 


Tras un ataque de furor, vió  llorar a Manuel. Éste  no entendía que el odio fuese más fuerte que lo querido, que los acuerdos a los que ambos habían llegado de cuidar el lugar de trabajo común, que la ilusión con la que habían enfrentado el proyecto, y hasta el cariño que se procesaban, no fueran motivos suficientes para frenar sus golpes.  Y sobre todo, no entendía que su amigo del alma, una y otra vez, atacara con tanta dureza lo que decía amar. ¿Hay amor sin respeto?,  se preguntaba un cabizbajo Manuel, mientras reparaba,  como podía,  los trozos rotos de una estatuilla  y los de su propio corazón. 




jueves, 25 de noviembre de 2010

RELATOS NUESTROS DE CADA DIA: EL REGRESO





Hoy me han confirmado que voy a volver, muy pronto. Para que  me vaya preparando, y sobre todo, para que dé mi aceptación.

            Pese a esperar la noticia , me ha sorprendido. Aunque aquí el tiempo no parece contar, sí sé que ha transcurrido el suficiente para que todo haya cambiado. De todas formas, eso importa poco .

            Me llaman. Voy a conocer a la que será mi madre. Me han dicho, que yo la podré ver a ella, aunque ella no me verá a mí. Eso me produce una sensación extraña, como de espiar a alguien, pero así debe ser. Así siempre ha sido.

            Poco a poco, primero tenuemente y luego con más claridad, voy percibiéndola, mientras la veo acercarse con una sonrisa por el puente que hará posible el contacto , hasta quedar situada en medio de él. Ahí se para. El  resto del camino, y hacía ella, tendré que hacerlo yo, sí así lo deseo. No puedo reconocerla. Me parece agradable, pero desconocida. ¿Se habrán equivocado?

            Miro su rostro , primero entre claroscuros, luego de forma mas sutil. Ella se lleva las manos a los oídos, porque, aunque no lo sabe, está oyendo la voz de su propia naturaleza, su esencia y la mía que gritan al unísono, aunque ella cree que sólo es el viento.

            Miro su mirada , buceo en el lago profundo de sus ojos , y entonces, sólo entonces, la reconozco.

            Es ella. ¡Si, ella!.  Amiga, amada, querida alma compañera.

            Quien a mi lado está interroga con la mirada. Y yo, siento como lloro de alegría, aunque no tengo ojos con qué llorar. Porque recuerdo, y los recuerdos aquí son haces de luz, porque las preguntas ya no existen y las respuestas se sienten en forma de calma. Recuerdo cuando fuiste aquella campesina que me salvo la vida y a la que yo desprecié por mi superior cuna, y cuando fuiste aquel padre paciente al que no supe jamás entender. Entonces tu tenías esencia masculina, como yo he elegido ser ahora. La última vez, en aquella guerra. Compañeros ambos. Nos dispararon, a ti te hirieron. No volví a por ti para salvarte la vida, tenía demasiado miedo...creo que tú lo sabías.

            Tantas vidas, tantas lecciones se abarcan en mi consciencia que me es difícil ver la sucesión, pero sé que hay cosas que aún debemos aprender. Te debo muchas cosas, y me han ofrecido  la oportunidad de pagarlas. Y quiero hacerlo.

            Mirando a quien está conmigo a lo más profundo de su ser, simplemente digo SI, y el universo, firmado el acuerdo de vida, ratifica el consentimiento.

            Ahora, querida mía, sólo tendrás que esperarme un tiempo, pero ya voy hacia ti. Te veo dentro de mí, ofreciendo tu cuerpo al universo, aceptando el Pacto, como yo. Tú también has dicho sí.

            Me preparo para el viaje. Me han dicho que no recordaré nada hasta mi regreso. Eso me da  miedo, porque ahora, sé todo lo que no hice de forma adecuada y sé como debo repararlo. Pero si olvido, tendré que empezar desde cero, y usar mi libertad de nuevo. Y temo a equivocarme, a volverte a hacer daño. Pero tú, que también lo sabes, también lo aceptas. Esa es la Rueda de la Vida.

            Miro a ese pequeño planeta a donde voy a vivir. Cierro los ojos. Salen a despedirme. Otras Almas Compañeras.  Son cientos , pero todos son Uno. Hay alegría. Suerte esta vez. Anda esos caminos a los que te diriges con alegría, me dicen. Pronto nos veremos, aunque ya sabes que el tiempo no existe.

            Después...la espiral. El agujero negro. El Vértice infinito que me hace gritar de espanto antes de llegar al puente que nos va a unir.  Mi parte del camino que atravieso impaciente, mientras ella me recibe. Mi alma compañera, qué delicia volver a estar contigo.

            Ahora soy parte de ti. Mi triple regreso : a esta tierra, a esta vida y a  tí. La mujer que pronto será mi madre, se gira. Volvemos a casa. Uno en dos, dos en uno. El parque, con su estatua, quedan vacíos.

A mi alma gemela.
Y a Mont-se. Por por su lealtad. Por haber estado siempre con nosotros, en los días mejores y peores, dándonos su apoyo y aliento desde que empezamos.
Por nada de este mundo nos gustaría  perderte, Mont-se.
Te queremos. 

Ranita

domingo, 7 de noviembre de 2010

A las cinco y veinte de la madrugada

Noche cerrada aún. Y qué frío en la calle. Dentro hace incluso más. No, no dentro de la casa, sino de este corazón helado. Vengo de urgencias. Siempre se me enreda el alma en los pies en ese lugar, y tropiezo con ella y resulta que es familiar el olor y el dolor de las caidas. Hay una anciana  inmovil y casi decrépita en una camilla. Parece muy grave y sin embargo le dan a una señora que le acompaña sus papeles de alta. "Sólo era una Gastroenteritis", me dice la señora, "y ya ve usted, yo creía que no lo contaba" ¡Venga, madre "pal" Asilo!, la  jalea mientras dos celadores se la llevan. La anciana ni tan siquiera abre los ojos, aunque yo estoy segura de que es porque no hay nada que le interese ver ya en esta vida.

Al poco llega una mujer joven. Se apoya en una pareja, y apenas puede andar. Dice que se ha caído por la escalera, pero los cuchicheos y gestos de los otros dos desmienten que sea así. Presto oídos y la escucho decir...¿Cómo voy  a denunciarle? Cuando vuelva me mata...

Y tú mientras, seguro que ves desfilar a  tus sueños. Acaso alguno mío se cuele en los tuyos y te haga soñar dentro de lo soñado, e  incluso te levante las sabanas y se adormezca ahí, justo en el hueco que te queda entre la oreja y el mentón. Y si alguno es más atrevido, buscará las aberturas de tu pijama, como  haría yo. 

Aún le queda al Amanecer  un buen trecho que recorrer, aunque la Noche   ya sabe que tiene los minutos contados. Se encontraran pronto y se saludarán educadamente, como llevan eones haciendo. El no sabe que ella espera que alguna vez le diga, entre la semipenumbra, que sus ojos somñolientos encierran todos los secretos. Y él, una vez más se irá sin decirle: quédate conmigo y que se las apañen como puedan esos que andan a dos patas y que se hacen llamar hombres.

Y yo, pues ahora que no me oyes,y  que no puedes responder sino con un suspiro que yo te robo, te diré como ha sido mi día y mis lamentos. Te contaré el color pastel de mis risas tibias que han sido parcas, las puñeteras  este sábado. Miraré mis manos y seguiré sin entender porque están vacias si tú respiras en algún lugar de este planeta.

Féliz despertar, poeta de mis horas.

Ranita

 

lunes, 1 de noviembre de 2010

DIA DE TODOS LOS SANTOS (A una anónima mujer enamorada llamada Natalia).



Hoy debo algo a alguien. Lo he prometido.Tengo que escribir un relato  dedicado a una mujer que no conozco ni conoceré, pero que se ha valido de mí de una forma exquisita, usándome sutilmente para  cumplir una palabra dada.

Esta mañana, camino del cementerio, refunfuñaba entre dientes. Me fastidia cumplir con la parafernalia ritual, pero alguien tenía que llevar a mi madre a rezar por sus difuntos. Sentada en la parte de atrás del coche, se le ve encogida. Para ella es un mal trago. Sabe que pronto ella ocupará un lugar permanente en ese sitio que ahora sólo visita una vez al año. Mi hijo  se ha apuntado. Siente curiosidad, Bien, es hora de que aprenda algo mas de la muerte que lo que ve en las películas de miedo.

No había aparcamiento, así que tuve que dar unas cuantas vueltas antes de poder ocupar el lugar que dejaba un todo-terreno, a bastantes metros de la puerta principal.

Un gran cartel en la  reja de la entrada reza: “Flores, agua, trapos de limpieza y velas a precios económicos”.  Tras él, varios tenderetes con  toda clase flores de plástico, aportan al lugar un toque exótico y ficcticio, que a mi juicio  le queda grande al día. “Pronto venderán ataúdes en miniatura con nombres y muertitos que se levantan y saludan”- le digo a mi madre. Ella me mira muy sería. – “Ay, hija, cómo eres. Ni un día como hoy dejas de hacer bromas”-

De camino,  nos encontramos a unos viejos amigos. Él, Diego,  un hombre de casi 90 años, ha perdido a su mujer este verano. Le acompaña su hija, que además, le sostiene. Los ojos de ambos están llorosos. Les saludamos, y mi madre y el anciano se enzarzan en una conversación recordando  tiempos viejos. La hija y yo, aguardamos pacientemente. En ese momento, he visto  una preciosa rosa roja aterciopelada, sujeta apenas en el enrejado de la valla del camposanto.

Sin pensar demasiado, he cogido  esa rosa. La he mirado. Estaba fresca. Seguramente se había desprendido de un ramo para un difunto, y alguien la había puesto ahí. La rosa parecía  absolutamente indefensa, y yo me sentía un poco fuera de lugar con ella en la mano.  Cuando se despedían ya mi madre y el anciano, sin saber por qué,  le he dicho a la hija: -“Toma.”- Ella, al principio, ha hecho un gesto para cogerla, pero después ha retirado la mano. – “No, no, es la flor de un muerto”.

“La flor de un muerto”. Me he quedado pensativa, mientras caminábamos hacia la entrada. Tras esto, y sintiéndome  ridícula  con la rosa en la mano,  la he dejado encima de un banco.

Llegando a la puerta que da acceso a la morada de los difuntos, me asalta un terrible remordimiento: “He abandonado a la rosa”. Y sin pensarlo, echo a correr sobre mis pasos, la recupero y vuelvo con ella. Mi hijo se parte de risa en mis narices.

Por el laberinto de pasillos, hoy llenos de flores y velas, llegamos a la tumba de mi abuela. Mi madre se para, la mira, reza. Lagrimas silenciosos resbalan por sus ojos. Yo me alejo un par de pasos para respetar su intimidad. Entonces algo ha llamado mi atención. 

Un nicho ajado. Polvoriento. Muy antigüo.  Hay una sola flor marchita en él.  En la lápida centenaria  se lee una inscripción: 
“Al mejor amigo, al mejor compañero, 
al mejor padre. A mi amor. 
Nunca te faltará  la flor de mi cariño. 
Te quiero. Tu esposa:  Natalia”.

Como un pasmarote ante esa tumba, con mi flor en la mano,  hipnotizada, traspasada de amor ajeno, he entendido. Con cuidado, he puesto la rosa sobre el nicho. La flor para un amor muerto. Natalia sigue cumpliendo su palabra. Y yo,  tengo que contarlo. Esto no puede quedar en el anonimato de un cementerio. Es lo más entrañable que me ha sucedido en mucho tiempo: ser el instrumento de un amor más allá de la muerte. Gracias Natalia por elegirme a mí.

Camino al coche, me quito una lagrima de un manotazo. Mi madre me ve: “Hija,  no llores”. – “Lloro de alegría, mamá”. No me entiende, claro.


Natalia, anónima mujer enamorada, estoy segura, que el año que viene, ese nicho tendrá otra flor que alguien llevará en tu nombre.  Este es mi homenaje. Te lo has ganado.

Ranita

domingo, 31 de octubre de 2010

Los difuntos y su fiesta. Desconozco el nombre del poeta. /Amor mío/. Canción enamorada, hecha con mi dolor; tú no quisiste oírla, y se perdió. ¿En qué cielo distante habrá ido a morir? Era una canción leve para ti.

"DELIRIUM TREMENS"

CAPÍTULO II

Pasaron cinco años, uno detrás de otro. Y posteriormente tres más. El tiempo deja su impresión dactilar en los caminos, huellas y vestigios humanos. El día que cumplía treínta años, los mendigos de un país sudamericano le hallaron dentro de un cubo de basura, desmemoriado y con una monumental paliza. Miguel había extraviado la brújula, el rumbo y la bandera. Cuándo le sacaban del hediondo barril, gritaba:- ¡Yo no soy Diogenes!

Un avión le devolvió a  España, por intervención de la embajada y de don Ernesto Soler...

-De la novela Quebrantadores de Destinos-


El blog de marpin les acompaña a ustedes los vivos y a los difuntos en su noche.

No decimos adiós al día 31 y a su décimo mes. Porque Octubre también somos nosotros.

                                                      

"Gemelas".- Luz Antequera 



Capítulo IV

"LA VERDADERA HISTORIA DE ISIS Y NEFTIS O LA CARA OCULTA DE LA LUNA"

Ella abrió los párpados de par en par. Volvió la cabeza y su mirada se enfrentó a la de Miguel que llevaba escritos en su rostro todos los posibles finales, desde el estupor y la alegría por la certeza (si fuera ella) hasta la desilusión y la pena por el error (si no lo fuera). Natalia, reconociéndole, rejuveneció milagrosamente. "El amor no tiene cura, mas cura todos los males". Abriéndose a machetazos su integridad entre las tinieblas de la medicación, extendió sus manos con  las palmas boca abajo  y le habló honestamente:

/De la novela Quebrantadores de Destinos/
Autores: Marpin y José



El blog de marpin y la rana no les abandona a su suerte.

martes, 5 de octubre de 2010

Presento al entrevistador . El currículum vitae de mí mejor amigo: Dos balazos y siete puñaladas en sus carnes.




Cuatro docenas de mujeres o algunas más. Cambia la universidad por la música y la obscuridad. Debe entender, comprender el pensamiento global,  tiene que hacerlo objetivamente o el experimento no valdrá de nada, necesita  cierta neutralidad. Así que, él aporta dos ingredientes;  sufrimiento y gozo. La mitad de su existencia  la pasa escribiendo y describiendo, acercandose a la ambigua precisión. Viaja a varios planos reales a la misma vez. Ve lo que muchos jamás verán. Regresa, - y nos dice:-El dolor es crucial para comprender la puñetera vida. El dinero le llegaba  a modo de herencias, rentas, pequeños trabajos, no en grandes cantidades, sí  el suficiente para seguir malviviendo dignamente. Bueno, entre comillas. Él,  odiaba la hipócresia en general y no amparaba a los cobardes. Era  un ser  carismatico que no hizo amigos porque si, aunque le resultaba realmente sencillo, esto de hacer amigos-as. 


Descansa en paz.

miércoles, 22 de septiembre de 2010

Toc toc ¿Me puedo sentar un rato?











- ¿Se puede uno sentar?

-¡Es un banco público!

- ¿Se puede, toc, toc?

- Acabo de decirte, bah.

- Señor, hola, ¿puedo sentarme a su lado en el banco de piedra?

- Pero,  vaya pregunta de locos, hay sitio de sobra para cuatro personas más.

- Señor, debo comunicarme con una persona digna y noble.

- Haber empezado por ahí. Te escucho atentamente. Soy esa persona noble y digna.

-  Señor, mire mis  zapatos,  destrozados de tanto buscar y caminar.

-¿Y a mi qué me importa? perdón muchacho, sigue hablando. ¿Qué buscas?

- Señor,mi  madre murió despues del abandono de su conyuge y  padre de su único hijo. Soy yo, me han criado en un orfanato. Y tengo pruebas de lo que le digo.

-  No me jodas, caray.  ¡Ya eres un hombre! Te creo. Eres igual a cuando yo tenia tu edad.

- Señor, no tengo techo. No tengo dinero, no tengo donde caer muerto.

- Pues,  también estoy solo como una apestosa rata. Ven,  vente conmigo y ya nos apañaremos,  hijo mío.

- ¿Tiene casa y ahorros?

-Sí, no te preocupes hijo, nos cuidaremos el uno al otro, y todo lo que tengo será un día para ti.

Y se fueron cantando del brazo por la Plaza de los Asqueados. La luna contemplaba -con una pinza en la nariz- las siluetas que dibujaban las heces y orines de los gatos y perros,  alrededor de las herrumbrosas farolas del barrio "La mitad fundidas".
En las altura,s la Luna llena  imaginaba "probablemente" que  las cagadas y las meadas que veía desde el cielo eran los sentimientos y las emociones de los divididos seres humanos.

 FIN

El blog de marpin y la rana

lunes, 20 de septiembre de 2010

CHEQUE EN BLANCO



Mucha


Son las 6,44 horas de la mañana. Recien levantada, he tomado mi desayuno de régimen para volver a mi peso ideal,  que desde luego no es la tostada con tomate y jamón que me hubiera gustado tomar, pero me ha confortado. Preparada mi botella de agua para tomar a sorbos los dos litros que necesito beber al día. Una tormenta está llegando y  llueve. Casi diluvia. Me lo tomo como un magnífico humor después de un verano larguísimo y caluroso. Apenas acabe este post, tendré que ponerme con el trabajo que debo entregar antes de las 15.00 horas. Aparte de eso, deberé  atender muchas cuestiones. Unas son mías y otras las he tenido que hacer mías, pues afectan a personas que de un modo u  otro, dependen de mí. Es lo que hay. Y esta tarde, caminata y gimnasio, del que regreso a las 11 de la noche. Me espera por delante un largo día y soy consciente de que puedo padecerlo o disfrutarlo. La vida me entrega cada día un cheque en blanco  con 1.440 minutos y en mi mano está como vivirlos. Tomo aire y me doy cuenta que no es sólo aire, que para mí, como para todos ustedes, es vida en forma gaseosa que me permirte seguir respirando. ¿Se imaginan tener que pagar por algo así? Pues es gratis. Como la luz del sol que pronto saldrá aunque hoy no se aprecie bien tras las nubes. Me siento afortunada. Abrazo a  la imagen que se forma en mi corazón, y mentalmente le deseo un buen día. Y a todos ustedes también.

Ranita

martes, 24 de agosto de 2010

RELATO: LA NIÑA.






Denis Núñez


Abrió lentamente los ojos. Se sentía confusa y no tenía idea de donde estaba. Solo percibía el centro de su campo de visión, el resto eran contornos difusos. Una voz en su interior, o quizá alguien, preguntaba ¿Cómo te sientes? Aquella era una buena pregunta, que necesitaba una buena respuesta. El problema era, que ella no tenía esa respuesta.
Busco los ojos de su interlocutor. No pudo verlos. En realidad, no importaba, dentro de este extraño estado, pocas cosas parecían importar. Pero su voz...Se incorporó lentamente. Ahora, sí podía ver a la persona que le hablaba.
 
Entorno los ojos...- ¿Gonzalo? ¿Eres tú...? Me dijeron que.... ¡Oh Dios mío!
 
No podía creerlo. Gonzalo, había sido su primer amor. La persona a la que había querido de la forma mas pura, cuando su corazón estaba limpio de cicatrices. Aquel que le hablaba de su ideal de justicia social, el que había estudiado medicina para poder ayudar a niños del tercer mundo, pero que siempre quiso a su mejor amiga. Ella escondió aquel amor en el último cajón de su alma, y se conformó con verlos felices a ambos, aunque en su interior a veces vertía lagrimas sin saber muy bien si era felicidad por ambos o pena por ella misma. Un día Gonzalo partió y nunca más volvió a saberse de él. La distancia quizá sí era el olvido después de todo. Su amiga lloró por él, y ella por los dos. Pero ahora estaba delante de ella, y le sonreía.
 
Gonzalo tendió su mano, y el contacto fue calido y suave. Era la sensación que sentía, cuando tantos años atrás él le alentaba en sus estudios –Vamos, vamos has de ser diligente - le decía-.La diligencia es la prontitud de ánimo para hacer las cosas bien. Y tú has nacido para eso,  niña.

Se incoporó poco a poco, ayudada por Gonzalo. El seguía sonriendo. ¡Oh Dios, que bonita era aquella sonrisa! . El la miró y simplemente le dijo...¿Qué recuerdas?. Ella en realidad, recordaba muy poco. ¿Un golpe? Sí, fue eso. Un tremendo golpe. Claro, por eso estaba allí, en esa sala blanca de hospital, y Gonzalo, por esas no-casualidades de la vida era médico en ese hospital. Miró sus manos instintivamente. En ellas no había anillo.
 
¿Cuánto tiempo llevaba allí? No lo sabía. Trató de recordar. Aquella mañana llegó a la Comisaría temprano, como siempre, varios minutos antes de la hora. Una vez allí, se quitó de encima toda la cuestión burocrática pendiente y después... ¿Qué hizo después? ¡Ah sí! Realizó labores rutinarias y varias salidas, una por una discusión en un bar, la otra para acompañar a un detenido al Juzgado. No era labor suya realizar esas salidas, pero dos compañeros estaban de baja y alguien tenía que hacerlo. Cuando faltaba poco menos de una hora para marcharse, sonó nuevamente el teléfono de la centralita, y por la mirada de quien recibía la llamada, supo que aún tendría que salir nuevamente. Así fue, una llamada de una voz  que reclamaba auxilio.
 
El compañero de la centralita le dijo que había podido anotar a duras penas el domicilio, pues la voz que pedía ayuda, sonaba tan queda que apenas se  podía oir. Antes de cinco minutos, ya estaba allí. 
 
En el domicilio en cuestión, reinaba la calma más absoluta, en apariencia. Les abrió la puerta un hombre aseado, con un bebé en brazos. Dentro una mujer, hacía labores de punto, con una niña de poco más de diez años cerca de ella. El hombre negó haber realizado llamada alguna. -¿Puede salir la señora?-preguntó ella. Y la señora salió, arrastrando los pies, y con voz inexpresiva dijo que ella no había llamado a nadie. La niña ,desde el interior, la miraba. Y algo en esa mirada disparó todas sus alertas.
Su compañero la llamó al orden diciéndole que allí poco tenían que hacer, pero ella con una mirada le solicitó más tiempo. Pidió entrar, a lo que el hombre se negó. Era la hora de dormir para el bebé y la niña  se estaba asustando. Ellos no habían llamado, sería algún bromista. Cuando la puerta se cerró, una ultima mirada a la pequeña le puso la carne de gallina. El padre había intentado asirla del hombro y ella se había zafado.

Aún insistió en el vecindario. Nadie había visto ni oído nada. Y cuando la cara de su compañero era ya tan larga que se la podría pisar al siguiente paso, cedió a regañadientes a volver al coche patrulla. 
 
Cuando llegó a su casa, la sensación de algo malo continuaba en su interior. Trató de no hacerle caso. Había actuado correctamente, y no había nada. Pero la mirada de esa niña, continuaba clavaba en ella, Esa mirada quería decir algo. Y no era algo bueno.
 
Conforme iba cayendo la noche, la sensación de tener que hacer algo era tan punzante, que sin pensarlo más, tomó su abrigo verde, y salíó a la calle. La excusa era dar un paseo, pero sus pies tenían más claro su destino que su propio cerebro. 
 
A medida que se iba acercando al domicilio que había visitado esta mañana, un inusual movimiento le indicó que algo fuera de lo común ocurría. Cuando llegó, una multitud de gente gritando y mirando hacia arriba le indicó donde debía mirar. En lo alto de la terraza, fuera de la barandilla de protección, un hombre recortaba su figura a contraluz. En sus brazos, había un bebe y de su mano, una niña pequeña. Se oían los aterrados chillidos de una mujer. Amenazaba tirarse con ambos niños y parecía dispuesto a cumplir lo que decía.
 
Sin pensarlo ni un segundo, se identificó  y se adentró en la vivienda. Tenía que llegar a ellos, hacer algo. Casi sin respiración llegó a la azotea.  Ahora veía perfectamente a la mujer de esta mañana. Medio desnuda, con apenas un fino y raído camisón sobre su cuerpo, eran evidentes las marcas de una tremenda paliza. 
 
En este punto...su memoria volvió a bloquearse. Recordaba muy vagamente haber discutido con algún superior pidiendo intervenir, la niña confiaría en ella, la podía tranquilizar...por favor, déjenme, por favor...El resto...¿Qué había pasado?. Unas pequeñas manos, una sensación de vacio. Dolor. Oscuridad.
 
Sin decir nada, Gonzalo la tomó de la mano. A través de la ventana de la estancia donde estaban se veía la escena del suceso.. La madre , siendo atendida en una ambulancia.. Muchas luces. Personas que lloraban, que se abrazaban unas a otras. La Policía acordonado la zona. En el suelo, dos figuras. Una, el padre de los niños, boca arriba. Destrozado por el impacto. Otra, una figura cubierta por un abrigo verde, del que sólo se distinguía un cabello idéntico al suyo. 
 
Estuvo unos minutos mirando la escena. Tardó en comprender, pero cuando lo hizo, miró aterrada a Gonzalo.
-¿Los niños, se salvaron?
- Sí, respondió éste- los pudiste coger a ambos antes de caer tú. Tu vida salvo las de ellos.

Sonrío. Lloró. A la vez. Las lagrimas mojaron los labios. Los labios bebieron las lagrimas. Gonzalo la cogió de la mano.  

- ¿Y ahora? - preguntó ella. 

–Ahora -dijo él-ven conmigo.


 Ranita


jueves, 29 de julio de 2010

RELATOS NUESTROS DE CADA DIA: La mandarina






 Carlos Arean




ELLA acababa de salir de la ducha, donde decidió meterse para despejarse.  El agua sobre su cabeza cayendo a borbotones le dejaba una sensación de limpieza cerebral. Aquel trabajo la estaba desquiciando. Era una especie de reto  cumulativo, fruto de uno de sus ataques de perfeccionismo súbito. Cada vez que llegaba a una meta, se auto exigía una más alta.,  esto a  veces, suponía empezar de nuevo de cero desechando el trabajo de horas. Y estaba repercutiendo en su ritmo vital, en su descanso e incluso en su alimentación, pues lo mismo pasaba horas sin acordarse de la comida, que le entraba un hambre feroz que le llevaba a ingerir  más alimentos dulces de lo que su dieta requería. Ella misma reconocía la acracia de sus horas. . Una especie de caos bilológico imposible para nadie que no fuera ella..

EL la observaba  de cuando en cuando y se admiraba de su capacidad de trabajo, sin osar molestarla. Ella podía pasar horas y horas trabajando sin parar, dormir apenas  y levantarse de nuevo al poco tiempo para continuar trabajando. Cuando estaba en ese especie de trance, era mejor dejarla a su aire y no interrumpir sus complicados procesos mentales. Por su parte, él continuaba con su aparente calma despreocupada. Semi indolente, pasaba las horas sumido en sus pensamientos, en sus lecturas y escritos, y en una batalla químerica y quijotesca contra no se sabe muy bien qué enemigos de la humanidad.

 
ELLA, sentada junto a la ventana, miraba con el ceño fruncido sus apuntes. El pelo, humedo  y  rebelde, le tapaba los ojos . En un gesto maquinal, cogió su melena y la anudó de cualquier manera sujetandola con un lapiz  a modo de improvisado pasador. De pronto, sintió necesidad de una fruta dulce y fresca. Se levantó y enseguida volvió con una mandarina en su mano, que comenzó a pelar lentamente como si de pronto todas sus prisas se hubieran desvanecido.


EL, comenzaba a sentir sopor. Ella le había despertado sin querer la noche anterior, y ya no pudo conciliar el sueño. Ahora la placentera brisa de la tarde le mecía y empezaba a quedarse dormido, cuando la silueta de ella se recostó a contraluz. Olia a mandarina y le ofrecía un gajo ¿Quieres?

Ranita

lunes, 26 de julio de 2010

A los álbunes de fotografías.


.




 ..


Libro de fotos
paraíso de recuerdos
que describe sucesos
cosas y reflejos de seres
menos y mas amados

En mis recuerdos
ora risas y niños
ora madura vejez
Álbum,  al abrirte
liberas  esencias
de  frescos muertos

Sangre que se ha ido
antorchas humanas
lagunas y hormigueros
islas de Almas queridas
que ya no volverán
a la hiriente, reconfortante
 y embaucadora espera
Contemplando una foto
cierro gozoso las tapas.
Ya te tengo en la memoria.


/Un hijo habla con la foto de sus padres/

- ¡Papá, mamá! Un centenar de personas del globo terráqueo han comenzado a leerme diariamente.
Imagino el comentario de mis padres en traje de bodas.
(Un padre jovencisimo con bigote):  " Hijo...¿No exageras un poco?"
(Y una lindisiima madre, porque todas las madres son lindas) - ¡Es estupendo, hijo mío! ¡Menuda suerte! ¿ Y cómo ha sido?
- Por internet y con el ordenador, mamá.  No es una patraña sino un hecho. Venid, mirad en la pantalla, aquí en el recuadro pequeño de la derecha. Ahí veréis los nombres de las regiones de España. Mira las banderas de todo el planeta. Observad mamá... papá... gracias a un traductor universal de idiomas, cualquiera puede leernos, un ejemplo: En Australia, China, Inglaterra..los internautas pueden leer mis palabras. "Sentir"  el eco del que ahora mismo escribe en un remoto pueblo del mar mediterráneo y viceversa. Es el efecto mariposa.

La foto tiene sueño y  envejece. Lo sé porque mis progenitores han esbozado un bostezo susurro:-

-Querido hijo...¡¡Parece fascinante!!. Pero hemos muerto ¿sabes?. Y ni mamá ni papá  entendemos nada de nuevas tecnologías.

Marpin_

                 

domingo, 18 de julio de 2010

RELATOS NUESTROS DE CADA DIA: El fantasma de la Literatura






 Remedios Varó


Esta noche, semi lugubre y enjuta,  se acaba de materializar ante mí. Se ha aparecido en forma tangible. Vestía  de un color que jamás había visto. Era el color de la  inmadurez añeja, de la rabia caducada y del eterno intento. La noche no me ha mirado ni siquiera una vez para demostrarme su desprecio. Me ha tirado de malas maneras algo que no sé qué es. Parece un instrumento, que no puedo identificar pero que mis dedos han reconocido. Ahora estoy escribiendo con ese algo que me ha  dejado la noche,  amedrentada por su  presencia o quizá sólo sea por el miedo a que sea la ultima oportunidad para no morir sin epitafio.

Ahora soy un alma de palabras. Y estiro de un hilo enredado para tejer una filigrana incompresible sobre el fondo blanco y chillón que abre sus fauces y se traga cuanto le doy de una forma insaciable. Blancura inagotable que siempre me vence ¡Cómo he llegado a odiarte!

Apiladas ideas se agrupan en los cajones de mi mente. Ordenadas algunas por colores, sabores, tamaños y disfraces. Otras revueltas sin posible orden ni concierto. Una larga fila de ellas espera en la antesala del  Salon  del Trono para ser recibidas, y las más, aburridas de reinventarse, se apolillan en los desvanes de la memoria. Y yo escribo pero pienso en sus manos dibujando círculos en mi espalda y la mente se me despista y tengo que obligarla a seguir ordeñando para poder extraer este pobre zumo de letras.

 Ranita

viernes, 16 de julio de 2010

RELATOS NUESTROS DE CADA DIA: ¡AY CARMELA!

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Cártel de Carmen de la ópera de Dijon



Carmela era una niña vistosa, no  por su físico y si por su natural desparpajo. Destacaba con diferencia sobre sus hermanas,  ellas eran andaluzas de piel aceitunada y pelo negro como alas de cuervo, ella vino a nacer rubia y con la piel fina y blanca. Carmela era hija del Teniente Soto -más conocido por sus subalternos como "Picha-Brava"- pues tenía vástagos bastardos extendidos por toda la geografía de Sierra Morena.

Un día que Carmela jugaba al "escondite", fue a refugiarse a los almacenes del cuartel. Tras los sacos, en penumbra y jadeando, tropezó con dos cuerpos. Uno era el de Rosa, la mujer del Cabo Peláez; el otro era el de su padre. Por un segundo los ojos de ambos se encontraron,  Carmela quiso correr. La garra del Teniente atenazó su brazo elevando su cuerpecillo un palmo sobre el suelo: 

-"Como digas algo, te mato".

Carmela creció bajando la mirada para no encontrarse nunca con la de su padre. La guerra española se llevó a una de sus hermanas, Antonia. Carmela lloró mientras sus pechos y caderas se redondearon convirtiendola en la mujer más bonita de su entorno. Su padre, conocedor a fondo del pensamiento de los hombres, la vigilaba estrechamente.

En las fiestas del pueblo, un apuesto aspirante a matador, toreaba unas vaquillas. Desde el ruedo, el torero sólo tuvo ojos para Carmela a la que brindó -oreja en mano- la muerte del animal. Al teniente no le hizo ninguna gracia e hizo levantarse a toda la familia rápidamente apenas se terminó el festejo. Entonces dejó a su familia en casa, y se fue él solo al baile.

Un  año después, nadie de la familia del Teniente Soto fue a los toros. En ese año había triunfado el espada, y era uno de los toreros más solicitados. Había aceptado venir al pueblo a torear cobrando mucho menos de lo que le ofrecían en otros lugares. Al caer la noche llamaron a la puerta de Carmela. Un hombre con traje de luces rojo y oro manchado de arena y con algún desgarro, estaba en el umbral con todo el pueblo detrás.

- Este hombre, que viene de jugarse la vida, quiere un vaso de agua fresca de la muchacha más linda.  También quiere  invitar  a Carmelita y a toda la familia al baile, pues hace un año que me enamoré de ella, nos hemos estado escribiendo y delante de todos digo:  Quiero que sea mi mujer. 

El teniente Soto se apresuró a salir para echar al atrevido, cuando vio venir a Carmela con una jarra de agua fresca y un brillo  nuevo en los ojos.

- ¡Tira ese agua y ve para adentro inmediatamente!- tronó.

Carmela se acercó a su padre mirándole sin pestañear: 

- "Padre,  están aquí todos los vecinos. Está mi madre y mis hermanas. ¿Quieres que les cuente lo que pasó hace años en los Almacenes?

El viejo teniente palideció temblando de ira. Carmela se acercó a él, y simulando un beso de despedida,  le  dijo al oído:

- "Como digas algo, te mato "

Y cogiéndose del brazo del torero, se fue calle abajo seguida de su madre y hermanas y acompañada por  todos los vecinos.


José

Muchas felicidades a todas las mujeres que se llaman Carmen en este 16 de Julio.

martes, 13 de julio de 2010

RELATOS NUESTROS DE CADA DIA: El acordeón.





"El beso" Steilen 


Podía ser por el calor, que dejaba el cuerpo lacio y mustio, sin ganas de nada,  más que de tumbarse y  cerrar los ojos. También podían ser los biorritmos de ambos, que no coincidían o no se acoplaban. Tal vez el cansancio acumulado en los años.
Cuando ella descansaba él se ponía a trabajar y cuando ella estaba dispuesta  a hacer miles de cosas, a él le dominaba el sueño. Sea por lo que fuere, no se hallaban.
Salieron a comer. Habían discutido por una tontería y estaban aún más distanciados. Comiendo en silencio, en una terraza frente al mar,  ella se preguntaba si la seguía amando,  pues últimamente le sentía lejano.
Llegó al restaurante un hombre tocando su acordeón. Desde que se habian sentado era el tercer o cuarto músico que actuaba en la terraza. La gente miraba con gesto de hastio a los artistas ambulantes y se notaba que había pocas ganas de colaborar.
- ¿Que canción te gustaría oir? -le preguntó él sin esperarlo.
Ella sorprendida por la pregunta contestó lo primero que se le ocurrió: "Extraños en la Noche".
Todo ocurrió vertiginosamente. De pronto el músico del acordeón estaba a su vera tocando la canción y él se había levantado y pedía atención a los comensales, golpeando su copa de agua con la cucharilla de postre.
- Señores y señoras, por favor les pido un segundo. Quiero que ustedes y el mundo entero sepan, aquí y ahora. Yo, yo amo a esta mujer. Es que en ocasiones ella lo olvida. Mírenla bien. Si dentro de unos años se la encuentran, acerquénse y digánle en nombre del Amor: Tú, tú has sido amada con locura.
Lo que sucedió una hora después lo omitiré. Sí les contaré que la mayoria de las personas se pusieron en pie y aplaudieron solidariamente. El tipo del acordeón se marchó contento porque recibió algunos billetes y muchas monedas. Es mentira que uno bese y otro consienta o permita. Dos pueden besarse a la misma vez y con la misma pasión.   Y en algún lugar sagrado quedo escrito para siempre un día inolvidable. Quizá en este Blog. 

Marpin y La Rana.

viernes, 2 de julio de 2010

LA VERDAD



"La Verdad" Susana D, Momo.



- Dime siempre la verdad -le pidió.
- ¿Estás segura?- 
- Por supuesto. No soporto las mentiras.
- ¿Y soportarás las verdades continuamente? La mente humana no está hecha para la verdad, sino para sobrevivir. Pocos seres humanos soportan la verdad cruda. ¿Eres tú una de ellos?
Ella aseguró que sí.
- Está bien. Te diré exactamente en cada momento lo que pienso de las personas y  las cosas.  De ti y de los demás.  La amabilidad, las mentiras piadosas, la cortesía, la educación que impiden decir la verdad u obligan a disfrazarla o callarla, no tendrán cabida en nuestras vidas. Diré en todo momento la verdad. Eso seguramente implicará no tener amigos, ser despedido de cualquier trabajo, vivir en soledad y tú tendrás que aguantarte cuando me preguntes como te veo y te diga que poco favorecida  o más gorda.  Que encuentro muy atractiva a la mujer que pasa por mi lado, que no soporto la estupidez e hipocresía de  tus amigos o  familiares. Y por supuesto, no podrás enfadarte conmigo jamás cuando te diga algo así, puesto que me has exigido decir la verdad. ¿Estás segura que es eso lo que quieres?
Ella volvió a asentir, más ya sin tanta convicción. En su interior sabía el enorme precio que tendría que pagar por ello. Y se preguntó si sería capaz de aguantar sin derrumbarse. Pensó que la solución podría ser no preguntar. Pero entonces...¿Para qué servía exigir  siempre saber  la verdad?


L.R