Un pequeño cuento de John Cage, a quien le gustaban tanto las fábulas al filo del zen:
Una mujer esquimal, que no hablaba ni entendía una palabra de inglés, recibió una propuesta de transporte gratuito a cualquier lugar de los Estados Unidos, además de quinientos dólares, a cambio de acompañar a un cadáver que alguien enviaba de regreso a Norteamérica para que lo enterrasen. La mujer aceptó. A su llegada, observó atentamente y notó que las personas que entraban en la estación de tren dejaban la ciudad y nunca más se las volvía a ver. Al parecer, viajaban a otro lugar. También notó que antes de partir se dirigían a la ventanilla, le decían algo al vendedor y acto seguido recibían un boleto. Así que hizo la fila, escuchó atentamente lo que la persona antes de ella le decía al vendedor, repitió lo que había dicho esa persona y viajó al mismo sitio al que viajaba esa persona. De esta forma se fue moviendo por todo el país, de una ciudad a otra. Al cabo de un tiempo, como su dinero se estaba acabando, resolvió establecerse en la siguiente ciudad a la que fuese, conseguir un trabajo y vivir allí por el resto de su vida. Pero cuando tomó esta decisión se hallaba en una pequeña ciudad en Wisconsin, desde la cual nadie viajaba ese día. Durante aquel tiempo, no obstante, había aprendido un poco de inglés. De modo que se acercó a la ventanilla y le preguntó al vendedor : "¿Dónde irías si te estuvieras yendo?” El vendedor nombró una pequeña ciudad en Ohio, donde ella vive hasta el día de hoy.