Rencor
A mi me tocaba conducir. Era justo, normalmente nunca lo hacía, era el cumpleaños de mi hermano y mis hermanas siempre pringaban al volante.
Ya eran las "y tantas" de la madrugada, todos en el pub en el que estábamos estaban bastante borrachos, tenía sueño y me aburría mucho, pero parecían estar pasándoselo en grande. No quedaba otra que esperar y tratar de hacerlo lo más llevadero posible.
Momento cigarro. En la puerta me aborda, con sus copas de más, el amigo de mi hermano, tímido, distante conmigo siempre y ante su pregunta empiezan los cabos a atarse.
No me dejó contestar, con la embriagada verborrea característica siguió hablando.
- Yo soy amigo de Antonio.
Ante mi manifiesta cara de no saber de lo que me estaba hablando, prosiguió:
- (Joé) Ni siquiera te acuerdas de él. Tú estuviste saliendo dos días con Antonio. Te regaló una rosa por San Valentín y volviste con él por la rosa. Yo le dije - tú eres tonto tío - si te ha dejado y sólo vuelve por una rosa, pues vaya...-
Mi cerebro empieza a funcionar, mi gesto se tuerce, el amigo tímido y distante de mi hermano, a pesar de estar piripi lo percibe y también cambia el gesto. No quiso molestarme.
Sólo acierto a decir:
- Aaaaah, Antonio
Alguien llega, saluda, salen, entran del bar, mi explicación, mi versión no llega a salir de mi boca, se aleja con una sonrisa, se despide. En sus ojos se nota que no había calibrado mi reacción. No pretendía molestarme al decirme eso.
Pero yo creo que si, si lo pretendía, porque él llevaba todo este tiempo ¿veinte, veinticinco años? masticando un negro rencor hacia mí, hacia las mujeres desagradecidas, hacia las mujeres que le había hecho daño a él y a su(s) amigo(s), hacia aquellas que no decían gracias y luego cerraban la boca, hacia las que tenemos decisión y nos olvidamos de los novios que no fueron novios, que no fueron más que pavesas caídas del cielo que se hicieron nada antes de tocar el suelo.
Era en el instituto. En primero o segundo año (BUP) recuerdo poco, pero sí que estaba el aula en el primer piso. Vagamente recuerdo un muchacho moreno, de pelo muy negro y con algún lunar en la cara, menos alto que yo, de más edad que, no śe como, me "pide de salir" a lo cual yo accedo. Aquel muchacho no hablaba de nada, no aportaba nada, no me hacía reír, no me daba conversación o entretenimiento, no me enseñaba nada. Era como salir con un árbol.
Yo tenía pocos años, poco que perder y mucho que vivir. Vi que aquello era un muermo y le dije que no tenía sentido. Al decírselo me contó que había dejado una rosa en mi pupitre como gesto super romántico para que yo al volver al aula la encontrara y cayera desmayada de amor entre sus brazos.
La idea romántica me enterneció, como no, el romanticismo es inherente a la adolescencia, y le dije que vale, que no le dejaba.
Pero parece que eso no le gustó, puede que a su orgullo de machito le saliera una raja o que la previsión de mi reacción, por mal calculada, no cumpliera sus expectativas. El caso es que aquello no mejoró, creo que hubo reproches y creo que le di la rosa y le dije si te he visto no me acuerdo.
Y tantos años después, una vida después, que si le veo en la calle no sé quien es, llega su amigo justiciero a lanzarme la puyita. Y no me deja decirle: tu amigo era un mueble, una manta, un paragüero. Tu amigo era inquerible porque era soso, era aburrido y adormecedor. Tu amigo quiso salir con una chica a la que no se molestó en conocer porque estaba buena, creyó que por dar el primer paso y cumplir el rol de hombre ya lo tenía hecho, creyó que yo le debía algo por pedirme salir con él y creyó que jamás conseguiría olvidarme de él porque había dejado una huella imborrable en mi vida.
Seguramente al mes siguiente no me acordaba de su cara, sigo sin hacerlo, pero yo me quedé no sólo prendida en su negro y viscoso rencor si no en el de su amigo, de una forma profunda, enquistada y maloliente, de forma que sólo alcohol mediante pudo, su amigo, exorcizar mi recuerdo.
Así de pequeños, de insignificantes, de malos son algunos hombres, algunas personas, algunos insectos.
The bug - Dire Straits.